Another Typical Enemies To Lovers Story

Capítulo 33 Nunca le mientas al diablo

Astrid

— Vienes muy sonriente. —Dijo mi papá cuando llegue.

— Es que la boda estuvo muy linda.

Subí a mi cuarto y mientras me desmaquillaba comencé a pensar en lo extraño que fue todo.

Aunque me sentía feliz porque ella y yo nos arregláramos no entendía el porqué de su cambio.

Después de quitarme el maquillaje y cambiarme decidí acostarme y dejar de pensar en eso, no quería volver a revivir recuerdos de Vietnam.

Se veía tan bonita en ese vestido...

Aunque ella siempre ha sido bonita. Quisiera poder besarla, pero iré al ritmo que ella quiera.

Tengo miedo de que se vuelva a alejar, estos meses han sido duros para mí.

Nunca pensé que llegaría casi a reprobar en la universidad.

Estos meses estuve reflexionando y comprendí a las personas a las cuales yo les hacia lo mismo.

Creo pague las consecuencias de mis actos...

Quiero que esta vez no se aleje y si me da la oportunidad por primera vez quiero hacer las cosas bien...

Termine siendo despertada por la luz que entraba por la ventana, estos días han sido difíciles para acostumbrarme al horario de acá.

Vi la hora y todavía era temprano, pero decidí levantarme y bajar.

— ¿Y ese milagro? —Mamá estaba en la sala mientras veía la tv—. Pensé que te habías ido con una muchacha después de la fiesta.

No la culpo por pensar de esa manera mayormente yo estaría volviendo como por estas horas a casa.

Pero la verdad cuando vi a Mar no me intereso ver a nadie más.

Ok... eso sonó demasiado simp, me da miedo lo que esa mujer logro conmigo.

Me preguntó qué pensaría mamá si le dijera que por fin me gusta alguien.

A. No me creería.

B. Se reiría.

C. Se sorprendería.

Creo todavía no es el momento de averiguar qué pasaría.

Estuvimos platicando un rato hasta que recordé algo importante que había olvidado.

— ¿Y papá?

— Salió con su novio. Tenían algo que discutir sobre darle más responsabilidades a Ali y Al para ellos empezar a descansar más.

Estuve otro rato con mamá hasta que decidí volver a mi cuarto.

Pasaron un par de días y no había tenido comunicación con ella, quería hablarle, pero no sabía qué hacer.

¿Qué le diría exactamente? ¿Hola, cómo estás?

Termine desistiendo después de todo en pocos días volveremos a convivir en la misma casa así que tendremos tiempo de hablar bien las cosas...

Pero todo esto me hacía sentir muy ansiosa.

Y entonces sucedió, mientras desayunaba con mis padres mi teléfono sonó con esa notificación que le había puesto hace meses para identificar cuando era ella la que me llamaba.

Hola. Fue lo único que decía, me quedé viendo el mensaje hasta que...

— ¿Astrid? —Era mi mamá—. ¿Qué sucede contigo?