16. Lo que yo soñé

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- ¿Por qué simplemente lo lanzaste al mar? - dijo Tsubaki

- Hubieras esperado a que terminarán su discusión... - dijo Shun'O

- Solo hubiera empeorado... Grimillow tiene razón... no tiene porque darme su cuerno... no soy nada para él... - dijo entre lágrimas la dama

- Pero Inoue... sí regresas deberás casarte con Renji en unas semanas... - dijo Lily

- Sí, lo sé... además aún debo convencer a la señorita Matsumoto de ayudarme con esta invasión... - dijo con tristeza la chica

Entonces regresó al palacio con decepción. Todo había sido en vano, subió a su cuarto y por primera vez desde la muerte de su hermano solo se tiró en su cama a llorar. Las hadas miraban con agobio el dolor que le había causado a la pelirroja. Después de unas horas tuvo que seguir con su horrible rutina de lucha por el reino. Antes el pelear le daba una satisfacción vacía, era un deber que al menos le hacía creer que ayudaba a otros, ahora ya no sentía esa emoción, aún con los mismos gritos, aplausos, vítores y alardeos. Recordaba como curar a Ulquiorra sin ese bullicio había sido mucho más gratificante que bañar en sangre su espada. Se empezó a reparar el castillo para una ceremonia puramente protocolaria de matrimonio entre los dos duques. Durante ese tiempo en sus ratos libres durante la tarde o muy temprano en la mañana al alba iba Inoue y se sentaba en la playa donde conoció a su amado para mirar al mar y soñar con esa vida de sirena que ya no llegaría. El que miraba desde las ruinas de aquel barco era Grimillow, quien irónicamente no había podido ir con Ciffer a ver a su papá, el ojiverde estaba siempre acompañado por el cuarteto de sirenas. Al verlo tan deprimido aún en su gran regresó, Aizen lo abrazo para hablar con él.

- ¿Estás bien? - preguntó de forma simple el castaño

- Depende de "bien" en qué sentido... - dijo decaído el ojiverde

Entonces se separaron, el mayor lo miró un momento.

- Te ves un poco delgado. Tienes varias cicatrices y... eso te tomó tiempo (señalando el collar) - dijo el padre

Celoso el joven lo sujetó entre sus dedos, especialmente el cuerno de rinoceronte, apenas una delicada punta.

- Sí, un poco de esfuerzo también... - dijo pensativo el de pálida piel

- ¿Ahora también gustas de hacer collares con tu comida? - dijo Aizen

- No. Sigo sin disfrutar de hacer algo como eso... pero lo hice para ella... - dijo el pelinegro

- Por una hembra podemos cambiar... de tímidos a románticos... - dijo el castaño

- Padre. Por primera vez en mi vida me siento... solo... No me malinterpretes. Te extrañé mucho, al igual que a mi hermano... pero algo me falta en el pecho... y me estruja el corazón... Por primera vez, veo la oscuridad y me parece un abismo... siempre me sentí a salvo, lejos de lo que había en la tierra, más allá de la costa... sin embargo... ahora siento que me devora esta soledad... está noche eterna... por primera vez quiero irme a la luz... disfrutar del brillo del sol, de los colores y olores de las flores, de las frutas... - dijo con débil voz el tatuado

- ¿Qué haz hecho Ulquiorra? - dijo pensativo el mayor

- Los humanos dicen que la locura acompaña siempre al amor... es quizá la locura misma el único método para encontrar el amor... - dijo deprimido el recién llegado

Ciffer se alejó nuevamente mirando hacia arriba, al vacío, finalmente se recostó más allá sobre unas rocas. Con un suspiró lo miró su padre, no iba a hacerlo razonar, así que se alejó un poco para darle espacio. Sin embargo, el grupo de sirenas hizo lo contrario, apenas a centímetros del pelinegro.

Espuma de marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora