XIII. Una sorpresa

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Después de su charla con Naruto, la pelirosa se sentía mucho mejor. Así que al día siguiente, inspirada por las palabras de su amigo, se lanzó a la tienda a comprar alimentos.
Su ánimo le motivó a hornear algo para compartir por última vez con su equipo; podría ser algo dulce, pero ya que a Sasuke no le gustaba del todo, se decidió por hacer una tarta de chocolate amargo. 
Una vez en casa, comenzó con su labor y una vez terminada, limpió todo.
Si era verdad que solo quedaba poco para el final, entonces ella haría lo posible por disfrutar de esos últimos momentos con ellos; además, también quería recompensar a su Sensei y a Naruto por el arduo trabajo.
Justo había terminado de decorar el pastel cuando escuchó que algo tocó a su ventana. Al asomarse se dio cuenta de que era un rostro familiar así que rápidamente bajó las escaleras y salió.
— No creí verte por aquí.
— Iba pasando y quise saludar. — Maru dirigió su vista a las manos de la pelirosa con rastros de crema. — ¿horneas algo?
— Sólo un pastel. — dijo avergonzada.
El chico estaba por preguntarle algo cuando se vislumbró la silueta de alguien más acercándose en su dirección. Por el cambio en la actitud de la chica, el joven se dio cuenta de que se trataba de Sasuke.
— ¿Tienes un momento? — la voz del pelinegro tenía un deje de aprensión cuando llegó a su altura.
La pelirosa, un poco confundida por la visita y nerviosa de ser descubierta en su misión de hornear, saltó en su lugar y escondió sus brazos detrás de la espalda.
— ¿ahora? — La kunoichi tragó saliva.
Fue entonces que Sasuke se dio cuenta de que estaba acompañada.
— Oh, no te preocupes por mí, Sakura-chan. Yo debo pasar al taller. — Maru comenzaba a despedirse al verse fuera de lugar, pero la kunoichi no quería ser descubierta.
Estaba por ir detrás del joven cuando sintió que alguien le tomó del brazo impidiéndole moverse. Sorprendida, se giró para ver que era la mano de Sasuke lo que le detuvo.
— Necesito hablar contigo.
El tono del ojinegro le indicó derrota y no pudo más que aceptar su destino y girarse.
— ¿Estabas cocinando algo?
Sus ojos se abrieron en sorpresa al darse cuenta que Sasuke le había tomado precisamente por la mano llena de crema.
La chica maldijo mentalmente.
—... algo así. ¿Qué sucede? 
Pero ahora el Uchiha tenía su mirada puesta en el chico que les había dejado hace un momento, particularmente en su pierna.
— Sakura… ¿hace cuánto tiempo se lastimó Maru?
— ¿Maru? — Los ojos verdes le vieron extrañados. — Aproximadamente hace dos semanas.
— ¿y cuánto tarda una herida como esa en sanar?
— Debió haber sanado hace días, pero se reabrió cuando se lastimó hace poco en su taller. De hecho, Ino me dijo que ayer volvió porque pasó lo mismo.
El pelinegro frunció el entrecejo.
— ¿Sasuke-kun?— La chica le llamó, pero él ya comenzaba a caminar.
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Sasuke resopló. No tenía pruebas de que Maru fuera el culpable, pero ahora desconfiaba de él, así que no le quedaba más opción que investigar y seguirle. Si era él quién estaba detrás de todo, en algún momento debía comunicarse con alguien de los implicados.
Le frustraba no poder simplemente enfrentar al chico y tener que contenerse. Era un fastidio tener que hacer las cosas civilizadamente por culpa de Kakashi y del maldito juicio.
Sasuke saltó a una rama desde donde se podía ver el supuesto taller de la familia de Maru, pero el chico parecía realizar sus actividades como de costumbre. Nada sospechoso que le indicara que debía usar la fuerza.
Tenía un rato ahí cuando el águila de Kakashi cruzó el cielo que no tardaba en oscurecerse. El pelinegro apretó los dientes y dejó su sitio para acudir a la llamada.
Cuando llegó al edificio, el Sexto le recibió con una sonrisa.
— Te tengo excelentes noticias. — El pelinegro frunció el entrecejo con desconfianza pues esa sonrisa tendía a ser tanto real como falsa.
— El sr Feudal decidió regresarte los terrenos Uchiha. — El peliplata al ver el rostro inexpresivo de su alumno, continuó: — Debido a los resultados de tu primera audiencia y a mi poder de convencimiento, han decidido que ya pueden volver a ser del heredero original, es decir han vuelto a tu posesión.
— No es como si estuviera planeando vivir en Konoha de todos modos.— contestó desinteresado.
— Lo que digas, pero mi parte ya está hecha. Así que ya…
— … depende de mí.
Al peliplata le encantaba la perspicacia de su alumno. Por el contrario, él Uchiha sólo quería dejar el tema y centrarse en lo importante.
— ¿Cómo va el interrogatorio de los apresados?
— Apenas recibimos aprobación de las demás aldeas así que comenzaremos pronto.
— Si eso es todo, debo irme.
El Uchiha quería apurarse y seguir con su investigación.
— Sasuke, Sasuke. Siempre tan ajeno y recluido como siempre. Toma las cosas con calma. ¿Por qué no disfrutas los últimos momentos con tu equipo?
El portador del Sharingan sabía mejor que nadie que no faltaba mucho para que ese privilegio terminara; por ello había estado ignorando el hecho de que pronto podría volver a prisión o pronto sería eximido. No se sentía completamente libre de sus pecados, si al final resultaba que debía volver a esa prisión, entonces estaba bien para él. Sin embargo, ya había entendido que ahora no sólo se trataba de lo que él creía, también se trataba de lo que le debía a los demás, especialmente a sus compañeros.
El pelinegro salió sin decir nada más.
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Cuando salió de la oficina el sol ya estaba poniéndose.
Un tanto estresado por la reciente charla comenzó a perderse entre la multitud de la gente.
No sabía si algún día perdonaría a Konoha por lo que le había hecho a su familia, era doloroso ver cómo los demás sonreían mientras él había pasado un infierno y todavía seguía en él.
Miro al horizonte. ¿Qué pensaría su hermano si le viera ahí entre esas calles? ¿le gustaría saber que el clan nuevamente tenía un sitio en esa aldea? Para él, el distrito Uchiha eran solo tierras testigo de la masacre, pero tal vez para su familia eran símbolo de lo que una vez existió ahí, de los pocos momentos de felicidad. Suspiró pesadamente mientras seguía caminando hasta que vislumbró una mata de cabello rosa que conocía muy bien.
Sakura reía en compañía de Hinata y Tenten (recordaba vagamente a sus compañeros de la academia) en un puesto de Takoyaki. Verla sonriendo bajo las luces de la aldea que recién comenzaban a brillar le hizo pensar que a diferencia de él, tal vez para otros este era un hogar.
Estaba por abandonar el sitio cuando la chica reparó en él. Al ser descubierto observándole, se sintió incómodamente nervioso.
— ¡Sasuke-kun!
No tuvo más opción que permanecer en su sitio. La kunoichi no tardó en llegar a su lado.
— Así que aquí estabas. Van dos veces que Naruto viene a preguntar si te he visto porque ya no volviste a Ichiraku.
— Fui a ver a Kakashi.
— ¿Sucedió algo?
El pelinegro se vio tentado en contarle sobre sus sospechas, pero decidió no hacerlo. Kakashi tenía razón, no era momento para hablar sobre trabajo. Sólo quería olvidar las preocupaciones por un momento.
— No. No pasa nada.
La chica le miró confundida, pero asintió.
— ¿Te gustan los Takoyaki?
— ¿Era lo que estabas cocinando en la mañana?
La chica le dirigió una sonrisa cómplice.
—Mmmm… no. Los acabo de comprar. Esa es una sorpresa para ti y para Naruto y Kakashi-sensei.
— ¿Qué sorpresa?
La intriga de Sasuke era sincera.
— Ya lo verás más tarde.
El chico sonrió levemente mientras seguía a la pelirosa entre las calles.

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— ¿Puedes repetir lo que acabas de decir?
El semblante de Ibiki  difícilmente era expresivo cuando hacía interrogatorios, pero la reciente afirmación del prisionero le tomó por sorpresa.
— Sasuke Uchiha. Él es quien está detrás de todo.

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