11: La promesa de Raldo

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Apenas pude dormir durante la noche. Me había despertado alrededor de unas cinco veces, y había conciliado tres horas de sueño. A Rupert le había pasado algo parecido. No me lo quiso decir, pero sus ojeras me lo contaron todo.

Para empeorar la situación, Raldo nos había levantado a las cinco de la mañana. Por fin había decidido espabilar un poco, después de haber estado dormido durante casi toda la semana.

Rupert y yo tomamos alrededor de cinco tazas de café. No solo para la mañana, sino para cuando estuviéramos en la arena.

-¿Una vez que lleguéis a la arena, que haceis? -preguntó Raldo.

-Alejarnos de la cornucopia. -dijimos Rupert y yo a la vez.

-Bien. ¿Y luego?

-Nos escondemos juntos y esperamos a que los patrocinadores nos den algo.

-Bien.

-Una cosa más -dije yo.

-¿Si?

-La chica del Distrito 5 es nuestra aliada.

-Pues os la lleváis a ella también. Me da igual con tal de que salgáis de ahí de inmediato. ¿Entendido?

-Sí. Nos lo has repetido como cuatro veces.

-También se lo dije a vuestro coleguita Finn el año pasado, y fue directo a la Cornucopia. ¿Y qué pasa cuando alguien del Distrito 9 va a la cornucopia?

-Que muere.

-¡Exacto!

Raldo saltó del sofá, y empezó a caminar en todas direcciones.

-Nada de fuego a menos que sea cuestión de vida o muerte. Nada de hablar muy alto. Nada de enfadar a los vigilantes y nada de perseguir a los profesionales.

-No somos idiotas. -protesté.

-Solo me estoy asegurando.

-Pues asegúrate de que los patrocinadores nos den una manta para esta noche.

-Eso no es algo que tenga que discutir con vosotros. Y no me gusta que me hables en ese tono.

-No eres mi padre.

-¡Pero si tu mentor! Creeme que si me cabreas demasiado, puedo decidir no mandarte nada y dejarte a tu suerte en esa arena.

-No serías capaz.

-Sí que lo sería.

Me levanté del sofá también, justo cuando Ninna entró a buscarnos.

-Entonces es cierto que no te importan tus tributos. -ataqué.

-Eso no es lo que he dicho...

-Anlieese, por favor, cálmate -me dijo Rupert, sujetándome el brazo.

-No. No me voy a calmar.

Di unos pasos al frente, para ponerme cara a cara con Raldo.

-Como no nos des ni una ayuda en esa arena, voy a estrangularte el cuello cuando vuelva.

-Me encantaría verte intentarlo -sonrió.

-Vamos, chicos. Hay que ir a desayunar abajo. -dijo Ninna. Rupert se levantó y fue a donde ella.

-Esperad un poco. Quiero hablar de algunas cosas con Raldo, no será largo.

Ninna no contestó. Se llevó a Rupert, y una vez que escuché la puerta cerrarse, Raldo habló:

Búscame en los campos --- 72 Juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora