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Fue en el otoño de 1989 cuando Hakuji compró flores por primera vez debido a su mera curiosidad en saber qué tan interesantes eran y la razón del porqué le gustaban tanto a Kyojuro.
Pasó una enorme vergüenza al ingresar a la floristería más cercana de su casa, ubicada en el famoso callejón del amor donde muchos puestos se dedicaban a vender productos para los enamorados. El pelinegro tuvo que sacar la voz más rasposa posible desde su garganta, pero para la amable señora que estaba detrás del puesto no fueron más que tiernos maullidos preguntando por un tipo de flor especial.
Tuvo que contar las monedas exactas para que le envolvieran aquellas flores con un moño especial y una decoración que a simple vista daba la sensación de que estuviese a punto de pedir matrimonio. Hakuji se golpeó su mejilla con las palmas de sus manos simulando que aún estaba dormido y necesitaba despertar.
Ignoró a las viejitas chismosas que cuchicheaban entre ellas como si fuera una enorme novedad ver a un niño de doce años comprando unas cuantas plantas, aunque seguramente lo que más se andaban secreteando era que se trataba más de él y de sus extraños vecinos.
En el otoño de 1989 Hakuji pidió un deseo al cielo: "Por favor, espero que nadie más se atreva a hablar mal de Kyojuro y su familia".
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Por ahí había escuchado que para llegar al corazón de una persona era mediante la comida. Sí, claramente estaría perdido desde ese punto, ¿a quién querría engañar? Hakuji no se acercaba a la cocina nada más que para comer. Podría decirse que era un glotón exigente cuando de los alimentos se trataba, solo que tampoco podía quejarse mucho teniendo a la peor cocinera del mundo en casa: o sea su madre.
Obviamente estaría perdido si intentase conquistar a Kyojuro por medio de un platillo, suficiente había tenido con los pastelillos que le preparó, además de que todo eso implicaba una enorme cantidad de dinero, algo de lo que él y todo ese vecindario carecía.
Bien, conquistar por medio de la cocina está completamente descartado. ¿Escribirle una carta? ¡Puag! No era un romántico cursi que se pusiera a imitar a Shakespeare, su cabeza no era tan enorme como para albergar miles de palabras y poderlas plasmar en una hoja de papel. Y si intentara decírselo al pecoso a la cara, notoriamente se quedaría estancado desde la primera frase.
¿Cómo siquiera es que su papá pudo conquistar a su mamá? ¡Ah, cierto! Su mamá fue quien lo persiguió todo el tiempo hasta que logró que se casaran y por el simple hecho de que le pareció lindo. Por supuesto que Kyojuro es lindo, es mucho más que eso. Había notado que al rubio le gustaba poner una manta en el patio de su abuela Tamayo y acostarse para mirar el cielo. Señalaba las nubes y murmuraba que figuras hacían, en ocasiones eran las estrellas las que predominaban a su vista y hacia la locura más grande al tratar de contar una por una.
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𝟏𝟗𝟖𝟗; 𝐇𝐚𝐤𝐮𝐣𝐢 𝐱 𝐊𝐲𝐨𝐣𝐮𝐫𝐨
FanfictionHakuji adoraba sembrar rosas todos los días en el jardín de su casa. Kyojuro era un pequeño niño cachetón que intentaba revivir el jardín muerto del patio de la casa de su abuelita imitando todas las acciones del pelinegro. La primera rosa sembrada...