Después de aquel día me pareció casi imposible mirar a Wonka sin tener el ego hasta por las nubes. Seamos sinceros, hasta ustedes se sentirían así si Willy Wonka comiera un chocolate hecho por ustedes. Pero tal parece que aquella temporal personalidad acabaría por terminar de irritarlo en una cena con un bello pastel de chocolate de postre servido a la mesa.
— Estoy asi — puso sus dedos índice y pulgar a una distancia de menos de un centímetro mientras me miraba frustrado. — de ponerte a trabajar con los Oompa-Loompas.
Al menos no dijo que me echaría de la fábrica como la última vez. Era un gran avance en su personalidad. Y por lo menos me hacía saber que ya no le caía tan mal como antes.
— Solo estoy feliz. — tenía una sonrisa de boba en mi rostro mientras veía como ponían un pedazo de pastel en mi plato.
— Bien. — dijo Wonka con una sonrisa que desapareció en un instante — Ahora deja de estarlo. — y clavó el tenedor en aquel esponjoso pedazo de pastel para comerlo.
— ¿Este pastel también es una excepción? — pregunté y Willy, quien ya había comenzado a comerlo, se giró a verlo expectante.
— Es una de mis creaciones.
— Pero no está hecho con tus manos.
— Ni por ningunas otras. Lo hicieron las máquinas que yo mismo he configurado individualmente con instrucciones específicas para que quede igual a como lo hice la primera vez. — y siguió comiendo.
Algo más de lo que me había enterado de Wonka es que era una persona muy meticulosa y perfeccionista. Todo tenía que ser tal y como él decía, todo tenía que estar bajo su control en cuanto a los dulces y espacio personal. Su habitación jamás la había visto ni tampoco Willy que era su igual se le había dado ese privilegio de ver su habitación, así que era seguro que no le gustaba que invadieran su espacio pero a él sí le encantaba invadir el espacio de otros. Vaya cosa.
Otro dato interesante era el hecho de que esta misma noche Willy haya estado mirando el cielo nocturno desde la entrada de la fábrica. ¿Cómo me di cuenta? Bueno, digamos fue debido a que un pajarito (Oompa-Loompa) me lo dijo.
Fui con él y me senté a su lado apreciando la dulce luna llena que iluminaba la oscuridad. Casi nunca estábamos en la puerta, la mayoría del tiempo la pasábamos dentro de la fábrica porque, siendo honestos, era el lugar con las cosas más raras y divertidas que podías encontrar. Pero imaginaba que a veces volver a ver el mundo de afuera era necesario por el bienestar mental. O al menos eso yo pensaba.
— ¿No tienes frío? — le pregunté mientras me abrazaba los brazos.
— No. Estoy bien. — respondió con una sonrisa. — ¿Alguna vez te has preguntado de qué sabor podría ser la luna?
— He escuchado que es de queso. Incluso en un capítulo de Pucca roban queso de la luna para vender. — rió ante el recuerdo. Ojo con el copyright.
— ¿Queso amarillo o queso untable?
— Untable ¿no? Es blanca después de todo. Sería como queso Philadelphia pero más duro y con sabor a universo.
Ni siquiera sé de qué estaba hablando a este punto pero verlo sonreír así y cuestionarse si realmente podríamos llegar a probar la luna con la lengua antes de explotar podría ser posible. ¿Se explotaría por la gravedad? ¿La falta de oxígeno? Por algo se debía explotar o eso pasaba en las películas de astronautas a los que se les abría el casco en el universo. ¿O era que solamente se congelaban?
Ni idea. Pero morían de todas formas.
— ¿Estabas pensando en algo? — ataque de lleno con aquella pregunta. Tenía curiosidad por saber a qué se debía aquella mirada tan nostálgica. En la película nunca ocurrió. ¿O si?
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Una vida de chocolate (CANCELADA)
FantasySi no habías tenido suficiente con historias de transmigración, aquí te traigo una que sin duda será muy diferente a lo que habías leído. Todo en una vida llena de chocolates de los mejores chocolateros. Veras cosas dulces y otras no tan dulces. *...