Capítulo I: Choque de mundos

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—¿Alguna vez han estado en una? —Dos chicas voltearon hacia el chico que acababa de hablar.

—Primera vez para mí —Respondió monótonamente la joven a su lado a la par que movía su negro cabello para alcanzar su oreja, el frio sonido de clic al colocar sus audífonos en su caja fue el final de su interacción.

—Odio los lugares con mucha gente —La mirada de la ultima chica vagaba entre la puerta del edificio y la estación de tren cercana, el pequeño vaivén que hacía con los pies revelaba el debate en su interior.

—Vamos hija tranquila, ya verás que es divertido, yo sí he estado en varias, antes no existían estos teléfonos que te dicen todo —La joven se relajó cuando un señor con algo de barba coloco su gran mano en su cabeza, aunque se molestó un poco cuando su corto cabello se desorganizo, la voz del hombre hacia notar que hablaba desde la experiencia— Ya verán que es muy tranquilo.

Liderados por el mayor, los cuatro se dirigieron lentamente al edificio, al entrar los tres más jóvenes su piel se puso de gallina al chocar el frio contra ellos.

Un escalofrío los recorrió, pero no era generado por el frío necesariamente, tal vez el frio no era lo único afectándolos.

—Brrr, oye no sabía que en las bibliotecas hacía tanto frío —El hombre mas joven intentaba calentar sus brazos haciendo algo de fricción con su propia mano.

—La chica pelinegra se burló— Oye, eres el hombre del grupo, se más valiente, un poco de frío no te matará —La chica agito la mano como si no importara nada.

—Hagan silencio muchachos, no queremos que nos saquen, perderán la nota de su proyecto —El mayor advirtió señalando el cartel de reglas.

La gente que estaba metida en sus propios asuntos ni siquiera notaron que una chica los miraba, paseando su vista por todas las mesas y librerías ella se perdía en el silencioso entorno— Oye, esto no está tan mal, es silencioso la verdad— Susurro para sí misma en alivio.

—¿Primero debemos registrarnos? Bueno, supongo que las bibliotecas también se actualizan con el pasar de los años —Concluyo el hombre al mirar un cartel al lado de las reglas— Vamos al mostrador chicos.

El fuerte sonido de las teclas siendo presionadas llegaba a los oídos del cuarteto, una chica algo intimidante estaba escribiendo en su computadora, su mirada afilada viajaba entre los libros a su lado y el monitor, aunque su fría mirada se desvió rápidamente a los cuatro clientes que se acercaban, su cara se trasformo enseguida derrochando amabilidad — ¿Buenos días en que puedo ayudarlos?

—Emmm, pues, necesitamos unos libros —El chico titubeó al solo recibir una extraña mirada de la amable recepcionista.

—Bueno, es algo obvio —La recepcionista dejo salir una tierna risa— Porque no me dan primero sus identificaciones y luego me dicen que tipo de libro buscan —Extendió delicadamente sus manos recibiendo las cuatro identificaciones, era un gran constaste con su pose antes de que ellos llegaran, el sonido de las teclas acompañaba la ligera música de fondo que salía de sus audífonos— Veamos, Gael Ferrandis —Nombro al chico mientras le regresaba su identificación.

—Presente —Gael levanto ligeramente la palma.

—Laia Alcada —Extendió su mano para regresar la identificación.

—¿Eh? A si, gracias —No se molestó en levantar la mirada de su teléfono, se lograba escuchar una alegre música saliendo de su teléfono en volumen muy bajo.

—Cloe Rava... ¿o mismo apellido, ustedes son padre e hija? —Cuestiono la recepcionista al mayor del grupo ya que la chica no parecía dispuesta a hablar.

El Laberinto Eterno: Aventuras en un mundo laberinticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora