Epílogo.

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Familia feliz.

Familia feliz

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Kali Guardalupe Reyes Pov.

La puerta de entrada sonó levemente, lo que significa que habían quitado el seguro. Literalmente veo como todos en la mesa levantan sus orejas como pequeñas antenas y giran su rostro.

Ni siquiera se había abierto cuando tres niños enérgicos se levantan de la mesa y salen en estampida hacia la entrada para lanzarse sobre Nico.

Todos excepto Nikolai que se queda en la mesa enfurruñado. Está en esa edad en la que le da vergüenza darle abrazos a su padre y admitir que lo quiere en voz alta. Kai y Killian son casi de la misma edad, pero bueno, ellos tienen un cerebro diferente.

Abrazan a Nico y exigen su atención, el pelinegro reparte besos en la frente como si fuera el papa. Son una bola de energía caótica y emoción infantil.

Me acerco a Nikolai quien mira la escena con cierto recelo y pongo mi mano en su hombro para animarlo a qué saludé a su padre. Él pone los ojos en blanco y se levanta de la silla.

Nico espera con una sonrisa a qué Nikolai se acerque, él dice algo como «Hola…» y Nico solo se rio, aparta el cabello de su frente y le da un beso.

— Me llenaste de baba.— Se queja el pelirrojo de ojos ónix mientras limpia su frente. Nico lo toma de la barbilla y lo examina.— Papá— Chilla el menor.

— Ningún rasguño ni moretón nuevo.— Opina mientras los niños revisan sus bolsillos como terremotos.— Todo bien.— Suelta su barbilla y sacude su cabello con cariño fraternal.

Nico camina hacia mí dando sacadas entre los niños que se aferran a él. Se pone de pie frente a mí y me tiende el ramo de margaritas en su mano. Nico sonríe como adolescente enamorado y tiene ese brillo resplandeciente en sus ojos ónix que solo tendría un niño.

Tomo el ramo de flores, él se inclina y me besa rápidamente los labios.

No es más que un pico muy rápido, por qué tenemos un acuerdo con no demostraciones exageradas de afecto frente a los niños. No es que sea raro, es solo que a mí me da vergüenza.

—Hola, Sirenita— Acaricia de forma distraída mi cintura —Llegué a casa.

—Hola, cariño.—Digo con una gran sonrisa mientras abrazo las flores —¿Cómo te fue?— Le pregunto.— ¿Qué es esto? ¿Alguna ocasión especial?

Nico frunce ligeramente el ceño.

— No necesito una ocasión especial, solo quiero recordarte que te amó.—Nico me mira como si deseara llenar mi cara de besos, pero yo le hago una pequeña mueca y niego con la cabeza.

El pelinegro resopla. Me río un poco de su reacción y le sonrió.

— Qué lindo.— Se puso de puntillas y le dio un beso. Nico suspiró.

Metanoia |• Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora