#05: Primera nevada

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¿Cómo saber si una decisión era la correcta? Esa era la pregunta que llevaba haciéndose toda su vida, aún incapaz de encontrar una respuesta satisfactoria. Lo podía saber después, cuando las consecuencias de sus acciones lo golpeaban en la cara y debía tomar otra decisión. ¿Pero saberlo antes? Imposible. Sólo podía tomar toda la información disponible y rezarles a las estrellas que los frutos no estuvieran podridos. El problema era que las estrellas no solían escucharlo.

Por primera vez en su vida, había tomado la decisión solo. Algo que no sólo no le gustaba, sino que era casi poético. En su etapa de negación, había dejado que el segundo al mando tomara todas las decisiones y él se limitaba a imponerlas. La ironía podía ser algo delicioso. Géminis se había rehusado a hablar, dejándolo con el deber para él solo. Y Aries sabía que no tenían mucho tiempo para trazar un plan de acción: Las nubes cada día eran más grises, el clima era más gélido.

Lo analizó como nunca lo había hecho antes. Los pros, los contras y esas cosas que Capricornio siempre mencionó, esas cosas a las que él nunca le dio tanta importancia. Lo habló con Cáncer, con Virgo e inclusive con Acuario, prácticamente con cualquiera que estuviera dispuesto a conversarlo. Sobre todo, con Acuario, para variar. La conclusión a la que llegó fue la más evidente, pero no por eso disminuía su ansiedad: Tenían que encontrar refugio.

Las cabañas que Cáncer recomendó fueron la opción más lógica. No sólo estaban cerca, sino que también las sabían abandonadas por completo. Quizás ese había sido su error primigenio, llegar a una ciudad donde invariablemente llamarían la atención de los locales. Quizá cambiar ese factor jugaría a su favor. Aries esperaba que así fuera. ¿El contra? No tenían ni idea de en qué condiciones encontrarían esas construcciones, o si las encontraran en lo absoluto.

La enciclopedia andante de la generación le había explicado que fueron construidas hacía más de cinco décadas, pero su popularidad llegó al mismo tiempo que el auge del proyecto, hacía casi veinticinco años. De acuerdo con Cáncer, eran un complejo turístico vendido al público como una «Experiencia más natural» para vacacionar, lo que sea que eso significaba. Por lo mismo, fueron remodeladas lo mínimo. Aries no quería que las esperanzas de la generación se fueran muy arriba, con ese historial no sonaban para nada seguras, pero lo haría funcionar.

— Virgo— Llamó cuando los edificios se hicieron visibles en el horizonte.

La neblina cubría el mundo como una densa cortina gris, limitando visión. No obstante, un par de edificaciones resaltaban caobas. También el bosque era llamativo. Después de caminar por días sin final en la llanura, ver un puñado de árboles juntos era refrescante e inquietante en partes iguales. No eran muchos, pero ellos no conocían nada parecido.

— No prometo nada.

Era lo mejor que podían hacer para sentirse un poco seguros. Aries era consciente de las limitaciones en la habilidad de Virgo, más ahora en invierno con las opciones reducidas. Vio al peliblanco marchar al frente de la formación y cerrar los ojos, ceño fruncido, en un intento de establecer contacto con cualquier cosa. Si podía tener ojos en esas cabañas, tendrían la ventaja.

Después de todo, no tenían ni idea de si había militares esperando por ellos allá. Nunca se podía ser demasiado cauteloso cuando se era fugitivo. Escuchó al singo de tierra chasquear la lengua, ojos apretados, un par de metros más adelante. No necesitó de palabras para saberlo. Le sonrió, sin embargo, porque sabía que le había pedido algo casi imposible y no quería hacerlo sentir mal. De eso se encargaría Acuario.

— Hay unas voces extrañas, nada que haya escuchado antes, y son completos idiotas.

— No sabía que también podías comunicarte con Acuarios salvajes— Bromeó Tauro, golpe cortesía de Cáncer.

ERROR III: Colapso || ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora