XVII. Obcecación

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Ni un sólo sonido proveniente de la noche se escuchaba cuando Sakura llegó al edificio, el mismo que ella había señalado días atrás cuando se reunieron por primera vez en el departamento de Sasuke. Sus pies le llevaron a ese lugar a sabiendas de que si necesitaba respuestas, entonces debía investigar nuevamente los sitios a donde el pelinegro había tenido acceso sin la compañía del equipo Siete.
Lentamente se acercó al lugar usando las sombras de la noche a su favor; aunque era poco probable que alguien estuviera patrullando el sitio, debía ser cuidadosa al evitar que Kakashi o alguien más se enterara que estaba ahí sin autorización.

"Sólo quiero tener pruebas suficientes".

Se convenció mientras liberaraba chakra en la planta de los pies y escalaba para ingresar por la ventana del segundo piso.
Con cada centímetro que subía, pensaba en que últimamente hacía cosas sin pensar. Era como si a pesar de que la Gran Guerra hubo terminado meses atrás, su corazón y mente seguían todavía en batalla por la situación en la que se encontraba desde que Sasuke había sido liberado; después de todo era difícil ignorar lo que sucedía y seguir la lógica que el mundo shinobi exigía cuando había personas que le importaban de por medio. No quería equivocarse y cometer un error irreparable.
Sakura alejó esos pensamientos de vacilación para concentrarse mejor y de un salto entró con destreza por la ventana; una vez aterrizó en el suelo, ubicó dónde se encontraba.
Una vez sus ojos se adaptaron a la oscuridad, pudo discernir que el edificio estaba conectado por dos escaleras opuestas y desde el segundo nivel podía verse sin problemas el área del primero. Esa arquitectura le hizo recordar el edificio donde se llevaron a cabo los combates individuales durante los exámenes Chunnin cuando tenía 12 años, pues daba la impresión de un cuadrado perfecto.
Con precaución comenzó a moverse por el pasillo del segundo piso mientras analizaba la zona. Cuando hubo terminado de hacerlo se acercó a las escaleras del ala este para bajar al primer piso, pero cuando estuvo a punto de hacerlo una silueta entró por la puerta principal.
Con rápidez volvió a subir los escalones y se escondió detrás de uno de los pilares justo antes de ser vista.
Un quejido silencioso salió de los labios de la pelirosa. Se había raspado la mano entre la euforia por aterrizar. Su acompañante se detuvó a mitad de la sala y giró su rostro al segundo piso, hacia su dirección; Sakura maldijo en voz baja mientras se hacía pequeña en su escondite.
Los ojos del hombre escudriñaron cuidadosamente la oscuridad y segundos después siguió su camino por la sala inferior. Sakura se dio las gracias por haber tomado su capa antes de salir de casa ya que eso le ayudó a perderse entre las paredes con mayor facilidad.
Lentamente asomó su cabeza para seguir con sus ojos los pasos del intruso y comenzó a desplazarse a la par que lo hacía el extraño: cada que él avanzaba al fondo del lugar, ella caminaba a sus espaldas un poco para no perderlo de su campo de visión.
Inconsciente de que le observaban desde las alturas, la silueta seguía caminando por el lugar; una vez llegó al fondo de la habitación, se agachó. Sakura frunció el entrecejo.

¿Qué es lo que tramas, Sasuke?

El pelinegro parecía estar recogiendo algo del suelo mientras Sakura trataba de ver qué era. La Haruno estuvo a punto de ser atrapada cuando el Uchiha se levantó y se giró para regresar a la puerta principal, pero la pelirosa pudo esconderse nuevamente a tiempo.
Una vez que confirmó que estaba sola, Sakura soltó el aire que no sabía que había estado conteniendo. Salió de su escondite y bajó las escaleras con lentitud para acercarse al lugar donde instantes antes el portador del Sharingan había estado; sin embargo, y a diferencia de él, no encontró nada.
Sakura miró a su alrededor buscando alguna pista que le dijera que fue lo que había recogido, pero sólo las huellas de Sasuke permanecían en el polvo del suelo.
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— Kakashi...
Llamó la voz de la Quinta con advertencia mientras le miraba fijamente. Su sucesor tecleaba en el computador.
— Lo sé, lo sé. — Respondió el Hokage en un gesto de asegurarle que estaba escuchando. La oficina estaba llena de papeleo y el peliplata tenía toda la mañana trabajando.
— No deberíamos esperar más para aprehender oficialmente a Uchiha Sasuke. Dos de los Kages ya se enteraron del resultado del interrogatorio y ya tenemos la orden de detención lista; si sigues ignorando su petición, no tardará mucho para que tengamos encima al Señor Feudal y a la misma Alianza. Si queremos lograr el resultado que queremos, debes comenzar a ser rudo.
El Sexto era consciente de ello. Pero debía ganar tanto tiempo como le era posible para poder resolver satisfactoriamente la situación y evitar que Konoha se viera en el ojo del huracán nuevamente. Confiaba en que Ibiki y el departamento de inteligencia pudieran obtener a tiempo la información necesaria para detener a todos los involucrados del Golpe de Estado entre las aldeas ahora que Sasuke había devuelto el pergamino que faltaba en ese rompecabezas sin resolver.
— Lo haré en cuanto Sasuke termine de entregar todas las pruebas que tiene.
La rubia suspiró y se acercó para apoyarse en el escritorio.
— Desde un inicio pensaste en usarlo a tu favor y así atraparle, eh.
— No lo estoy usando... del todo. — Corrigió.  — Sigue siendo un shinobi de Konoha bajo las órdenes de la aldea, así que debe apegarse a las reglas de vez en cuando.
La rubia sacudió la cabeza en desaprobación.
— A Naruto y a Sakura no les agradará esto. Ellos confiaban en hacer las cosas bien.
— A veces eso es imposible... y Sasuke, mejor que nadie, lo sabe.

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