Capítulo 3.

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Venecia

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Venecia.
Sus miradas siento que tienen una especie de magia, porque comienzo a sentirme cada vez más pequeña.

Un gran silencio hay en toda la sala.

Conozco perfectamente ese sentimiento de incomodidad, creo que es el sentimiento que mi cuerpo más reconoce, debido a toda la experiencia que tengo con él.

—¿No sé presentarán con ella? —Nickolas es quien rompe con ese dramático silencio.

Un hombre de unos treinta y tantos se pone de pie y se acerca a nosotros.

—Soy Oliver, Oliver Thobers, hermano de Nickolas.

Me ofrece su mano y yo la tomo.

—Venecia Ommers.

—Mi esposa Alicia, y mi hija Amaia.

—Un placer. —sonrío.

Una señora carraspea. 

—Soy Grace Ommers, tu suegra o eso espero si todo esto no termina siendo solo un chiste de mal gusto de mi hijo o si no resulta en otra cosa, mi esposo, Richard. —la señora suspira. —A todo esto, ¿Cuéntanos eso de la estafa? Porque de principio debo creer la palabra de mi hijo, pero tú eres una perfecta extraña y no quiero sabes que una criminal se encuentre bajo mi techo.

Miro hacia el suelo en cuanto dice eso.

«Criminal.» Debo suponer que toda persona que me conozca y sepa lo que sucedió estará dándome ese título.

—Puedo explicarlo yo, tengo más claras los hechos de lo que los tiene ella. —se me adelanta Nick. —Fue detenida en el aeropuerto, por una orden de detención del Juez Meliz, su causa habla sobre una estafa por malversación de fondos y emisión de cheques sin un respaldo, debido a que su cuenta bancaria está en ceros.

Me sorprendió escuchar lo de mi cuenta bancaria, porque yo no recuerdo tener una.

—No tengo una. —le informó. —Yo todos mis trabajos los cobro en efectivo, pero no los depósito en ningún lugar, jamás he tenido la necesidad de tener alguna cuenta bancaria.

Nickolas frunce el ceño.

—¿Estás segura? 

Asiento.

—Bien … piensa ¿Alguna vez te han hecho firmar algo? Porque tú para tener una cuenta bancaria a tú nombre debes haber firmado algunos papeles.

—No que yo recuerde.

—Bien, deberías comunicarte con algún perito. —sugiere Grace. —Creo que Hermann está en la ciudad en estos días.

—Si luego lo llamó, para que mañana se presente en el estudio, ahora creo que es mejor que ella se vaya a descansar.

Toma mi mano y comienza a caminar por toda la casa.

Amor por Conveniencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora