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–Nicky me dijo que le romperemos el corazón en miles de pedazos si no colocamos el árbol de navidad– comentó Neil desde su lugar encima de la mesada de la cocina. Sus pies golpeaban ligeramente la madera de abajo, un pequeño retumbar que acompañaba el vaivén de la cuchara que Andrew estaba usando para disolver el azúcar en su café.
Disfrutó del primer trago caliente, en contraste de su helado cuerpo. El pelirrojo observaba hacía afuera de la ventana, dónde la nieve caía sobre la ciudad cubriendo con una manta blanca los edificios. Una ligera mirada, desde su asiento en la isla, hacia el exterior hizo que el rubio se estremeciera de frío. El clima era muy distinto a California en dónde fue creciendo. Acercó la taza hacia su pecho, intentando transmitir un poco del calor que absorbían sus dedos.
–No quiero un árbol de navidad– respondió.
–Mmh– afirmó Neil– aunque deberíamos quitar la caja que aún sigue al lado de la puerta.
Andrew observó hacía el living, si giraba un poco más el cuerpo podría ver la pequeña caja que envió Nicky desde Alemania. Había llegado hace más de una semana, pero cuando su primo le comentó qué había dentro, no encontró el interés de abrirlo. En cambio, siguió tomando su café en silencio.
Neil, luego de unos momentos, se levantó de su lugar y caminó hacia la entrada, trayendo consigo el paquete.
Andrew prestó atención a cómo sin mirar, más interesado en leer una nota pegada de Nicky, logró agarrar un cuchillo del cajón y su taza favorita del estante para servirse un poco de café. Vio la facilidad con la que se movía en el espacio de Andrew, familiarizado con el lugar mientras el pelirrojo apuñalaba el paquete para abrirlo.
–En realidad sí que pensó en nosotros, ni siquiera hay que armarlo– comentó mientras sacaba un pequeño árbol de navidad, de no más de 25 cm. Las decoraciones se encontraban ya pegadas en las ramas falsas del pino. Una pequeña estrella dorada ocupaba la punta– sabía que sino, no lo haríamos.
–No lo haría de todas formas–dijo.
Andrew no creía en las festividades, no le daba el valor que todos parecían encontrarle. No pudo ansiar una fecha que sólo le había traído a personas indeseadas, días terribles con mala compañía, árboles con ausencia de presentes bajo de ellos y rechazo de los adultos en su niñez.
Neil volvió a sentarse sobre la encimera mientras estudiaba el pequeño árbol a su lado, Andrew observó cómo se masajeaba inconscientemente sus muñecas, en dónde cicatrices ya blancas por los años permanecían para recordarles sus pesadillas.
Andrew se levantó de su silla y caminó hacia el pelirrojo. Neil abrió sus piernas para darle espacio, mientras que el rubio le ofrecía su taza logrando que soltara su muñeca izquierda. El primer sorbo del azucarado café lo hizo arrugar la nariz del disgusto.
–No entiendo por qué lo sacaste de la caja.
–Porque no quiero que los muertos determinen cómo debería sentirme ahora– sus palabras sonaron firmes bajo el silencio de la cocina– Pasaron años, Andrew. Estoy aquí contigo y quiero estar bien, no quiero pensar en tiempos horribles.
Andrew lo observó, colocó una mano en la rodilla de Neil para masajear ligeramente la zona, intentando que el delantero permanezca en el presente mientras suelta sus frustraciones.
–Quieres muchas cosas.
–Sí– responde, sus ojos azules mirándome con determinación– las navidades con mi padre eran para aparentar, reuniones de negocios. Todos los regalos debajo del árbol eran solo una fachada. Corrí por años con mi madre, nunca festejamos, utilizábamos aquellos días para ocultarnos con los turistas. Y luego–se quedó sin aire, sin saber si continuar lo derrumbaría. Andrew apretó ligeramente su agarre en la rodilla– Evermore y Riko.
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Infinito - Andreil
Fanfiction-No soy un sueño imposible -dijo Neil- No iré a ninguna parte. -No te pregunté. -Pregúntame -insistió Neil -o quédate lo suficiente para descubrirlo por ti mismo. -Eventualmente me aburriré de ti. - ¿Estás seguro? -preguntó Neil- Se rumorea que soy...