Astrid
— ¿Y cómo estuvo tu primera semana de clases? —Mi tía preguntó mientras desayunábamos.
— Pues que te puedo decir... Un poco complicado.
— ¿Complicado? —Se quedó pensando— ¿Cuántas peleas tuviste con Mar?
— Que buena pregunta Dorothy —a ver, haré una cuenta mental mmm—. No sé.
— Recuerdo cuando eran pequeñas y me pidieron que las cuidara al mismo tiempo... Tiraron uno de mis estantes mientras peleaban.
— Yo gané esa pelea. —Asentí recordando ese día.
— ¿De verdad? Te tenía en el suelo cuando llegue.
— Yo no lo recuerdo así.
— Tuve que quitarla de encima.
— Es muy confuso ese recuerdo.
— Estabas gritando ¡Me rindo ya suéltame! —Irma imito mi voz.
— Ya, ya entendí.
¡No pensé que tuviera tanta fuerza en ese momento!
— Escucha no soy tus padres para tratar de obligarte a ser su amiga, pero por favor no te metas en problemas de este tipo.
— No te preocupes, ya no somos niñas pequeñas para pelear así.
A lo mucho algunas ofensas y en español para que no nos entiendan.
— Eso espero.
Quisiera decir que fue un fin de semana tranquilo, pero no, los profesores de aquí se toman muy en serio sus actividades y dejaron una montaña de trabajos e investigaciones la primera semana.
Nos entregaron el horario oficial para el resto del semestre.
— Oh qué elegancia Astrid. —Vincent se acercó.
La primera clase programada para el lunes era anatomía.
Teníamos que estar al menos 10 minutos antes en la entrada de un lugar llamado anfiteatro dónde se recibe está asignatura.
Es la primera vez que uso esta bata blanca, me queda bien no lo voy a negar.
— Te queda bien el blanco. —Respondí su saludo.
— Lo sé, es mi color.
Frente a nosotros había un grupo de compañeros reunidos creo que estaban repasando el tema de hoy antes de entrar.
— Llegó la señorita —Vincent habló—. Viene tarde.
— Mucho tráfico. —Respondió terminando de ponerse su bata.
— Esto no pasaría si fuera humilde y viniera en autobús —puso su mano en mi hombro—. Como nosotros.
Eso Vincent, sin miedo a la funa. Me agrada mucho este sujeto, los otros le hablan con tanto cuidado de no ofender que hasta se hace raro.
Pero tanto a él como a mí, no nos importa si se molesta.
La puerta del anfiteatro se abrió dejando ver a un hombre mayor vestido igual que nosotros, nos hizo una señal para que ingresaremos y lo hicimos.
— Hagan tres hileras por favor. —Por dentro era completamente blanco y frío.
Había varias mesas repartidas por toda la sala.
— Soy el doctor Richard, patólogo forense y seré el encargado de darles la clase de anatomía básica, es sencillo así que espero no verme en la penosa obligación de reprobar a alguien. —Esta como enojado el señor—. Probablemente ya les dijeron las reglas para estar en el anfiteatro, pero me gustaría repasarlas por última vez —se paró frente a todos—. No está permitido entrar si no es totalmente cubiertos y deben portar su bata de laboratorio como es debido, no quiero que contaminen los cadáveres —levanto una de las mantas que cubría la mesa que estaba frente a el—. Si van a tocar usen guantes.
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Another Typical Enemies To Lovers Story
RomanceDesde pequeñas fuimos forzadas a vernos en reuniones familiares, intentaron por todos los medios que siguiéramos el legado de hermandad pero eso nunca paso... Años después por ciertas circunstancias de la vida empezamos a convivir nuevamente, pero n...