Astrid
— ¿Hola...? —Respondí adormilada.
El tono de llamada de mi teléfono me acababa de despertar.
— Hola, cariño, ¿Cómo estás?
— ¿Mamá?
Y así a tempranas horas de la mañana recibí un regaño por no llamar a casa últimamente.
Ni siquiera sé cuánto tiempo paso regañándome, pero supongo que tiene razón.
Creo que me he dejado llevar demasiado últimamente.
— Ugh. —Mar se quejó del ruido que estaba haciendo.
— Lo siento mamá, me aseguraré de llamar más seguido.
— Más te vale, tu papá anda triste porque no le llamas. —Y me colgó.
Deje salir un largo suspiro y me gire para abrazarla por la espalda.
— Buenos días. —Ella no respondió entonces le di un beso detrás de la oreja.
— Te voy a echar de mi cuarto si no me dejas dormir.
— Está bien, me calmo. —Nada como una amenaza de Marissa Salgado en la mañana.
Cuando empezamos a vivir en la misma casa ella solía levantarse temprano sin importar que fuera fin de semana y no hubiera clases. Pero dejo de hacerlo, los fines de semana solemos levantarnos tarde.
Lo digo en plural porque desde hace un tiempo he estado durmiendo más aquí que en mi propia habitación.
— Mar... —Le hablé de nuevo después de un rato—. Vamos, tenemos que desayunar.
— ¡En el nombre de lucifer, déjame dormir! —Su tono era bastante aterrador.
Yo me quedé de piedra y en eso ella volteó para verme la cara y soltó una carcajada por mi expresión.
— ¡Que chistosa! —La apreté contra mi—. ¿Vamos a desayunar?
— Bien, bien. —Me dio un beso en los labios y nos levantamos después de eso.
Mientras caminaba a mi habitación empecé a pensar que sería más conveniente tener algo de ropa en el armario de Mar, digo así me cambiaría ahí mismo desde la mañana. Además, tiene un armario grande.
Irma no estaba así que solo comimos nosotras solas.
— Nunca pensé que a Irma se le diera tan bien la cocina. —Habló Mar de la nada.
— Me paso igual, crecí creyendo que era una vagabunda que no sabía hacer nada.
— Oh esa descripción me suena. —Me sonrió de forma pícara.
— Oye... —Volteé los ojos—. Tengo mis razones, solo la veía encerrada en su biblioteca y mi mamá me hacía llevarle comida de vez en cuando.
— Ahora que lo mencionas, ¿Qué paso con la biblioteca de Irma? Hablo de la que está en México, estoy segura de que tenía muchos más libros que los que están aquí.
— Es de Nina ahora. —Levanté los hombros—. Dijo algo sobre que estaba feliz de por fin tener a alguien en la familia que también amara los libros.
— ¿Enserio? —Soltó una risa—. Cuando era pequeña una vez escuché a Nina decir que esa biblioteca sería suya.
— Yo escuché algo similar —señalé—. Al final se le cumplió al parecer.
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Another Typical Enemies To Lovers Story
RomanceDesde pequeñas fuimos forzadas a vernos en reuniones familiares, intentaron por todos los medios que siguiéramos el legado de hermandad pero eso nunca paso... Años después por ciertas circunstancias de la vida empezamos a convivir nuevamente, pero n...