!#04: Agujero Negro

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Nunca había tenido tanto miedo como ese día. No importa cuánto lo piense, no encuentro manera de resolverlo. No hay solución. Intento pensar en qué haría Plata, Raffa, pero yo no soy inteligente. No hay muchas cosas con las que distraerme aquí, mis recuerdos pasan como la película, siempre regreso a ese momento. Primero fue el hielo en el techo.

Se lo lancé a Estaño para que no lo siguieran regañando. La cara de la cuidadora se veía cada vez más molesta y no quería que mi amigo terminara con muchos problemas. ¡Podían quitarle su postre por varias semanas! No quería ver a Estaño triste o a Cobre preocupado. Lancé el hielo porque era la única manera en la que podía llamar su atención sin hablar...

No esperaba que Estaño reaccionara así. A veces, cuando cierro los ojos, escucho los zapatos de los cuidadores corriendo. ¡Ya se lo había lanzado un millón de veces! Y nunca antes había hecho eso. Nunca nunca. Era mi forma de decirles que se estaban equivocando, que los cuidadores nos estaban poniendo mucha atención. Y sé que están aquí para cuidarnos, ¡lo dice su nombre! Pero a veces pienso que es mejor que no nos miren...

Un día le dije mi teoría a Plomo, pero él me dijo que era imposible. ¿Para qué más estarían aquí? Ellos nos vigilaban para que nosotros estuviéramos a salvo, esa era su misión. Los adultos querían protegernos y ayudarnos a controlar nuestras habilidades para salir de aquí pronto. ¿No? Plomo me hizo prometerle que no le diría a nadie más sobre mis pensamientos, podría herir los sentimientos de aquellos que nos cuidan. Ahora no estoy muy seguro de mi promesa.

Siempre pienso en que ellos corrieron en los pasillos, cuando toda mi vida nos han dicho que eso no se hace. Por eso supe que era una emergencia. Vi el hielo en el techo y no supe qué sentir. Miré a Plata, esperando una indicación que nunca llegó. Plata, Raffaello, quien es súper inteligente y siempre sabe qué hacer, sólo abrazaba su almohada con mucho miedo.

Después vinieron los gritos.

Cubro mis oídos, aunque sé que no hay ruido aquí. Mis recuerdos se sienten tan reales que puedo escucharlos. ¿Es eso normal? Niego con la cabeza, intentando concentrarme en cualquier otra cosa. Pero no hay nada que desvíe mi atención aquí. No hay nada en lo absoluto.

Abrazo con fuerza mis piernas, rodillas contra mi pecho, mientras me mezo. Eso a veces me calma. Tarareo una canción chiquita, parecida a la de la película del gatito que es adoptado por una familia de perros de la calle. ¿Cómo se llamaba esa película? Mi memoria no me da para acordarme de toda la canción, sólo una parte que se repite muchas veces, sin final. Me gusta mucho esa película.

Me pregunto cuál película están viendo. O si están viendo alguna. No sé qué hora es, así que es difícil saber qué estarán haciendo. En mi imaginación, el resto está en la sala de juguetes y están viendo una película. No la del gatito, eso me pondría triste. Es mi película favorita, no me gustaría que la vieran sin mí. Quizás ven una de superhéroes. Los cuidadores nos ponen de esas para que nos den ganas de controlar nuestras habilidades. ¡Si ellos pudieron, nosotros también! Quizás eso están haciendo mis amigos. Y están felices.

Aquí la oscuridad es tanta que no puedo ver mi mano. No me da miedo la oscuridad, pero tampoco me gusta mucho. Mi imaginación no es tan activa como para hacerme ver cosas donde no las hay, puedo controlarme bien. Sin embargo, no me gusta no tener luz. Saber la hora es difícil, pero también lo es siempre tener sueño. Aquí en la oscuridad, siempre tengo sueño.

Me acuesto hecho bolita. El cuarto es pequeño y frío. La explicación de la señora Katsaros resuena en mi cabeza: «Es un castigo, se supone que sea incómodo». El piso es duro y extraño mi camita. También extraño a Olli. ¡Así se llamaba la película! Oliver. Extraño mucho muchísimo a mi Olli. Mi gatito de peluche. La señora Katsaros no me dejó traerlo conmigo aquí y creo que eso es lo más feo de todo.

ERROR III: Colapso || ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora