!#02: Tener Pasado

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Salir del A02 puede llegar a ser deprimente a veces. Tenía tantas esperanzas de que por fin encontráramos un mejor tratamiento para Rata y su dolor eterno, pero no había noticias en ese sector. El doctor nos miró con ojos tristes, yo sé que él sí se preocupa por nosotros, a pesar de lo que Dragón y Mono dicen, se le nota en su mirada. Además, no es como el resto. El doctor principal viene cada vez menos, su suplente es el que nos atiende todas las mañanas, y su suplente nos prometió encontrar una respuesta. No obstante, no ha cumplido su palabra por el momento.

Rata fuerza una sonrisa, poniendo su mano sobre la mía. Suelto un bufido, porque debería ser yo el que lo reconforte. El médico le tiende un pequeño vaso de papel, dos pastillas blancas en el interior, y Rata las traga sin necesidad de agua. Le dice lo de siempre, y veo a mi mejor amigo blanquear los ojos al escucharlo. Lo sabe de memoria, lleva toda su vida en esto. Cuando salimos del A02, la sonrisa de Rata se esfuma.

Parpadeo confundido un par de veces, deteniéndome sobre mis pasos con brusquedad. Rata me mira, sus ojos cafés oscuros se clavan en los míos, y señala con un movimiento de cabeza la entrada del comedor. Me siento como un idiota. Mis manos van hacia la libreta que cuelga de mi muñeca, para leerla una vez más, sólo para asegurarme de que no estoy olvidando nada importante. En medio de la página, escrito con letras bien grandes y remarcadas un par de veces, una frase atrae mis ojos: «Nuevo tratamiento para Yong-Shun». Al mirarlo, me doy cuenta de que no es eso.

Entramos al comedor, donde las otras dos generaciones ya están devorando su desayuno. Somos los primeros en sentarnos en nuestra mesa, la mesa de los niños grandes. Pasamos por la barra donde nos sirven nuestro desayuno y tengo que casi obligar a Rata para que me permita cargar su bandeja. Todas las mañanas es lo mismo. Por supuesto que no lo voy a dejar cargar con su comida, no cuando sé en la cantidad de dolor que está. ¿Qué clase de amigo sería?

Comemos en silencio, saludando a los que se nos agregan a la mesa, sin muchas ganas de conversar. Veo a Rata frotar sus articulaciones cuando piensa que nadie lo está viendo. Vuelvo a buscar en mi libreta, pero sólo reparo en que he vuelto a remarcar las letras. Todavía nada.

Desde que nacimos, esto ha sido así. Esa es la contraparte en la habilidad de Rata. El niño puede contorsionarse de maneras casi imposibles, como si estuviese hecho de hule y careciera de huesos, pero siempre tiene dolor, sobre todo en las articulaciones. Al principio, cuando éramos niños y la tercera generación todavía estaba aquí, las pastillas funcionaban. Luego fueron las inyecciones. Ahora, pocas cosas hacen efecto y casi todos en el hospital nos dijeron que poco o nada pueden hacer, que sólo debe ignorarlo. O eso fue hasta que el médico se dio cuenta de su malestar.

Paso las hojas de mi libreta sin mucho interés, leyendo las cosas que recuerdo a la perfección, esos sucesos anotados en las hojas más antiguas. Cuando se me ocurrió la idea de empezar a anotar las cosas, las cosas fueron un desastre. Tener que pasar varios minutos leyendo páginas y páginas tomaba más tiempo que simplemente preguntarle a Rata o a quien estuviera cerca. Entonces me quedó en claro que, si quería hacer esto, necesitaba idear un sistema que funcionara. No escribir las cosas por escribirlas, pero algo eficiente. Fue cuando pensé en jugar con los tamaños, rodear las frases, remarcar las letras, lo que fuera para que las cosas se diferenciaran. En medio, en mayúsculas, la información que debía saber.

No obstante, escribirlo todo me dejaba bastante expuesto. Cualquiera que tomara mi libreta podría saber lo que estaba pensando y eso no podía ser. No importa si mi habilidad me obliga a, yo también debería tener derecho a mi privacidad. Por eso creé un código para el código.

La parte buena de tener una excelente memoria a largo plazo es que me puedo dar cuenta de cuando las cosas cambian. Cuando nuevas frases aparecen en las hojas viejas. Rata intentó leerlo un día, al igual que Serpiente y Caballo; ninguno se dio cuenta de la información mezclada. La ventaja de saber qué cosas no pertenecen al pasado, es que puedo mantener mis secretos para mí.

ERROR III: Colapso || ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora