Profundo

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Ese era su Padre, un hombre austero y mezquino, era egoísta con la vida de Max y todo lo que hiciese, nunca fue suficiente complacer aquellos deseos enfermizos de ganar a toda costa, aplastando deseos, inocencia y libertad que alguna vez haya tenido. Todo arrebatado de sus manos, toda esa furia resguardada para actuar como un mecanismo de defensa contra tantas cosas que no estaban a su favor.

Max no aguantaba que las cosas no estuvieran bajo su control, odiaba admitirlo, porqué entre tantas cosas, sentía que el hecho de no haber molestado a Lewis después de algunos premios, estaba afectandolo más de lo normal, más que nada, era cuestionable que durante todas las noches que se encerraba en su cuarto de hotel, solo fantaseara con la idea de Hamilton visitandolo. Era su propia tristeza, su culpa y remordimiento, nada podía hacer para llamar a su rival, porqué en primer lugar, nunca hubo una razón para hacerlo.

ㅡ Necesitas entender, Max.

Rezó a quién fuera él que lo protegiera y lo mantuviera en este mundo para mantener la calma, estaba gritando internamente por las palabras tan insensibles de su jefe. Christian estaba con él, solo para darle unas disculpas baratas y alguna qué otra palabra de aliento disfrazada de burla por su situación, todos se percataron de sus múltiples moretones y su rostro hinchado, con raspones y detalles que muchos preferían no acercarse a mirar. Estaba vulnerable ante la vista de todos, la violencia de Jos, la incompetencia de Christian y más importante, sin haber visto a Lewis personalmente por más de dos semanas enteras.

ㅡ Es por tu bien, tienes que entenderlo.

Max no estaba interesado en lo más mínimo en escuchar las palabras de nadie. Las marcas dejó su Padre en todo su cuerpo eran objeto de discusión en el Paddock, caminando como si no le importará la preocupación de la gente, comprendió que las cosas serían de esa manera con Jos a su lado siempre, y no lo cuestionó, se preguntó solo cuando sería consumido por la violencia y la degradación agridulce sometida, atravesada por su alma y abandonada a su suerte dentro de un monoplaza.

Demasiadas miradas las odiaba, estaba en su propio limbo, balanceándose entre lo que era correcto y lo que era un motivo de destierro para su hombría. Eso le dijo Jos, que su hombría no valía nada si sus ojos estaban en Lewis, y se contrajo en sus pensamientos con lo dicho. Él definitivamente no estaba arriesgando nada de eso por Hamilton, solo deseaba molestarlo, tortutarlo y agrietarlo con su presencia, no era un encimismado, solo estaba dispuesto a una rivalidad, una por demás extraña, pero que por dentro, tocaba el corazón enfermo de Max.

Daniel lo abandonó por los próximos días y Checo ocupó su lugar, él Mexicano lo veía a una distancia reservada, atento a los movimientos del rubio y su aparente calma. Estaba en la puerta de la sala de descansos, no era por ser alguien entrometido, pero se habia dado cuenta que Max estaba siendo regañado por Horner y se preguntó que era en lo que ahora se había metido él neerlandés para que su jefe saliera de la sala con una expresión de molestia y confusión sin prestarle mucha atención. Ni siquiera escuchó a Max replicar una sola vez, lo cual le resultó por demás extraño.

Él neerlandés solo enfocaba su mirada en el suelo, rezando porqué el dolor en todo su cuerpo disminuyera pronto. Pensó que su cuerpo no lo soportaría, pero sorprendentemente lo hizo y el se maldecia por ello. No tenía razón para seguir entrenando con todos esos moretones que dolían como el mismísimo infierno inducido por Jos. Pero quizás estaba motivado por su miedo al fracaso, o también por el miedo que le tenía a su Padre.

Pretendiendo que no está herido, poniéndose como un loco frente al volante. Para el deleite de su corazón motivado por ver a Hamilton una vez más, él era un fuego interminable.

Sergio dió unos pasos adelante, él cuerpo inerte de Max sentado en ese sillón caro de cuero le causaba una extraña presión en el pecho, no le gustaba describir aquello, ya que era algo oscuro de pensar, mucho más si eso tenía que ver con los abusos de Jos, y efectivamente parecía uno de esos casos. Era difícil hacer reaccionar a Max después de una de sus golpizas, seguía siendo funcional para el equipo y eso estaba bien, pero mentalmente no estaba allí con ellos, y eso le afectaba en parte a Checo.

ㅡ Max...

ㅡ Sergio. ㅡ Él rubio lo miró con indiferencia.

ㅡ Yo...

ㅡ ¿Necesitas algo?. ㅡ Volvió acortar Max.

ㅡ Solo quería ver como te encontrabas. Escuché que Christian te estaba regañando.

ㅡ Ya me viste, puedes irte.

ㅡ ¿Es enserio, Max?.

ㅡ Sergio. ㅡ La mirada de Max exponía pequeños destellos de furia. ㅡ ¿No tienes que entrenar o algo?, te recuerdo que mañana es el GP de México. Yo te recomendaría rendir puntos para el equipo, siempre lo hago yo.

ㅡ Ahora recuerdo porqué me aleje de tí.

ㅡ ¿Y creés que eso me afecta en lo más mínimo?.

ㅡ No, pero eso demuestra que te quedarás solo, como él egocéntrico y patán pulgoso que eres. ㅡ Aquella frase dicha en su lengua natal logró molestar mucho más a Max, ya qué no lo entendía del todo y asumió que lo estaba tratando de forma despectiva.

ㅡ Solo te diré una cosa Sergio. ㅡ Max se levantó del sillón acercándose peligrosamente a su compañero, que parecía hacerse pequeño con cada paso que daba en su dirrección. Una vez Max estuvo lo suficientemente cerca, sonrió con burla en frente del rostro de Checo, que parecía listo para recibir un golpe.

ㅡ Basta Max, no puedes seguir así.

ㅡ No me importa lo que pienses, Chequito. ㅡ Se río de si mismo, por aquél apodo tan ridículo de su compañero.

ㅡ Nunca cambiarás.

ㅡ Y no lo necesito. Como lo voy llevando tengo más victorias ganadas en una sola temporada de las que tú tendrás en toda tu mediocre carrera.

La cara de Checo permaneció seria en todo momento, a pesar de la intención maligna en las palabras de Max por destruirlo moralmente, lamentablemente ya habían pasado por estás peleas demasiadas veces, tanto que a veces sentía que tenía la necesidad de adormecer su mente para digerir las palabras de su compañero, encontrar la forma de que no se incrustaran en su corazón por mucho tiempo, pretendiendo que no está profundamente dudoso de que esas palabras pudieran ser una verdad inevitable y él no pudiera hacer nada contra eso.

ㅡ Como quieras, Max.

Las palabras de Checo lo dejaron en completo silencio, sorprendido por la negativa de su compañero a seguir llevándole la contraria, cuando lo común era que se quedarán discutiendo como si sus vidas dependieran de quién ganaría una esas tantas discusiones estúpidas. Tampoco se quejo, era un peso menos, pero en otra parte un poco más egocéntrica de él, se preguntó si ya Checo se rendía ante sus enfrentamientos porqué él tenía la razón, como siempre debió ser.

Observó a Sergio emprender camino para la salida de la sala, era como si las palabras del Mexicano hubieran parado algo dentro de Max. Quizás fue un descargo que necesitaba hacer, alguien contra quién despotricar todo ese veneno que estaba guardando para Christian. A penas y había soltado una palabra durante todo el día, solo respondía a los mensajes de su Padre y algunas consultas de los ingenieros.

Una vez se quedó completamente solo y en un silencio aparentemente abrumador, pensó seriamente en volver a un lugar que extrañaba demasiado visitar, no era demasiado difícil infiltrarse sin que nadie lo viera, ya que no estaban en un día de carrera. Pero ahora era importante que su Padre o Christian no lo vieran por ningún motivo.

Solo pensaba en darle una pequeña sorpresa a Lewis en el garaje de Mercedes.

Difusos pensamientos (Lewis Hamilton & Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora