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Venecia.

Tengo tantas preguntas y tantas dudas que no abandonan mi mente ni por un minuto, hasta que Nickolas habla.

—Quiero conocer a tú hermana. —suelta de la nada, dejando mi mente en un completo vacío.

—¿Qué? ¿Por qué? —le pregunto dejando mi desayuno el cual no toque de lado.

—Es una buena estrategia conocer al enemigo en su terreno, es decir ver lo mismo que tú ves cuando la ves.

—Eso implicaría que ella sepa de tu existencia y no se que tan buena idea es eso, ella una vez que entra en tu vida, jamás se va o al menos de buena manera.

—No le tengo miedo a ella, en dado caso ella es la que debería tenerme.

—Uy, chico peligroso, eso me agrada. —me burló de él.

Él se pone de pie y yo con él, sonríe cuando me ve tomar mi pequeña cartera.

—¿Enserio te tomarás en serio lo de ir a trabajar al estudio? 

—Claro que lo haré.

Besa mi mejilla y toma mi mano.

Horas después.

El auto se detiene frente a una cafetería, la cual está muy descolorida y descuidada, sus vidrios con un poco de polvo y flores muertas en las masetas.

Le envío mi ubicación a Nickolas antes de decidirme por entrar.

Me presento en su cafetería, su territorio, el único lugar donde ella no puede mostrarse tal cual es.

Tal vez me hace una cobarde aparecer aquí en lugar de hacerlo en un lugar donde no esté bajo mi control, pero prefiero que Nickolas la conozca en un lugar donde ella no pueda ser el ser despreciable que es, sino que deba mantener sus límites.

Me siento en una mesa vacía a un lado de la ventana a la espera de mi hermana. 

Mi hermana se acerca a mí con una sonrisa totalmente falsa como ella.

—¿Qué es lo que estás haciendo aquí? —comienza a mirar hacia los lados, queriéndose asegurar de no ser el centro de atención.

—¿Para qué crees que vendría a una cafetería? Deberías estarme preguntando qué gusto consumir, no que es lo que estoy haciendo aquí.

Ella se ríe.

—¿Te crees poderosa porque no estás detenida? Quien sabe a quien le lloraste para que te sacarán, de igual forma mi pregunta del qué estás haciendo aquí es porque, para ti no hay trabajo aquí, ya supe que no te han llamado más de ningún lugar en estos días … ¿Cómo podrías pagarte siquiera un café?

Rebuscó entre mi bolso antes de sacar mi billetera, y de ella mi tarjeta black, regalo de Nickolas.

—Apuesto a qué con esta incluso podría pagar la cuenta de todos los clientes que tienes aquí, incluso comprar tú negocio hipotecado. —le sonrió.

Sus ojos sueltan chispas de inmediato, tal vez lo más sorprendente es el hermoso grabado de la tarjeta de crédito donde dice “Venecia Thobers” en lugar de llevar el apellido que comparto con ella.

—No sabes cuánto te odio. —murmura.

—Creeme que me hago una idea … quiero un café negro, amargo como tu vida. —le sonrió. —Y ni se te ocurra ponerle algo, porque tus clientes sabrán que es lo que pasa contigo.

Ella bufó antes de marcharse.

A los minutos veo el auto de Nickolas estacionarse al frente, lo saludo por la ventana y este entra.

—¿Por qué se te ocurrió venir a una cafetería que se encuentra tan lejos del estudio? — pregunta antes de sentarse.

—Dijiste que querías conocer a mi “hermana” y pensé que la mejor oportunidad para conocerla era está, en el único lugar donde ella siempre debe verse como una blanca paloma, este es el negocio que los Ommers le han puesto para ella.

Nickolas me sonríe y niega.

—Cualquiera pensaría que no hay maldad en ti, pero con esta acción demuestras totalmente otra cosa, definitivamente tienes las cosas más bajo de lo que aparentas.

—Dijiste que conocer al enemigo es una buena estrategia, yo le agrego que no hay mejor manera que conocerlo que en el terreno donde su poder se vuelve mero polvo, ella tiene una gran hipoteca que pagar, así que si o si debe mantener este negocio.

—¿Cómo es que tú no has terminado dueña de la hipoteca? —pregunta.

—Digamos que está hipoteca se la género un ex novio de ella, cuando yo tenía 16 años, no había forma en la que esa hipoteca me podría haber caído a mi.

—¿Qué fue lo que sucedió?

Suspiro.

—Su novio estaba casado, ella desconocía eso, a él le encantaba llevarse la vida de príncipe, pero no tenía dinero para solventar esa vida, además a su esposa también la había acostumbrado a esa vida, mi hermana estaba idiotizada por ese hombre que incluso vendió su amado auto y varias cosas más, porque su príncipe sapo merecía lo mejor, y cuando se quedó sin que vender, a su príncipe sapo se le ocurrió la idea de hacer una gran inversión de dinero para un negocio de pesca, en invierno, algo totalmente estúpido, y le pidió a mi hermana que sea su “socia” y ella al principio no quería pero él le dijo que cuando ese negocio diera frutos se casarían y fue el olvido para ella, en dos días ya había pedido un préstamo y puesto su pequeño negocio en garantía, pocos días después él desapareció y el dinero también, mi hermana no pudo enfrentar la deuda y la hipotecaron, de alguna forma la partida de su sapo fue la estocada final para que sea la mujer que es hoy, una perra desgraciada.

—Que linda hermanita como te diriges a mí de esa forma. —murmura ella pasando por mi lado con dos tazas de café.

—¿Te da miedo mostrarte y decirme que es lo que piensas en realidad? —le pregunto sonriéndole.

—La cobarde eres tu, que vienes solo cuando te crees más fuerte que yo, pero cuando no es así, corres a esconderte y llorar, porque no te animas a enfrentarme, dime ¿Acaso le dijiste a este hombre que te encanta trabajar con los hombres ofreciendo servicios exclusivos?

La miro totalmente desencajada y su amplia sonrisa solo me dan ganas de agarrarla de los los pelos y arrastrarla por su piso feo.

—Por favor, ¿Enserio crees que caería tan bajo? Lo esperaría de ti eso sí. —le respondo a mi hermana, sin imaginar que después de eso vendría un golpe a mi rostro y en pocos segundos me encuentro detrás de la espalda de Nickolas, quien sujeta por el brazo a mi hermana.


Amor por Conveniencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora