Tras aquella primera reacción en la que consideré la venganza como respuesta inmediata, tuve un poco de tiempo para pensar mejor las cosas y debo decir que el resultado de aquellas consideraciones no fue nada alentador, pues entendí que el odio que sentía principalmente por Ana y Celia, más allá de enraizarse en el hecho de haberme echado de la casa de una forma tan injusta, en realidad tenía que ver en mayor medida con el haber hecho de mi infancia un verdadero infierno.
Estando sentado en la cama de esa lujosa habitación, vinieron a mí pensamiento recuerdos que hacía muchos años no ocupaban mi pensamiento, momentos dolorosos de mi infancia en los que fui injustamente castigado por las mentiras que Paola le decía a mi madre y a mi tía, cuando me amarraban del pie a la escalera por horas, o me golpeaban con un cinturón hasta dejarme diagonales en la espalda, o incluso cuando me obligaban a cargar un libro con las manos estiradas al frente, una tarea que ineludiblemente terminaba con una paliza tras haber bajado las manos o por dejar caer el libro al suelo.
¿Por qué razón mi madre no me amaba? ¿Por qué no se comportaba conmigo como otras madres lo hacían con sus hijos? ¿Qué había hecho siendo tan solo un niño para que me odiara de esa forma? ¿De qué manera me había equivocado tanto como para lanzarme a la calle y dejar que me valiera por mi mismo? ¿Acaso nunca le importó lo que pasara conmigo? La verdad es que no tenía respuesta para ninguna de esas preguntas, pues sin importar el tiempo que invertí en tratar de responderlas en cada ocasión en que me vi obligado a dormir en la calle o mendigar un poco de dinero para poder comer, aún habiendo pasado tantos años, seguían siendo la gran incógnita de mi vida.
La puerta de mi habitación fue ligeramente sacudida por un golpe seco que me sobresaltó un poco, haciéndome regresar a la lujosa recámara donde me encontraba y mirar a mi alrededor, suspirando tras haber traído al presente viejos y dolorosos fantasmas de mi pasado.
- Adelante - dije con la voz perdida y la mirada vacía.
- Ya llegaron Rock, ¿Las viste? Creo que...
- Necesito que me llames todo el tiempo por mi apodo, nadie en esta casa puede enterarse de mi verdadero nombre, es importante, ¿Vale? - dije sin mirar a mi amigo a los ojos, mientras él se sentaba en la cama, a mi lado.
- Está bien, pero... ¡Rayos! Te vez horrible, estás muy pálido ¿Te sientes mal? ¿Quieres que te traiga algo? - negué con la cabeza.
- Solo haz lo que te pido, por favor - dije mientras levantaba la cabeza, encontrándome pronto con la mirada confundida de Alex, quien solamente asintió, completamente extrañado por mi comportamiento y seguramente también por aquella inusual petición que, desde su perspectiva, probablemente parecía carecer de sentido.
- Hola, chicos - saludó Mónica desde la puerta, con un tono que delataba algo de nervios, como si las cosas en el evento no hubieran comenzado como ella lo esperaba, como si algo no hubiera salido bien a pesar del poco tiempo que tenían de haber llegado las mujeres de la fiesta - solo venía a recordarles que aún tienen un par de horas para su primer show, pero, por favor, necesito que bajen puntuales, los estaremos esperando en la sala, de cualquier forma vendré a verlos un poco antes, pero de igual manera...
- No te preocupes - dije tratando de tranquilizar a la chica, pues en verdad se veía muy agobiada - estaremos listos a tiempo - ella sonrió e incluso creo que suspiró aliviada.
- Gracias chicos, de verdad, estas mujeres son... bueno, ya las conocerán, solo no olviden la regla de oro para esta fiesta: la virginidad de la novia no se toca.
- Entendido - contestamos Alex y yo al unísono, antes de que Mónica nos obsequiara otra de sus nerviosas sonrisas y se dispusiera a marcharse.
- Mónica, antes de que te vayas, podrías decirnos quién es la novia, quiero decir, necesitamos saber de quién se trata ¿No es así? - pregunté.
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Esther: despedida de soltera en familia
RomansaTras años de no ver a su familia ni saber nada de las mujeres que le destruyeron la vida, Rodrigo es contratado para una despedida de soltera donde sorpresivamente se da cuenta de que sus clientas no son otras que su propia madre, su tía, un par de...