Ok. Repasemos. Morí. Transmigré a una película. Le quite el protagonismo al protagonista. Arruine la vida del protagonista. Hay un segundo Willy Wonka justo aquí a mi lado mirándome con una expresión llena de confusión y extrañeza como si lo raro no fuera su propia existencia en una película que no es suya!
Me exalte un poco. Es algo difícil de digerir a la primera.
— ¿Y qué le pareció? — preguntó mientras se acomodaba un poco, como si estuviese listo a escuchar cualquier tipo de cumplido.
Pero para desgracia suya ya me encontraba en un estado de frustración excesiva. Escuché el pisar de sus botas detrás mío mientras me veía incertar la llave en el pomo de una puerta que jamás había visto pero que por alguna razón sabía que era la correcta.
— ¿No le gusto? ¿Fue demasiado dulce para su gusto quizás? Quizás no le gustan las nueces, ¿fueron las nueces? ¿O fue el té verde? — su voz se volvía cada palabra más desesperada, como en esas ocasiones que sabes que ya la cagaste y buscas las palabras para arreglarlo. Algo así. — ¡Espere! — Exclamó cuando me vio cerrando la puerta — ¿Podría decirme que fue lo que no le gustó de mí chocolate? Porque si no lo hace, siento que esta noche de verdad será una noche muy larga.
¡Cierto! Este Willy Wonka no tenía donde pasar la noche y por ello fue estafado. Pero, esta no era su película, así que podría ir a cualquier sitio y no ser estafado, probablemente. Más sin embargo ocurría un problema. Un grave problema. Gravísimo. Su nombre era Willy Wonka, pero no el Willy de este mundo y si iba caminando por las calles diciéndoles a gente que su nombre era Willy Wonka... Dios sabe lo que podría pasar si eso ocurría.
— ¿Cuántas monedas tienes?
— ¿Qué? — Se hurgó en el bolsillo y me mostró la única moneda que tenía — Es lo único que me queda. — ¿por qué él si había logrado preservar su dinero original? Bueno, tampoco me quejo, el de cien pesos ahora decía cien dólares.
— ¿Tienes dónde quedarte? — su respuesta iba a ser: No. Estaba más que segura.
— Estaba planeando dormir sobre una banca. Después de todo no hay un sitio donde puedan cobrarme una moneda por el hospedaje.
— Entonces no tienes donde dormir. — dije señalando lo obvio.
— No.
¡Lo sabía! ¿Les dije o no les dije que diría que no?
— Yo podría cobrarte una moneda por el hospedaje.
— ¿De verdad? — Su rostro se iluminó con una sonrisa. ¡Diosito cuídalo, que por eso lo estafaron tanto! Ahora sabía cómo debía lucir la palabra pureza en una persona. — Eso sería de mucha ayuda para...
— Con algunas condiciones. — Dije cuando le vi recoger el maletín que llevaba. Le miré y lucía bastante convencido a pesar de aún no saber los términos que pondría. Este niño necesita algo de malicia en su bello ser lleno de inocencia. — Número uno, no me hablaras de "usted" no soy tan vieja. Número dos... — me quede en silencio.
— ¿Ajá?
— Em... te la diré luego. ¿Es un trato entonces?
— ¿Solamente dos condiciones por dejarme quedar por una moneda en tu hogar? Me parece que es una oferta maravillosa. — estrechó su mano con la mía de manera escandalosa.
Honestamente, no sabía qué poner de segunda condición. Casi siempre son tres pero ni siquiera pude pensar en la segunda. En lo que él parecía instalarse en una habitación adicional que gracias a Dios tenía, me quede en la sala de estar. Encendí el televisor y salieron, como era de esperar, los cuatro niños que ya habían ganado el boleto dorado. Me cubrí los ojos con ambas manos mientras me castigaba a mí misma. ¿Por qué diablos había comprado aquella maldita barra de chocolate? Mire de reojo el calendario de papel que había en una de las paredes, marcaba con letras rojas Lunes, lo que supondría que mañana sería cuando tuviésemos que estar allí, de pie justo afuera de la fábrica. Volví a castigarme. Y quejarme.
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Una vida de chocolate (CANCELADA)
FantasySi no habías tenido suficiente con historias de transmigración, aquí te traigo una que sin duda será muy diferente a lo que habías leído. Todo en una vida llena de chocolates de los mejores chocolateros. Veras cosas dulces y otras no tan dulces. *...