El cobrizo negó con la cabeza. Él soltó un resoplido, cansado, sin saber qué más hacer. Llevaban más de media hora intentando sacarle palabra al arquero, pero este se limitaba a tentar su paciencia. Tenía suerte de que Acuario lo apreciara; de ser por el signo de agua, hacía tiempo que se hubieran rendido. Necesitaban respuestas, sin embargo, e interrogarlo ahora les garantizaba la mayor cantidad de detalles. En la posición en la que estaban, no se podían permitir que Sagitario olvidara algo, más si ese algo podía representar la diferencia entre llevar la ventaja o no. En la esquina, Aries no hacía el menor esfuerzo por disimular su mirada.
El resto de la generación había vuelto a dormir, o pretendían hacerlo. Piscis no tenía la energía ni la curiosidad para comprobarlo. Él no podía regresar a su improvisada cama, aunque quisiera. Gracias a las estúpidas guardias de su mejor amigo, debía mantenerse despierto por las siguientes tres horas. Acuario no volvería a dormir hasta sacarle la verdad a Sagitario, lo cual era algo bueno, por lo menos pasarían algo de tiempo sin las constantes burlas del resto.
Sagitario no había dicho palabra. Lograr que se sentara fue una hazaña, pero ahora se limitaba a observar el fuego en silencio, abrazando su peluche y jugueteando con su pulsera. Acuario le ofreció de los dulces de Tauro sin éxito. Parecía que, mientras más lo presionaban, más se cerraba. Piscis creía entender de dónde venía esa respuesta, más considerando la última predicción que tuvo. Y, a pesar de que no eran muy cercanos, sabía que su actuar estaba un poco justificado.
— ¿Me prestas al tonto?— Preguntó al arquero. El otro asintió con la cabeza, ojos clavados en la fogata.
— Piscis, no es por ser un perfecto idiota, pero en verdad necesito hablar con Sagi— Le contestó el signo de aire. Piscis puso los ojos en blanco con tanta fuerza que se sorprendió cuando estos no se salieron de su cráneo. Acuario podía ser tan despistado a veces.
«¿Puedes venir un segundo, cariño?», pensó, fuerte y claro, aprovechándose se la habilidad de su pareja. Vio la sorpresa en los claros ojos del jarrón, sus orejas ardiendo. No pudo mantenerle la mirada, la avalancha de pena lo había arrastrado y prefería morir a afrontar las consecuencias de sus acciones. En cuestión de segundos, Acuario estaba a milímetros de distancia.
Piscis se alejó lo más rápido que pudo, en parte por la vergüenza, en parte porque no estaba en sus planes ser novio de una paleta de hielo. Caminó hacia la puerta, escuchando los pasos del otro seguirlo. Cuando consideró que estaban lo suficiente lejos del resto, se volteó, aun evitando contacto visual. Acuario estaba a menos de un metro, pero un poco más separado. Gracias a las estrellas no se podía acercar más o Piscis hubiera temido que pudiera escuchar su corazón. Al tocar la pared detrás de él, el hielo la cubrió, pequeño regalo de su nerviosismo.
— ¿Qué me quieres decir, cariño?— Acuario remarcó esa última palabra, murmurando, acercándose más. Piscis intentó retroceder, pero la pared se lo impidió. Contuvo la respiración, hiperconsciente de cada movimiento dado, aterrado por la temeridad del otro. Acuario siempre había sido imprudente.
— No te quiero congelar, Vlad— Susurró. Una parte de su cerebro, aquella que no era tan diferente a un niño pequeño, le gritaba que lo tocara. La verdad era que moría de ganas de abrazarlo, de besarlo, de hacer todas esas cosas que las parejas hacían. Y sabía el efecto que tenían sus egoístas pensamientos en su pareja. Sintió su cuerpo acercándose un poco más, la frustración en los ojos ajenos, el calor que el otro emanaba contra su natural frío.
— No me acercaré más— Farfulló bajito. Piscis se relajó un poco, forzando una mueca parecida a una sonrisa, luchando con todas sus fuerzas para no extender su brazo y tocarlo. Acuario estaba a contraluz y las sombras hacían ver su rostro más severo— Sólo...
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ERROR III: Colapso || Zodiaco
General FictionQuizás esto era todo lo que jamás serían. Nadie quería aceptarlo. Habían pasado por tantas cosas como para rendirse ahora, pero estaban tan cansados... Habían sido artificiales, hasta que descubrieron que no lo eran. Habían sido fugitivos, hasta que...