UNO

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Tentación.

Otro de esos días aburridos en casa, todo una simple rutina:

Universidad, casa, comer, dormir, universidad, casa, comer, dormir.

Y así todos los días, de alguna manera esperaba que la vida de un adolescente casi un adulto fuera más divertida, y no una tan monótona y aburrida.

- ¡Luke!, ¡Luke!-

-¡¿Qué?!- Respondí con fastidio al escuchar tantas veces mi nombre.

-¿Otra vez con la música tan alta? Quedaras sordo.- Dijo mamá, quitándome los audífonos.

-Ahg, mamá, no estoy sordo, solo me gusta la música a ese volumen.- Dije colocándome nuevamente los audífonos.

- Bien, ahora jovencito, sientate a comer.- Dijo mamá colocando los platos de comida sobre la mesa.

No quería comer, solo quería seguir recostado en el sofá, donde la única iluminación fuera la del atardecer y la de mi iPhone.
No respondí al llamado de mamá ya que ella estaba apurada por salir a su trabajo como forense con el gobierno, su trabajo era todo el día, no entiendo como saca tiempo para venir y hacer la comida. Hoy no vendría, ni mañana ni la próxima semana.

Hoy antes de irme a la escuela, me habló sobre su viaje de negocios en Italia, y sus investigaciones, no estaría conmigo esta noche de viernes, ni la siguiente, ni la otra, casi un mes sin mamá, aún que estaba acostumbrado a estar solo, pues el tiempo que ella pasaba en casa era sumamente limitado.

Lo último que dijo esta mañana fue:

Luke, creo que ya eres lo suficientemente responsable como para cuidar la casa en tus vacaciones, ya tienes dieciocho años puedes cuidarte solo, blah.

Claro que podía cuidarme solo, ya tenía dieciocho, y con el dinero que semanas antes me había regalado mi tío Fredd, no había problema con quedarme solo.

Ya me incomodaba el sofá, así que decidí levantarme y abrir la ventana, hacia mucho calor en el verano. Me quede observando un camión de mudanzas, ¿Quien será ahora el dueño de aquel apartamento tan inmenso? Era uno de los apartamentos más lujosos por estos lados, más que todo por como lo habían remodelado los últimos años.
Para mi sorpresa no era el, era ella, tenía un rostro joven y atractivo a decir verdad.

Lucia un vestido negro definiendo su figura, sus amplias caderas y unos tacones rojos de aguja haciendo que sus piernas bronceadas se vieran largas.

Desvíe mi mirada a su cintura, si que se le notaba que iba al gimnasio, alcé nuevamente la mirada para encontrarme con su mirada fija en mi. No pare de mirar sus ojos color marrón claro, y sus pestañas largas y negras.

Levanto su mano y me saludo lanzándome una sonrisa amplia, hice lo mismo pero en vez de una sonrisa, la mire como si admirara a una completa diosa.
Me devolvió una sonrisa y entro a su nuevo apartamento, cruzo la puerta, y yo la ventana.

¿Su nombre será tan tentador como lo es ella?

Suspiré lleno de intriga y me dirigí a mi habitación.

Amor PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora