Al principio, odiaba estar aquí. No me gustaba estar en las incómodas camillas, con el bipbipbip de las pantallas, sin nadie con quien hablar en todo el día. ¡Lo odiaba! Era tan aburrido estar todo el día viendo el techo, sin poder levantarme o caminar o jugar. Los cuidadores venían un par de veces al día a preguntarme cómo seguía, ¡pero yo quería salir con mis amigos al jardín! Además, he pensado en cómo vengarme del tonto de Anubis, que me lastimó la última vez.
Pero un día me desperté por los pasos. Las puertas se abrieron de golpe. Era como estar en medio de una estampida, todos corriendo y gritando palabras que no entendía. Me levanté tan rápido que el mundo dio vueltas a mi alrededor, puntitos de colores volaron y luego pude ver lo que pasaba. Un grupo de cuidadores empujaban una camilla, todos hablando al mismo tiempo, sin detenerse cerca de mí. Los vi desaparecer por las otras puertas, tan rápido como aparecieron. Mi cabeza comenzó a doler por los gritos y pensamientos, pero pensé que volver a dormir me ayudaría.
A los pocos minutos, la señora Katsaros vino. Supe que era ella por el sonido de sus zapatos al caminar. Me volví a sentar, con una sonrisa en mi rostro. Ella se sentó en mi cama, sonriendo, mientras pasaba sus dedos por mi cabello. Me gusta cuando hace eso. Soltó un bostezo. Se veía cansada, con ojeras y todo. La vi dejar una botella plateada en la mesita al lado de mi cama.
— ¿Por qué todos corren?— Recuerdo haberle preguntado— Usted siempre me regaña cuando yo lo hago, ¡no es justo!— Ella volvió a sonreír.
— Tuvimos un pequeño... accidente— Me dijo. Se quedó un momento viendo las puertas por las que los demás se fueron. Es cuando me di cuenta de las gotitas rojas en el piso— ¿Tú cómo sigues?— Llamó mi atención, volviendo a acariciar mi cabeza— El médico me dijo que has mejorado.
— ¡Sipi!— Salté en mi lugar, listo para mostrarle que ya estoy bien. Ella rio bajito y me felicitó— ¿Cuándo voy a volver a jugar con mis amigos?
La señora Katsaros no respondió. Volvió a ver la puerta, ya no estaba sonriendo. Se quedó así mucho tiempo, así que jalé su bata. Al verme, su sonrisa regresó, pero mucho más pequeña.
— No por el momento, Apep— Pasó su mano por mi cabello— La temporada de lluvias comenzó.
Esa noche no pude dormir bien, el constante paso de las personas me despertaba, a veces los escuchaba murmurar. No entendí la mitad de las cosas que decían, demasiado rápido, palabras demasiado complejas. Sorprendí a más de uno mirándome, tal vez pensaban que dormía.
Al día siguiente, Path ocupaba la camilla más alejada de mí.
Al principio me alegré. Path no era mi mejor amigo, pero era alguien. El primer niño de mi edad que veía desde que llegué aquí. Tal vez por fin podría jugar. Además, él se sentaba enfrente de mí en el comedor, hablábamos mucho. Cuando el doctor vino, respondí todas sus preguntas a la velocidad de la luz, hice todos los ejercicios de estiramiento también. Ya casi no duele moverme. Mis ojos iban de vuelta a Path, contando los segundos para hablar con él. Estaba feliz, o eso hasta que los cuidadores me dijeron que no podía acercarme.
— ¿Te acuerdas cuando llegaste?— Me dijo la cuidadora mientras levantaba las cosas de mi desayuno. Me ofreció una copita con un líquido violeta. Hice una mueca y ella sonrió— Apep— Tomé el jarabe de un trago, cerrando los ojos con fuerza. Ella rio.
— ¡Es amargo!— Me quejé, sacando la lengua.
— Es medicina— Me explicó, pasándome un vaso con jugo de manzana— Y ya casi acabas. Te decía, Path está... cansado. Dale un poco de tiempo.
— ¿Cansado? Necesita una siesta— Le solucioné— ¿Podemos jugar cuando despierte?— Ella me dedicó la misma sonrisa que la señora Katsaros, luego negó con la cabeza.
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ERROR III: Colapso || Zodiaco
Genel KurguQuizás esto era todo lo que jamás serían. Nadie quería aceptarlo. Habían pasado por tantas cosas como para rendirse ahora, pero estaban tan cansados... Habían sido artificiales, hasta que descubrieron que no lo eran. Habían sido fugitivos, hasta que...