Verano: Parte 3

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Fue en el verano de 1989 cuando Hakuji escuchó su voz por primera vez.

El pequeño niño no dejaba de ocultarse detrás de esa simpática señora. Inflaba sus mejillas regordetas y abría sus ojos con sorpresa. Lo seguía con la mirada mientras su madre lo obligaba a entregarle la tarta de moras a la vieja Tamayo.

La señora con larga cabellera sonrió y al mismo tiempo les dio un pequeño abrazo a él y a Rui, además de que saludaba amistosamente a Nakime y Kibutsuji.

A pesar de eso, Hakuji nunca desistió de acercarse al pequeño rubio y en el momento exacto en que la vieja Tamayo los presentó, Hakuji entendió que sería real­mente difícil intentar sacar de su cabeza la melodiosa voz con la que lo saludó.

En el verano de 1989, Hakuji pidió un deseo al cielo: "Por favor, necesito escu­char su hermosa voz pronunciando mi nombre".

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Rui corría por toda la sala, esperando a que los adultos terminaran de acomodar la mesa

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Rui corría por toda la sala, esperando a que los adultos terminaran de acomodar la mesa. Ruka (así es como se llama la señora de larga cabellera) hablaba animadamente. Los rumores que corrían por el vecindario resultaban ser ciertos.

—Ellos son mi hija Ruka y mi nieto Kyojuro —explicó Tamayo. Sonreía orgullosa­mente, tomando de la mano al pequeño rubio.

Hakuji repitió el nombre en su mente, casi como si fuese un secreto que deseaba guardar para sí solo. "Kyojuro" encerraba cientos de conceptos que podrían definir la perso­nalidad de ese niño, pero era poco creíble que ese pequeño llegara a ser capaz de revivir un jardín muerto.

—Señora Tamayo, yo ya había escuchado varios rumores de que usted había tenido una hija, pero como nunca la conocimos, pensé que no era verdad —contestaba Nakime, inten­tando controlar a Rui, casi lo mataba con la mirada—. Compórtate —le susurró con fir­meza.

—Oh, Nakime. No te preocupes por preguntar, eso es un tema que corre por todo el vecindario, no crean que no me he dado cuenta de que hablan sobre mí —soltó una risita Tamayo —Todavía tengo buen oído.

Kibutsuji movió la cabeza en desaprobación. Vivir en ese vecindario lleno de personas chismosas no era para nada cómodo. Y mucho menos en esa época, donde recién comenza­ban a inventar las cámaras portátiles.

—En realidad yo decidí irme de casa muy joven —habló Ruka, acercándose a su ma­dre y permitiendo que el pequeño Kyojuro siguiera escondiéndose detrás de su espalda—. Les hice pasar muchos enojos a mis padres.

Para ese punto, Hakuji ya se había cansado de seguir con la mirada a Kyojuro, contem­plar esas gotitas de miel resplandecientes lo regresaban a los sucesos de esa misma mañana, ¿Qué significaba la expresión que el rubio tenía sobre su rostro? Parecía que le pidiese ayuda a gritos.

𝟏𝟗𝟖𝟗; 𝐇𝐚𝐤𝐮𝐣𝐢 𝐱 𝐊𝐲𝐨𝐣𝐮𝐫𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora