IX. Una maldición

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— ¿ES QUE USTEDES SON ESTÚPIDOS?!

Sakura estaba molesta; no, furiosa era la palabra. Naruto y Sasuke se habían escapado a una misión por su cuenta y ahora tenían que hacer frente a las consecuencias de haberlo hecho a espaldas de la pelirosa.

Los dos solo podían escuchar en silencio el regaño mientras ésta les veía con desaprobación en la habitación del hospital. Ya habían recibido atención médica de las enfermeras, y aunque no parecían tener más que rasguños, ambos tenían vendadas las heridas.

— Sakura-chan, no te enojes. — Naruto recibió un golpe en la cabeza ante la solicitud.

— ¡¿Qué no me enoje?! Primero se van sin mí y ahora regresan ambos heridos. ¿Acaso saben cuán preocupada estaba cuando Kakashi me avisó que estaban en el hospital? Yo pensé que estaban entrenando como de costumbre. Son unos desconsiderados dejándome así. Y tú. — El pelinegro se sobresaltó ante la repentina acusación de la kunoichi. — ¿por qué pediste días libres en mi nombre? Estoy perfectamente bien. Incluso mejor que ustedes.

— Yo... — Sasuke no supo qué decir.

— Ya fue suficiente, Sakura. — Kakashi estaba sumamente frustrado por la situación en la que todo se había tornado. — Ahora debemos pensar en cómo solucionar esto... otra vez. ¿Pudieron salvar el pergamino?

— Todo fue consumido por el fuego. — Sasuke dijo, ignorando la mirada de la chica que tenía enfrente. Por alguna razón se sentía válido que la kunoichi le gritara por haber tomado esas atribuciones en su lugar.

— Bueno, ya no importa. Logramos atrapar a la mayoría de los insurgentes que estaban en el sitio; los interrogaremos en cuánto termine mis asuntos aquí con ustedes,

— ¿Qué haremos mientras tanto, Kakashi-sensei? — Naruto se había levantado de la cama y se había acercado entusiasmado al peliplata.

— Es increíble cómo en ese estado sigues siendo un revoltoso. Por ahora, solo manténganse atentos al movimiento dentro de la aldea y no hagan nada estúpido.

— Ni crean que los voy a sanar. Ése es su castigo: sanarán sin ayuda de ninjutsu médico. Ya que creen que mi compañía no es necesaria, entonces arreglénselas solos. — Sakura seguía desquitándose por haber sido dejada atrás.

Después de un momento, Kakashi salió de la habitación y la kunoichi le siguió para seguir con sus pacientes en el hospital. Aunque lo negara seguía preocupada por esos dos, pero también estaba molesta, sobre todo por la actitud del pelinegro. Si Sasuke no la quería en esa misión, pudo haber hablado con ella directamente. Haberlo hablado con Kakashi sin su autorización sólo la hacía pensar que no tenía voto en la misión que se estaba llevando a cabo.

No era como si él se preocupara por ella, entonces que se abstuviera de decidir por ella y de entrometerse en su trabajo.

Con estos pensamientos se despidió de su Sensei y entró a su consultorio para comenzar a revisar el trabajo que tenía pendiente.

— Sakura-san — Justo cuando se había sentado en el escritorio aguien tocó la puerta. — ¿estás ocupada?

— Maru-san, no. Pasa. ¿Qué te trae por aquí?

— Yo... estaba forjando una herramienta ninja, cuando la base se zafó y alcanzó a herirme. — El chico apenado dejó ver la herida que tenía en la pierna.

Sakura inmediatamente se puso manos a la obra.

— Vine contigo porque no quería decirle a mi madre lo que me pasó. Si ella se enterara, no me dejaría seguir hasta que esté sano y el taller ocupa seguir abierto para pagar las deudas del fin de mes.

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