Capitulo 18

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Y paso la primera noche.

Y la segunda...

Y una semana después seguía sin saber nada de Willy, ni de Wonka, ni de Noodle... ni de nadie. Mi esperanza se desvanecía conforme las noches continuaron. A veces me decía: Este día va a ser el día. Pero ese día no parecía llegar.

Mi sustento de alimento era una bandeja que me dejaban fuera de la celda y unos chocolates a los cuales mi paladar parecía nunca acostumbrarse. Si preguntan por mi diversión diría que era contar y recontar las cajas que había en mi celda, en la de enfrente y las pocas que podía ver en las siguientes. El total que había sacado durante esta semana era el mismo número: 7,397 cajas blancas pequeñas con listón rojo. Y eso porque las de mi celda podía moverlas y contarlas. A veces formaba figuras con ellas como método de diversión también. No consumía el chocolate de dentro porque me desagradaba.

No eran los de Willy...

No eran los de Wonka...

¿Acaso me había vuelto caprichosa? ¿Quizás estaba aquí por mi egocentrismo de que podría conseguir un final normal y feliz? ¿Quizás todo hubiese sido distinto si me hubiese fijado dos veces al cruzar la calle? ¿Quizás...

Esto se estaba volviendo insoportable.

No sabía cuándo era de día ni cuándo era de noche, perdí la noción del tiempo y del humor. Mi chiste más gracioso hasta el momento era preguntarle a las cajas cómo se le decía a alguien con vicio al chocolate: Chocoholico. Jaja. Después de decirlo veinte veces deja de crear tanta risa como las primeras.

— Tu comida. — vi como la mujer que era la secretaria me dejaba la bandeja de comida donde mismo. Extrañamente las comidas estaban bien balanceadas en cierto aspecto: arroz, chocolate, caldo de legumbres y un bolillo con pepitas arriba.

— No te vayas, por favor. — Le supliqué agarrandome de las rejas. — No quiero estar sola más tiempo, ¿no puedes platicar conmigo aunque sea un momento? Por favor.

Su rostro parecía neutral pero algo me decía que estaba dudando. Eso era una buena señal, comenzaba a bajar la guardia poco a poco y eso era ventajoso para mí en ciertos aspectos. No me sentía espía ni cualquier otra cosa como Lupin para tener estrategias tan buenas pero lo que sí tenía y de lo que me enorgullecía un poco es que era alguien terca. Tanto que una semana encerrada no me haría renunciar.

— No tienes permitido hablar con nosotros. — me señaló levantando el mentón mientras fruncía sus labios.

— Solo un poco. Siento que me volveré loca si continuó platicando con las paredes y las cajas.

— ¿No es eso una señal de que ya lo estás? — bajo el mentón un poco.

— ¿Si? ¿Entonces ya me volví loca? — fruncí el ceño con preocupación.

— Si. Definitivamente si.

— Ayúdame. Por lo menos dime cómo está el clima o en qué temporada estamos o... o no se. Algo para no deslizarme hacia la locura. — una buena frase del Grinch.

— ¿Solo eso?

— ¡Si! — volvió a dudar por unos segundos y miró hacia la puerta como cuidando de que alguien no viniera y viera. Esto sería suficiente para mí.

— Bueno, pero solo eso.

Bingo.

— El clima de hoy fue horrible, cayó una tormenta terrible de nieve que cubría hasta los tobillos al caminar, y eso te lo digo porque los zapatos del señor Slugworth se mojaron tanto que pidió unos nuevos hasta su oficina. — se acercó a mi acuclillándose frente a mi.

Una vida de chocolate (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora