¿Recuerdan que les dije que el momento de las explicaciones llegó en el momento menos inapropiado? Bueno, pues justo ahora nos encontramos en ese momento de dar explicaciones que pocos, y con decir pocos me refiero a Charlie, su abuelo y los dos Willy Wonka que me miraban como si fuese algo de lo hacer esas muecas de no entender ni un pepino lo que les explicaba.
— Tiene sentido. — dijo Charlie con una sonrisa de niño bueno que cargaba.
— ¿Lo tiene? — preguntó Wonka sin quitar ni un ápice aquella mueca de desagrado en su rostro.
— Si. Es como los chocolates. Pueden haber dos del mismo tamaño y color pero diferente sabor. — una ilustración bastante abstracta pero que sin duda definía muy bien la situación. Bien por ti Charlie.
— ¡Ah! — exclamó Willy llevándose una mano a la barbilla pensativo — Dos chocolates idénticos pero con diferente relleno. Eso tiene mucho sentido.
— ¿Verdad? — secundé desesperada porque lo aceptaran y dejaran este incómodo momento atrás. — Ahora, como todo está hecho y dicho nosotros — tome la muñeca izquierda de Willy — podemos irnos y dejarles solos.
Si pensaban que les había dicho que conocía la trama de la película están pero muy equivocados. Seré idiota, pero no tanto. Lo único que había dicho es que conocía a Willy porque tuve un viaje astral en el que lo conocía y nos conocíamos y fuimos mejores amigos y vi su futuro y le advertí que el tiempo y espacio relativo podía crear gusanos de agujero, a no, agujeros de gusano donde las dimensiones se conectaban y que yo había mantenido mis recuerdos de ese largo y corto tiempo de sueño y que no creí que fuesen reales y Willy cruzó un agujero de gusano hacia esta dimensión donde él no recuerda nada de nuestros ratos divertidos y llenos de felicidad.
Si. Eso fue lo que les dije.
Y lo creyeron.
Debería postularme para actriz.
— No pueden irse. — aclaró Wonka con esos aires de psicopata que se cargaba.
— Creo que si. El boleto dorado decía que solo un niño ganaría algo extremadamente fabuloso y nosotros pensamos que queríamos cedérselo a Charlie.
— ¿Lo hicimos? — me preguntó Willy confundido.
— ¡Sí! — Exclamé con una sonrisa forzada.
— Cierto. El boleto detallaba que solo un niño podría ganar el premio final, pero nunca dije que pudiera ser cediendo lugares. — Y el muy maldito esbozo una sonrisa sabiendo que con sus próximas palabras ganaría — Si ustedes se van, él lo hará también.
Maldito.
Cabe decir que lo seguimos hasta una habitación que jamás había salido en la película. Era nuevo para mí y no conocía los peligros que contendría. La habitación era grande, como todas las demás, igual de peculiar y original, era el sitio donde le hacían las barras de chocolate. Esas que salen al principio de la película. Era toda una maquinaria bien pensada, bien organizada y bien diseñada. Por un momento me pregunté qué tipo de peligros vendrían de una sala como esta, pero si no te fijabas bien por donde caminabas podías terminar dentro de una empaquetadora con rumbo a alguna parte del mundo, convertido en chocolate en barra.
— Aquí es donde todo el chocolate viene y es empaquetado y listo para salir. Cada máquina tiene un diferente diseño lo que hace que las barras no luzcan todas idénticas. Por ejemplo, esta — todos nos acercamos a la máquina y vimos como tomaba una barra de chocolate con ciertas impresiones — está diseñada especialmente para las personas ciegas. Como verán tiene puntitos de chocolate encima que dicen en idioma braille: Chocolate Wonka con Frambuesa y Macadamia.
— Eso es bastante original. Incluso así las personas ciegas podrán saber qué tipo de chocolate compraron. — secundó Wally asintiendo un par de veces ante tan magnífica idea.
Debo admitir que realmente era una muy buena idea pero me cuestionaba si realmente lo llegarían a poner a la venta puesto que jamás había visto a una persona ciega dentro de la película. O por lo menos no en lo que yo tengo dentro de ella. Digo. Wonka nos siguió guiando hasta un dispensador de dulces del tamaño de una canica. A primera vista creí que sería el dulce al que jamás se le acaba el sabor y que nunca se acaba pero la explicación fue muy distinta.
— Esto no es el mismo dulce de la sala de experimentos. Este dulce no contiene nada de cafeína pero puede darle a un trabajador la energía de diez cafés en tan solo un dulce. ¿Se lo imaginan? — Willy, Charlie, su abuelito y yo nos dedicamos miradas de rareza. ¿Eso era legal? Dios quiera que no fuese alguna droga lo que daba esa energía — Un trabajador teniendo la energía de cinco hombres bien descansados. Será una innovación en las empresas sin igual.
— ¿No sería otra forma de explotación? — preguntó Charlie de manera inocente a lo que Wonka se inclinó para verle y hacer una mueca de fastidio.
— Vivir es una forma de explotación y nadie se queja por ello. — vuelve a enderezarse y sonríe como si nada. Sadico. — Bien, entonces vayamos a la siguiente habitación. Síganme.
Debo admitir que su sentido del humor era bastante turbio, si es que era humor, pero muy dentro de mi hígado me daba risa. Si. En el hígado. Porque en lo demás me daba miedo.
Le seguimos sin falta hasta una habitación con un pasillo larguísimo como carretera a la playa, pero sin curvas, solo recto, como un palillo de dientes sin usar. De color morado y paredes blancas. Muy allá se encontraba una Oompa-Loompa secretaria con cabello naranja y hasta el mentón. Tenía unas hojas que Wonka nos entregó con cero sutileza. Y un lápiz claro.
— Ahora, como siguen quedando dos, uno de ustedes se tendrá que ir.
— Ah pues haberlo dicho antes. Puedo poner renu...
— A votación mía. — Me interrumpió el maldito con una sonrisa. — Creen un dulce.
— ¿Qué? — Su gesto de irritación me dejó en claro que no siguiera cuestionando sus métodos.
¿Un dulce? Bueno, fácilmente podría dejarlo en blanco o escribir sobre algo que ya estuviese hecho y ser expulsada por ello. Esto estaba en bandeja de oro. Podríamos salir de aquí y dejar a Charlie hacerse cargo de la fábrica. ¡Dios, me has mirado a los ojos!
— ¿Qué le parece este?
Mis ojos se abrieron casi sintiendo como amenazaban con salir de su órbita cuando escuché a Willy. Levante la vista y mire como en su papel había dibujado las galletas para hacer crecer el cabello sin que se saliera de control. ¡Dios, no me has mirado a los ojos! Mire a Charlie quien parecía algo complicado y su abuelo también, ¿esto pasaba en la película? Charlie debía proponer tantas ideas a Wonka que incluso su familia les regaña por hablar de trabajo en la mesa.
— Willy, no creo que sea lo que Wonka busca. — Dije cerca de él tirándole del brazo.
— Es lo que busco. — me aseguró Wonka sin dejar de mirar el papel. — Supongo que tener el mismo nombre debe tener algo que ver, ¿no lo crees? — le sonrió Wonka completamente convencido de su decisión ahora.
— ¡Pienso lo mismo! — respondió Wally con sincera emoción.
Esto no podría ir más peor de lo que ahora estaba. Pero sí fue. Charlie terminó por ser sacado de la fábrica y su abuelo también y Willy se quedó como el nuevo ayudante de Wonka. Yo incluida como presencia-motivacional-ayudativa-ignorativa. Si. Mi bello y asqueroso título dado por el señor Wonka.
Desgraciado.
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Una vida de chocolate (CANCELADA)
FantasySi no habías tenido suficiente con historias de transmigración, aquí te traigo una que sin duda será muy diferente a lo que habías leído. Todo en una vida llena de chocolates de los mejores chocolateros. Veras cosas dulces y otras no tan dulces. *...