Verano: Parte 4

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Fue en el verano de 1989 cuando Hakuji tomó su mano por primera vez.

De vez en cuando solía pensar que odiaba todo tipo de contacto físico con otras per­sonas. Odiaba que su mejor amigo lo abrazara por el hombro, o que Rui lo obligase a cargarlo todos los días cuando se quedaba dormido a propósito en el sofá de la sala para que lo llevara hasta la cama.

Pocas veces se dejaba acariciar cuando su padre lavaba su cabello o cuando su ma­dre intentaba maquillarlo en Halloween.

Por eso mismo fue verdaderamente extraño que al rozar su mano con la del pequeño rubio, sintiera una serie de choques eléctricos recorrer su brazo hasta hacer un camino por su hombro y terminara en un escalofrío por su columna vertebral.

En el verano de 1989, Hakuji pidió un deseo al cielo: "Por favor, permíteme tomar su mano entre la mía hasta el fin de mis días".

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Kyojuro Rengoku no solía hablar mucho, eso Hakuji lo supuso de inmediato

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Kyojuro Rengoku no solía hablar mucho, eso Hakuji lo supuso de inmediato. Mantenerse sentados en la habitación del rubio por casi diez minutos sin que ninguno dijera abso­lutamente nada fue un poco abrumador y estresante. Rui jugaba con el pequeño cubo rubik que muy amablemente Kyojuro le había prestado, el pequeño pelinegro se metió tanto en su deseo de armar todos los colores que no se dio cuenta de la desesperación que estaba sufriendo su hermano mayor.

Cuando Hakuji observó mejor a Kyojuro, pudo identificar la ropa tan desgastada que vestía el pecoso, una chamarra rota y levemente sucia con un estampado de un conejo por la parte de atrás y un logotipo con las palabras "HERE WITH YOU" se leía claramente. Luego estaban esos zapatos morados con pequeños hoyos en las costuras. ¿Por qué Kyojuro era tan descuidado con su persona? En verdad que Hakuji no lo entendió muy bien.

Seguramente la conversación que los viejos tenían en la planta baja podría ser más interesante que solo estar sentado en el suelo frente a ese extraño rubio, apenas si había escuchado como cinco palabras por parte del pequeño y ya deseaba salir de ese lugar.

Rui sonrió en el momento que logró completar la cara de color blanco del cubo. Kyojuro lo miró con admiración, porque posiblemente era la primera vez que tenía ese tipo de ju­guete en sus manos y no sabía cómo armarlo... había llorado por casi media hora cuando su abuelita se lo entregó envuelto en una bolsita con estampas de conejo.

—Eh, Hakuji. Logré acabar el color blanco —murmuró Rui con obvia alegría.

El pelinegro menor se acostó completamente en el suelo, sonriendo por su mayor logro en la vida. Si Hakuji pudiera decir algo acerca de su hermano Rui, era que el niño se dedicaba a jugar con la comida y que amaba que Hakuji le enseñara a armar los rompecabezas de colores.

𝟏𝟗𝟖𝟗; 𝐇𝐚𝐤𝐮𝐣𝐢 𝐱 𝐊𝐲𝐨𝐣𝐮𝐫𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora