XV. Colisión

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Sasuke intentó arrebatarle el pergamino de las manos, pero Sakura fue más rápida al evitar que lo alcanzara.

— ¿Qué significa esto? — Cuestionó la kunoichi.

Su pulso le martillaba la cabeza, provocando que se le nublaba la vista, pero aun así su mirada estaba fija en el pelinegro que tenía delante. Necesitaba una explicación y más valía que viniera de la propia boca del azabache.

— Entrégamelo, Sakura.

Oh, ese maldito Uchiha sí que debía estar loco como para atreverse a ordenarle en ese momento.

— Pregunté ¿qué significa esto? — Repitió con ímpetu.

— No te incumbe.

— ¿No "me incumbe"? — Siseó mientras sacudía la cabeza rosada. — Debes ser un completo idiota como para decirme eso.

El dolor de cabeza se hacía más insoportable y los ojos le escocían, sin embargo debía centrarse  en lograr que el pelinegro le dijera que estaba pasando.

— Entrégamelo. — Volvió a pedir el Uchiha mientras extendía el brazo en su dirección. Su paciencia se estaba agotando. — ¡Sakura!

— ¡Sasuke!

Ambas miradas eran determinadas y competían en una batalla: jade contra onix. Era inevitable que el joven no se diera cuenta de lo molesta que estaba la Haruno, pero no tenía tiempo para excusas. Debía recuperar la única prueba existente.

— Sakura… escucha... — El azabache comenzó a pensar en la forma más rápida de terminar con el problema al mismo tiempo que llevaba su mano al entrecejo en un intento por calmarse. — … Por favor.

— ¿Qué harás? — La chica se encontraba expectante. — ¿Traicionarás la aldea? ¿Volverás… a traicionarnos?

Los ojos de la pelirosa reflejaron fuzgamente la desesperación y el temor que escondía en ese momento. Ya no le importaba sacar a relucir sus sentimientos, estaba cansada de lo que sucedía; y la indiferencia que mostraba el chico frente a ella sólo ayudaba a hacerle enfurecer y frustrarse más con su propio corazón.

Quería golpearlo en ese momento hasta que el dolor en sus nudillos nublara el dolor que estaba sintiendo, pero en su lugar retrajo las lágrimas que amenazaban por  escapar de sus ojos. Debía mantenerse alerta.

— Sakura te explicaré después. Ahora… necesito ese pergamino. — En contraste con el tono de la chica, el de Sasuke reflejaba cansancio.
Trató de acercarse nuevamente, pero la chica dio un paso atrás en guardia.

— …No. Quiero una explicación ahora.
La voz de la pelirosa sonó determinada.

El Uchiha se pasó la mano por el cabello oscuro mientras reunía todas sus fuerzas en no perder los estribos en ese instante. 

Aunque se lo negara, Sakura nunca había confiado del todo en él. Había notado su recelo durante los primeros días que intercambiaron palabras en el hospital y era consciente que ese sentimiento permaneció incluso en los días posteriores cuando tenían que completar la misión; llegó a pensar que la distancia entre ambos se había visto reducida con el paso de los días, pero para su desgracia no había sido así. Los ojos de la Haruno reflejaban la misma precaución que cuando llegó de imprevisto en la guerra.

— Tú también dudas de mí, ¿cierto? Crees que yo soy quien está detrás de todo. — Asumió en un intento fallido de reclamo, pues su voz sonó dolida.

El pelinegro sonrió amargamente para sus adentros, lo que veía no era más que la consecuencia de sus actos. No mentiría, era doloroso presenciar  que la chica, la que siempre le había mostrado comprensión, comenzaba a dudar y alejarse de él.

Pero ese destino de soledad era inevitable; después de todo, siempre había sido así entre los dos: se acercaban, inesperadamente algo ocurría y terminaban alejándose aún más. La relación con ella siempre terminaba complicada... y más rota.

— Yo…. — La mirada de la pelirosa huyó entonces de los ojos del Uchiha. — ...no lo sé. — dijo por fin.

Sasuke asintió, aceptando que se encontraba solo nuevamente: la única persona que siempre estuvo de su lado, ahora le daba la espalda.

— Entiendo.

Un hilo de decepción se reflejó en la voz del azabache.

— Sasuke… todo es muy confuso…. yo….

— Ya dejaste en claro tu postura. — Interrumpió. — No necesitas explicar nada. Después de todo, haces bien en dudar de mí.

— No es que quiera hacerlo. — La kunoichi contradijo.

— Pero lo estás haciendo, Sakura.  — El pelinegro ya había aceptado el hecho. Era obvio que la chica dudaba de él si se encontraba en su departamento hurgando entre sus cosas. — Fue mi culpa que se haya llegado a este punto. No debí acercarme otra vez…  Pero estoy siendo sincero en este momento: no soy el culpable. Jamás te mentiría. No a ti y lo sabes.

— Entonces dime qué es lo que está pasando y porqué tienes esto. — Le imploró. Sakura en verdad quería un motivo que le permitiera seguir creyendo en él. Aceptaría cualquier mentira o excusa, con la condición de que fuera él quien la dijera.

— Entiende, Sakura; no puedo dejar que te veas envuelta en esto... Lo siento.

— ¡Quiero una explicación! — Chilló angustiada. — Estoy harta de que todos opinen y supongan. Por una vez en tu vida, ¡no seas un cobarde y dime algo!

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Ya no pudo contener más la tristeza y decepción que sentía dentro de sí. Sasuke seguía siendo él mismo hombre sumido en la oscuridad, privado de la humanidad y la amabilidad para con ella.

Sólo quería una explicación proveniente de él, una que le expusiera sus motivos, sus sentimientos y la verdad; una explicación  que les acercara nuevamente y le dijera que podía seguir confiando en él a pesar de todo. ¿Era mucho pedir? 

 La ansiedad y el coraje que sentía en ese momento se había convertido en un nudo en la garganta que no le permitía respirar.

— No tengo tiempo para esto.

 El pelinegro se acercó a ella y le arrebató sin más el pergamino de las manos, después salió del departamento sin mirar atrás dejando a la pelirosa ahí, sola en medio de su habitación. 

Después del golpe seco de la puerta, las piernas de Sakura no pudieron sostener más el peso de la situación y cayó de bruces al piso. El dolor en las rodillas al chocar con el frío suelo no se comparaba con el dolor en su pecho.

Comenzó a gimotear por la emoción contenida hasta hace un momento mientras trataba de calmarse y respirar. Golpeó el concreto en frustración de haberse visto incapaz de hacerle frente a sus sentimientos nuevamente, pero la fuerza se le escapaba de las manos, las que ahora solo sostenían el vacío; sólo podía renegar de la inevitable realidad en la que se encontraba.

El llanto ahogado de la pelirosa no tardó en inundar el lugar que ahora se encontraba abandonado también por la luz de la luna.

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Oh, porfin un capítulo con mi estilo 😭
Normalmente cuando escribo me gusta ser emocional, pero no había podido serlo porque la historia debe tener bases políticas sólidas debido a que estamos en el holocausto de la 4ta guerra y se vería muy forzado (porfavor díganme si lo he hecho bien).

Espero hayan tenido felices fiestas y que este 2024 sea bueno para todos. ♡

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