XII. Ilusión

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Sasuke tenía un mal presentimiento. Aunque todo parecía haber acabado satisfactoriamente, había algo todavía molestándole.
Después de haber dejado a Naruto en el puesto de Ichiraku, había comenzado a deambular por los lugares que anteriormente había revisado en compañía del rubio.
Desde su perspectiva, el suceso había finalizado muy fácil en comparación a todos los problemas que había acarreado lo cual inevitablemente le hacía dudar. Su intuición le dictaba que aún quedaban cosas sin resolver, y mientras no supiera qué era, su mente no estaría tranquila. Tal vez el tiempo que había pasado en prisión le había vuelto más desconfiado, pero prefería quedar como un loco a que algo pasara después.
Camino entre las zonas adyacentes al bosque y al claro de éste, pero no encontró nada. Siguió más adelante hasta llegar a donde Kiba y Sai habían patrullando durante los últimos días, pero sólo las aves cantaban con la acostumbrada quietud. Fue cuando se internó más entre los árboles que vislumbró una sombra escabullirse.
Sigilosamente comenzó a acercarse hasta que vio que el hombre se internó en un edificio antiguo. Recordaba haber visto ese lugar en los reportes que Kakashi le había mostrado; esa construcción también había servido para entrenamientos de la antigua Raiz de Danzo. Nuevamente el nombre de esa asociación sobresalía en todo el asunto.
Decidido a acercarse, se mezcló con las sombras de los pilares y aprovechó la poca luz del exterior para entrar sin ser notado; cuando pensó que lo había logrado, una silueta silenciosa se encontraba del otro lado de la habitación con los ojos puestos en él.
Su acompañante le esperaba.
— Parece que ahora eres otra persona con las que tengo responsabilidades.
El tono de Sasuke desprendía ironía. No era extraño que su intuición lo haya traído hasta ahí después de todo.
El shinobi enmascarado que estaba delante de él era el mismo que había dejado ir la última vez, y verle ahí frente a frente reforzaba lo que había estado temiendo: la misión se había resuelto rápidamente porque el culpable seguía libre.
Ambas figuras intercambiaron miradas antes de lanzarse una sobre la otra.
Sasuke se cubrió con el único brazo que tenía y mientras lo hacía invocó a un clon; su oponente se lanzó atrás para evitar el golpe proveniente de éste, y Sasuke aprovechó para girar y propinar una patada.
El golpe fue directo a la pierna derecha del shinobi quien flaqueó, pero no se inmutó por el dolor ni la sangre que comenzó a teñir de un tono más oscuro su pantalón; por el contrario, respondió con un derechazo que hizo que ahora Sasuke fuera quien retrocediera.
Intercambiaron golpes, patadas y shuriken. Sasuke sabía que podía usar sus habilidades y terminar rápido con ese encuentro, pero necesitaba atrapar a ese hombre con vida y llevarlo hasta Kakashi. No estaba feliz de tener que hacer las cosas de manera civilizada, pero sabía que ahora sus acciones tenían peso tanto para él como para los que aun creían en él, además de que Kakashi podría volver a verse en medio de problemas frente a la Alianza.
Sasuke y el ninja intercambiaron unos cuantos golpes más antes de que más hombres llegaran al lugar. El pelinegro pronto supo que estaba siendo rodeado y que al mismo tiempo todo era una distracción para que el sujeto se escapara.
Harto de sus jugadas sucias, quiso alcanzarle, pero tres hombres se interpusieron frente a él. Sasuke chistó la lengua; debía acabar con ellos si quería ir tras del hombre antes de que no le volviera a ver.
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Sakura había vuelto al hospital en compañía de Ino para terminar con sus pacientes y darle avances a Tsunade sobre la investigación. 
— ¡¿Le diste mis galletas?! — su amiga le veía con cara de indignación. — De haber sabido que eran para él, te las hubiera vendido.
La pelirosa rodó los ojos ante la actitud agria de su amiga.
— … no estarás tratando de persuadirle para que se quede en Konoha, ¿cierto? — Su amiga la veía con preocupación sincera.
La Yamanaka, si bien había estado enamorada del Uchiha, ese sentimiento se había convertido en uno de desconfianza y recelo desde que éste se convirtió en un renegado y había intentado destruir Konoha durante la 4ta Gran Guerra, pero las cosas eran diferentes para su amiga.
Sabía que la Haruno seguía enamorada del pelinegro, y sabía que sería muy improbable que sus sentimientos por él cambiaran en el futuro; por ello mismo le preocupaba que Sasuke estuviera tramando algo y su amiga volviera a salir lastimada; o peor aún, que se viera afectada directamente por sus acciones.
— No estoy tratando de convencer a nadie. — Sakura dijo ofendida, pero también con un atisbo de justificación. — Es sólo que quiero que Sasuke se de cuenta de que todo sigue igual a como éramos gennin. — Confesó al fin.
— Tu mejor que nadie sabe que eso es imposible.
— Lo sé, pero no quiero negarme la oportunidad de entender a Sasuke. No quiero cometer los mismos errores que Konoha cometió hace unos años.
La rubia asintió entendiendo a qué se refería la medic-ninja.
— Sólo no bajes la guardia, Sakura. Es un traidor después de todo. Mantén la distancia.
Sakura sintió las palabras de su amiga un poco crueles, pero no podía replicar nada.
La kunoichi sabía que el actuar de Sasuke había sido el peor, pero no podía simplemente culparlo a él. Aunque le doliera, sabía que la aldea, el lugar por el que casi dio su vida en la guerra, había ignorado todo y provocado la actual situación. Era difícil elegir un bando, por eso ella había decidido eliminar su lógica y confiar en Sasuke nuevamente y rogar por no equivocarse.
— Iré a llevarle los reportes a Tsunade-sama. — Con un suspiro se levantó y salió por la puerta.

Después de dejar la oficina de su maestra, salió a caminar. Necesitaba aire para despejar su mente que seguía llena de pensamientos.
No podía negar que su amiga tenía razón, sin embargo seguía siendo muy injusta la situación en la que Sasuke se encontraba. Le enternecía que todos en la aldea estuvieran en su contra.
Las miradas de odio que tanto los shinobi y los aldeanos le dirigían al pelinegro no habían pasado desapercibidas para ella. Le dolía ver que además de Kakashi,  Naruto y ella; Sasuke no tuviera a nadie de su lado. Ni un voto de confianza.
Todos esperaban el momento que les diera la razón de que el Uchiha era malo por naturaleza. ¿algún día verán al Sasuke que sólo yo conozco? se preguntó.
Sin planearlo, llegó al lugar donde antiguamente entrenaba el equipo Siete en su época de gennin y se dio cuenta de que su amigo Chinchuriki también estaba ahí.
Todo sentimiento de tristeza se liberó cuando vio la sonrisa de su amigo recibiéndole.
— ¡Sakura-chan! — El Uzumaki gritó emocionado cuando vio a su amiga bajando la planicie.
— ¡Naruto! ¿Qué haces aquí? — La chica se acercó devolviéndole el gesto.
— Extrañaba los viejos tiempos y quise pasar por aquí.
La pelirosa pudo descifrar en el semblante de su amigo un atisbo de añoranza y nostalgia que ella más que nadie entendía, y eso le hizo sentir un poco de valentía ante todo lo que sucedía a su alrededor.
No importaba si solo ellos aun confiaban, no importaba si fueran ellos dos los que estuvieran ahí, si su amigo aún tenía a dónde regresar. Mientras ellos estuvieran dispuestos a estar de su lado, y mientras Sasuke quisiera mejorar, no importaba más.
— ¿Sasuke no estaba contigo? — preguntó al fin.
— Se marchó después de que comimos. Parece que la soledad sigue siendo mejor amiga que yo.
La chica se le quedó mirando un tanto pensativa.
— … Naruto, ¿crees que Sasuke se quede en la aldea si llega a ser totalmente libre?
La chica dudó en hacerle la pregunta, pero sabía que sólo él entendía cómo se sentía en ese momento.
Su amigo tardó un momento en responder.
— La decisión dependerá de él. Nosotros no podemos influir en sus sentimientos.
La chica dirigió su mirada al agua del estanque que estaba más allá y se acuclilló a observar su reflejo
— Lo entiendo en verdad. — La voz de la chica sonó serena, pero su corazón se sentía inquieto — ... Es sólo que creí que este momento duraría más, eso es todo.
El chico se acercó y se agachó a su lado.
— Entiendo cómo te sientes Sakura-chan, pero creo que Sasuke debe elegir a partir de ahora.
La chica sonrió levemente mientras veía el atardecer en el movimiento del agua.
— Me alegra eso. Que pueda elegir.

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