Verano: Parte 5

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Fue en el verano de 1989 cuando Hakuji tocó su cabello rubio por primera vez.

Fue una atracción casi imposible de impedir, sus manos se movieron por sí solas, como si su cerebro fuese un inútil para evitar que sus extremidades hiciesen lo que quisie­ran.

Enredar sus dedos entre aquellos mechones rizados fueron una completa locura en el momento en que decidió delinear cada hebra con delicadeza y olisquear el delicioso olor de vainilla que desprendía ese pequeño.

Quiso dejar de lado los argumentos que aparecían en su cabeza y que molestaban con insistencia que se alejara de ese pequeño cachetón. Pero sin dejar de pensarlo en realidad, con tan solo ver su rostro, Hakuji podía imaginar la hermosa sonrisa que le de­dicaría al momento de visitarlo en la casa de la Vieja Tamayo.

Era pleno verano, aun así, Hakuji sentía un torbellino de mariposas en su estómago cuando experimentaba algo nuevo con Kyojuro.

En el verano de 1989, Hakuji pidió un deseo al cielo: "Por favor, anhelo enredar mis dedos entre su cabello rubio todos los días a la hora de despertar".

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La caja que tanto Hakuji como Rui habían llenado de sus juguetes viejos para re­galár­selos al cachetón (como lo había denominado el pelinegro mayor) ya estaba encima de la mesa, lista para que su madre los ayudase a cargarla y acompañarlos hasta ...

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La caja que tanto Hakuji como Rui habían llenado de sus juguetes viejos para re­galár­selos al cachetón (como lo había denominado el pelinegro mayor) ya estaba encima de la mesa, lista para que su madre los ayudase a cargarla y acompañarlos hasta la casa de la vieja Tamayo. Fue una noche larga luego de que Hakuji charlara con Nakime acerca de la expre­sión tan feliz que mostró Kyojuro al enseñarles el primer juguete que le regalaban.

Por supuesto que en un principio no resultó del todo comprensible cuando Hakuji es­cuchó a su madre hablar sobre las clases sociales.

En los años 80's las personas solían clasificarse por el tipo de status donde nacían, los que crecían en cuna de oro podían llamarse los presumidos de la ciudad... Hakuji lo rela­cionó inmediatamente con Douma, el jodido niñato que llevaba ropa nueva todos los días y que jamás en los cinco años que habían compartido clase lo vio repetir alguna prenda.

También estaban los de clase media, que aunque no tuviesen mucho dinero para gas­tar en tonterías, tampoco podían quejarse de nada, pues comida ni ropa les hacía falta, como su familia. Al final estaban los de la clase baja, aquellos que jamás en su vida verían ropa de marca, juguetes de colección o comida costosa... y lamentablemente su madre le explicó que Kyojuro pertenecía a ésta última clase.

Realmente Hakuji sintió una presión muy fuerte en su pecho, rememoraba el gesto de alegría tan grande en el instante que Kyojuro extendía su brazo hacia él y le enseñaba el pequeño cubo rubik casi nuevo que yacía en su pequeña mano. Incluso recordar el mínimo toque que mantuvo con ese cachetón le intrigaba en demasía, habían estado en el momento correcto para rozar sus dedos. Ese diminuto toque causó muchas reacciones en su cuerpo, especialmente en su corazón.

𝟏𝟗𝟖𝟗; 𝐇𝐚𝐤𝐮𝐣𝐢 𝐱 𝐊𝐲𝐨𝐣𝐮𝐫𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora