#04: La contraparte

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Quizá debería disimularlo un poco mejor. Llevaba mediodía con el ceño fruncido y un carácter de los mil demonios, respondiendo con monosílabos a cualquiera que se le acercara. Al final, terminó caminando solo, lo cual empeoró su estado de ánimo. Sabía que se lo tenía bien merecido, que el resto de la generación no tenía por qué soportar su malhumor y que, de estar en el otro lado, también se alejaría del cabrón enfurruñado con el mundo; pero eso no lo hacía más fácil. ¿Tenía que disimularlo? No quería. Y quizás eso tampoco era muy justo.

Podía escuchar a sus espaldas la voz del causante de todo, cómo hablaba sin parar de cosas absurdas e insignificantes, a veces hasta reía. Eso sólo lo hacía sentirse peor. ¿Por qué lo había escogido a él sobre su propio novio? Vaya primer día de andar.

Recordaba su travesía veraniega y cómo había detestado cada segundo de esta. Caminar por horas sin fin bajo el sol a todo lo que daba fue una tortura. Al principio, su piel ardía y su cabeza dolía sin cesar. Ingerían cantidades bestiales de agua para mantenerse lo menos deshidratados posible, y las pausas al baño eran una constante. Luego estaba el olor... Sacudió la cabeza, intentando olvidarlo. Y ahora, en pleno invierno, extrañaba el verano.

Era un reto por completo diferente. Despertar con las sábanas que servían de tienda de campaña empapadas por la nieve, congeladas. La tierra siempre húmeda y resbalosa porque las temperaturas no habían descendido lo suficiente para que la nieve se mantuviera, pero todas las mañanas el rocío congelado que los hacía resbalar. La ropa que lavaban nunca secaba, el hielo de Piscis tardaba más en volverse agua, la comida se enfriaba demasiado rápido. Lamentaban no haber cargado con el hornillo, a pesar de saber que no les sería de gran ayuda en medio de la nada.

Luego estaba el reto de los días y las noches. El sol salía demasiado tarde y se escondía demasiado pronto. Claro, las noches sin nubes las estrellas y la Luna los ayudaban un poco, pero la mayor parte del tiempo se veían obligados a detenerse si no querían tropezar y lastimarse de seriedad. No podía permitirse tobillos torcidos si todos los días debían cargar con sus cosas.

Miró hacia el cielo blanco. El viento los golpeaba de frente y su nariz estaba roja por el frío. Metió las manos en el bolsillo delantero de su sudadera, un intento por calentar sus adoloridos dedos. Rodó los ojos al escuchar la risa de su pareja. ¿Estaba siendo injusto?

— ¿Ya dejaste de ser una mierda de persona?— La voz de su mejor amigo lo hizo sonreír a medias. Observó al cobrizo, quien tenía un gorro que asemejaba un yelmo de caballero, barbote incluido. Ofiuco no pudo evitar reír, ganándose que Acuario le hiciera un corte de manga— Lo tomaré como un no.

— ¿Qué estás usando?— Continuó, doblándose por la mitad gracias a la risa. Pretendió limpiar una falsa lágrima de su ojo derecho. Acuario estaba a nada de volverse la primera persona en asesinar a alguien con la mirada.

— ¿Qué tiene?— Señaló con la cabeza hacia el inicio de la formación, donde Sagitario y Escorpio tenían los mismos gorros— Fue idea del niño, no podía decirle que no. Además, hace frío— Ofi asintió. Su capucha seguía siendo retirada por el viento y la idea de algo que le cubriera boca y nariz para no seguir respirando aire helado no sonaba tan descabellada. Recordó cómo Libra le dijo que usara una bufanda antes de empezar la caminata y las mismas emociones negativas resurgieron— ¿Es porque tu novio está con su novio?

— ¿Puedes dejar de llamarlos así?— Explotó, voz cargada de reproche, casi quebrándose. Acuario sonrió debajo de su casco tejido. Había dado en el clavo.

Ofiuco odiaba que Acuario se refiriera a la relación entre Libra y Géminis como «novios». Lo detestaba. Porque había veces que sentía que estaba en lo correcto, porque en varias ocasiones se sentía reemplazado por el signo de los gemelos. Aún resentía aquella vez que Libra decidió encerrarse en su cuarto, de vuelta en la casa que okuparon, y les negó la entrada a todos. A todos menos a Géminis. ¿Dónde lo dejaba eso? ¿No se suponía que debían confiar el uno en el otro? A veces le daba la impresión de que nunca sería el número uno ante Libra. Y dolía. Dolía porque él había tenido que hablar largo y tendido con Acuario para dejarle en claro que la balanza era importante para él, porque él sí le daba su lugar. ¿Estaba pidiendo mucho?

ERROR III: Colapso || ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora