26.

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Necesito un ansiolítico.

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—¿Dónde coño está la líder del equipo rojo? ¿Dónde está kali?— Le cuestionó de golpe el líder de la cabaña de Ares a las niñas de Afrodita.— ¿Y el plan?

Piper echo la mirada hacia atrás, dónde hasta hace unos minutos se encontraba la pelirroja cobriza.

— Ella estaba…— Balbuceó.—Aquí.

Del otro lado del río, el equipo azul esperaba una señal para atacar.

— Hay que esperar la señal de Nico.—Susurro Jason, agarrando con fuerza su lanza. Listo.—Ya llegará.

— Jason, ya pasaron 10 minutos.—Se quejó con fuerza uno de los miembros de su equipo.— ¡No podemos seguir esperando…! ¡Hay que atacar!

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Kali Guardalupe Reyes Pov

El pelinegro avanza hacia mí sin piedad, con sus ojos ónix fijos en los míos, obligándome a retroceder hasta quedar acorralada contra el puño de Zeus. La emoción y calor crece en mi vientre bajo. En el proceso, retirando el Yelmo que cubría mi cabeza, lo tira al suelo y se quitó el suyo propio. Me toma de las caderas y se pega a mí.

Annabeth estaría muy decepcionada de mí por distraerme en pleno juego de guerra de esta manera.

— Les devolveré a su líder al equipo rojo en unos minutos…— Susurra burlón y una chispa de malicia en su voz ronca, tomando mi cara entre sus manos e inclinando mi cabeza hacia arriba para poder besarme.

Es suave al principio, luego se vuelve mucho más urgente cuando su lengua se mueve contra la mía.

Siento sus manos recorren mi cuerpo suavemente hasta llegar a mis muslos, alzándome en un movimiento rápido. Mis piernas bronceadas se envuelven automáticamente alrededor de su cintura, mi cuerpo familiarizado con el suyo después de unos días. Se oyen gritos de guerra a lo lejos, pero cada beso húmedo que Nico me da en el cuello roba mi atención.

—¿Cómo estuvo tu día? —murmura debajo de mi oído.

Siempre hace esto. Me besa hasta la locura, coloca su cuerpo duro entre mis piernas, aplica suficiente presión para que me retuerza, revuelve los pensamientos en mi cabeza y luego me pregunta algo mundano como cómo estuvo mi día o que comí.

En el momento en que trato de formular una respuesta, sus dedos rasposos se hunden en mis muslos y traza la curva de mi mandíbula con su nariz. Cada centímetro de mi piel se siente como si estuviera zumbando, y él ni siquiera ha hecho nada todavía.

—Fue, uh, um, bien, yo, mmm, Estuve leyendo…

Su cuerpo se balancea mientras se ríe.

—¿Leyendo mmm? Suena interesante. ¿Por qué no me cuentas más?

Metanoia |• Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora