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Sus palabras susurran mentiras que jamás creeré.

Sus palabras susurran mentiras que jamás creeré

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— Tenemos otros tres gladiadores listos para pelear— Mercurio señaló a Leo y Sarah esperando en las gradas, quienes vestían armaduras iguales a las de kali. — Aunque, las únicas dos forma en que la princesita del mar salga de la arena son siendo ganadora o en una pira.— El público enloqueció y los ojos de Kali se endurecen.— Debo aceptar, que esta es la primera vez que hay una princesa en la arena.

El público repleto de sátiros, cíclopes y espíritus del bosque rieron junto al dios de los mensajeros y ladrones.

Suelto la espada y el escudo que me dieron dejando que cayera la suelo con un estruendo, mis brazaletes son lo único que necesito como arma.

— Parece que la princesita no necesita armas o ya se rindió.— El dios señala las enormes puertas del anfiteatro.— ¡Veamos cuanto dura contra la bestia más salvaje y popular! — Las puertas se abren con un crujido.—¡Admiren! ¡Al León de Nemea!— Exclama.

Un gruñido resuena en la arena.

Kali se lame los labios y retrocede. Puede escuchar los gritos de leo y Sarah pidiendo que corriera.

Sentía una furia ardiente quemar sus venas y llegar hasta su corazón. Estar allí, parada en medio de una multitud que la miraban con expectativas, que hacían apuestas de cuánto tardaría el león en destrozarla, cuanto gritaría o si iba a intentar rendirse. Se sentía… Humillada, como un mono de circo.

Kali miro por encima de su hombro en dirección a la terraza donde los dioses principales descansaban, allí estaba su padre, Neptuno, el dios del mar, con un rostro inexpresivo. Como si no le importara. Kali supo entonces que él no iba a ayudarla, que podían destrozarla miembro por miembro y su padre no movería un dedo por ella.
Se suponía que ver a tu padre te trae una sensación reconfortante, cálida o familiar, pero solo siente los bellos de su cuerpo erizarse ante la sensación eléctrica de peligro en el aire.

Pocos metros lejos de él estaba Venus, la diosa de la belleza, quien la miraba con una sonrisita llena de confianza.

Y eso le molesta, la llena de furia y una ardiente sensación de traición. Por ella fue quien la trajo hasta aquí, solo para convertirla en un chiste.

Para que un montón de dioses se burlara de ella y su título.

Kali tenía mucho de algo que personas consideran un terrible defecto; Orgullo y dignidad.

Y esto, ser exhibida de esta forma, hería profundamente su orgullo.

Estaba en esa etapa de su vida en la que no era una mujer, pero tampoco era una niña. Era el mejor momento para tener una madre o padre que la guíe en los momentos difíciles. Ahora aquí, parada sobre esta arena, en el maldito Coliseo Romano, con miles de dioses y espíritus pidiendo por mi cabeza para satisfacer su deseo de ver una batalla de gladiadores, se sentía como una prueba más. Como si al universo no le bastará con quitarle a su madre, darle un padre ausente y llenarla de luchas, ponía en su camino otra prueba para asegurarse de que fuera digna de avanzar en la vida.

Metanoia |• Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora