17.

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Las fiestas de quince son para ponerte hasta el culo en alcohol.

Las fiestas de quince son para ponerte hasta el culo en alcohol

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—¿Leo?

— Sirenita— Se limpia las lágrimas y me sonríe.—¿Qué haces aquí?

— Yo venía a … ¿Estás bien?

— Soy el gran Leo Valdez, siempre estoy bien.— Dice sin ánimos.

Leo se enjuagó las lágrimas rebeldes que escaparon de sus ojos, cuando su visión se aclaró, miro a Kali. La chica traía puesto unos jeans claros de tiro bajo con corte acampanado, parecía una Barbie vaquera con su camisa de cuadros de color rosa y blanco, sobre su cabeza había un sombrero blanco típico de los vaqueros y llevaba una cadenita de oro con dijes de mariposa alrededor de la su estrecha cintura y su cabello del color de las castañas bañadas en sirope de fresa caía en cascada por sus hombros y espalda.

— Qué buen culo se te ve con ese pantalón.— Menciono de pasada.

Una sonrisa complacida se extendió en los gruesos labios de kali.

— Gracias.— Dijo con un tono alegre. Paso sobre el tronco y se sentó al lado del hijo de hefesto.— Esa era la idea.

Kali era bastante simple en realidad, le gustaban los halagos y cuando los recibía sus ojos brillaban de alegría.

—¿Tú y Calipso terminaron de nuevo?— Pregunto la pelirroja cobriza.

Kali y Leo se llevaban bien, pueden bromear y charla sin problemas, pero había una barrera entre nosotros que no existía entre Nico y ella. Por alguna razón, aunque ambos tuvieran miles de cosas en común, nunca llegaron a ser más íntimos, pero igualmente a Kali le preocupaba su amigo.

Kali sabe que es una persona muy complicada y es difícil establecer una relación con ella, pero eso no significa que no le importan las personas a su alrededor. Cómo Leo Valdez.

— Sí.— Alargó sonriente, pero esa sonrisa no llegaba a sus ojos.

Sus orbes estaban llenos de tristeza que ocultaba con una máscara de humor y alegría que podía funcionar con todos, menos con ella.

Cómo dijo antes, es buena leyendo a las personas. Y Leo Valdez, hijo de Hefesto era un libro abierto.

Nos quedamos en silencio unos largos minutos en los que pensaba que decir.

Kali era partidaria de decir solo lo importante, lo necesario.

— Leonidas.—Empezó, y cuando dijo su nombre completo, leo supo que esto era serio.— Verte aquí, deprimido en el monte, es tan humilde de tu parte y muy gracioso.— Leo hizo una mueca de fastidio.— Pero me hace sentir… Un poco triste. No sé por qué los demás se niegan a decirte la verdad, supongo que es para mantener la paz.

Metanoia |• Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora