Aquella mañana tras haber desayunado, en verdad necesitaba encontrar un momento de paz que me permitiera reunir la energía y el valor que necesitaría para hacer mi trabajo más tarde, para poder ver a mi madre de nuevo sin que el hacerlo destruyera una parte de mí, un instante dedicado exclusivamente a relajarme un poco para dispersar de mi cabeza todas las ideas que bullían en ella con respecto de lo ocurrido con mi madre y con Esther, junto con los confusos sentimientos que arrojaron tales acontecimientos que para ese momento constituían las secuelas de lo que no debió haber ocurrido, principalmente con mamá.
Cuando salí a la terraza de la cabaña, pude notar en carne propia que el día era maravilloso, con un sol radiante que alumbraba el mundo con su luz y el refrescante viento que golpeaba mi cuerpo erizando mi piel en una revitalizante sensación.
Al llegar a las tinas de hidromasaje una sensación generalizada de alivio me sacudió de forma instantánea poco después de haber activado las burbujas y observar cómo emanaban una tibia sábana de vapor sobre las aguas, antes de quitarme la ropa hasta quedar en traje de baño y meterme en el agua, sintiendo de inmediato el tibio abrazo de las burbujas impactándose por todo mi cuerpo; una sensación tan agradable y relajante que me permití cerrar los ojos durante unos minutos, sintiendo la caricia de las burbujas sobre mi piel, dejándome llevar por el placer y la tranquilidad que ese cálido masaje me proporcionaba hasta llegar al límite de mi resistencia y caer dormido mientras el viento de la mañana refrescaba mi rostro, perdiendo por completo la consciencia del tiempo que pasó antes de abrir de nuevo los ojos a consecuencia de una voz que me despertó.
- Buenos días - dijo mi prima Esther, haciendo que abriera los ojos mientras un repentino vacío se formaba en mi estómago - ¿Compartimos? - preguntó mientras nos mirábamos y yo asentía con un movimiento de cabeza, dibujando una sonrisa en mis labios, un gesto que surgió de la nada, sin que yo me lo propusiera, al igual que emergió esa vieja sensación de nerviosismo que hacía mucho tiempo no sentía al estar en presencia de una chica.
Fueron un poco incómodos los minutos que siguieron después de que Esther se instalara en el interior de la tina, era evidentemente que ambos habíamos sentido ese algo que ocurrió cuando nos besamos por última vez la noche anterior, un detalle que al parecer había trabado un poco las cosas entre nosotros, que hacía muy difícil que surgiera una plática entre los dos, hasta que mi prima decidió enfrentar lo que sentía y comenzó a hablar.
- Ayer fue raro, quiero decir que disfruté mucho lo que hicimos, pero... no lo sé, ese último beso me hizo sentir como si nos conociéramos desde hace mucho, como si...
- Sí, fue extraño, lindo, pero extraño - intervine antes de que su discurso tomara un rumbo peligroso donde pudiera verse en peligro la verdad acerca de quién era yo en realidad - supongo que ambos nos sentimos muy a gusto al estar juntos, esas cosas pasan, a veces cuando estoy con alguna clienta simplemente hacemos clic y todo fluye casi como si lo hubiéramos hecho toda la vida - mentí, tratando de desviar la atención del hecho de que en verdad se había creado una conexión entre nosotros. Esther no me creyó, algo que resultaba evidente con tan solo echar un ojo a su mirada.
- Sí, tal vez eso haya pasado - dijo sin estar convencida de ello, sin dejar de mirarme de forma inquisitiva - pero eso da igual, a mí me gustaría seguir experimentando cosas contigo, si no tienes inconveniente, claro - sentenció, dibujando una tímida sonrisa en su rostro mientras su mirada delataba lo nerviosa que se sentía al tocar ese tema.
- ¿Estás segura de esto? - le pregunté, pero ella no respondió, solo me miró a los ojos con un gesto de sorpresa y nerviosismo en su rostro - escucha, hace rato fue Mónica a buscarme, uno de sus empleados se dio cuenta de que estuvimos solos en la habitación y se lo dijo ¿No crees que sería muy arriesgado continuar con esto? Podría traerte problemas con tu familia.
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Esther: despedida de soltera en familia
RomansaTras años de no ver a su familia ni saber nada de las mujeres que le destruyeron la vida, Rodrigo es contratado para una despedida de soltera donde sorpresivamente se da cuenta de que sus clientas no son otras que su propia madre, su tía, un par de...