Morí.
Creo.
Otra vez.
Para cuando todo comenzó a volverse claro de nuevo, borroso pero claro, las voces comenzaron a sonar a lo lejos al igual que unas campanas. Al estar consciente finalmente lo primero que los bellos ojos vieron fue aquel lugar tan conocido que tan solo hace... ¿cuánto tiempo tenía ya en la transmigración? Para mí fue hace una semana que había visto esta película pero no he llevado demasiado bien la cuenta de los días.
En fin, frente a mí estaba la magnífica y soñadora, e inalcanzable, 'galerías chocolateras' que según yo recuerde se llama así. Mi vestimenta había cambiado de nuevo, estaba de acuerdo a la época y costumbres. Yo estaba sentada en una silla, al parecer había caído desmayada sobre la mesa y un mesero me estaba viendo con suma preocupación.
— ¿Se encuentra bien? ¿Quiere que llame a urgencias?
— ¿Qué? No. No. Estoy bien. Solo fue... un bajón de azúcar. Ya sabe, mucho calor. — me recargue en el respaldo de la silla como si nada hubiese pasado.
— Pero eso sería un golpe de calor.
Como que muy inteligente me salió este mesero. Y muy conteston también. Tres punto cinco estrellas por haberse preocupado y haberme echado aire con un menú.
— Y por eso le digo que no fue nada. En todo caso ya tengo que irme, tengo una cita importante justo ahora y creo que a lo mejor fueron los nervios. — me puse de pie y fui hasta la fuente que estaba allí.
Algo me faltaba en este escenario.
¡Willy Wonka!
Mire a ambos lados esperando que por obra del destino los encontrara. Si yo estaba aquí era seguro que Willy también debería de estar, era su mundo después de todo pero, ¿qué pasaba con Wonka? ¿También habría podido transmigrar? Más que eso, ¿estaban vivos? Dios me cosa la boca del pensamiento por tener tales... pensamientos tan crueles y fatalitis.
Pero al no verles me preocupe.
— ¿Dónde estás Willy? — murmure angustiada. A este tiempo debería de estar llegando del puerto y entrando a las galerías pero no había ni el reflejo de su sombra.
— ¿Me llamaba?
Me giré de inmediato al reconocer la voz y ahí estaba el Willy que había conocido en su película. Con su sombrero y su gabardina color carmesí con ligeros toques violetas.
— ¡Willy! — exclamé aliviada tomándole de la mano. — ¿Has visto a Wonka? Sé que probablemente también haya llegado con nosotros, tengo esperanza en que logro hacerlo. ¿Le has visto?
— Pues parece que es su día de suerte. — me dijo con una gran sonrisa. — Mi nombre es Willy Wonka.
Algo estaba mal aquí.
— ¿Por qué... me hablas de usted? — le solté de la mano.
— Porque es una dama. ¿O eso es una mala costumbre aquí? — miró a ambos lados buscando algo inexistente.
No quería hacer aquella pregunta tan cliché pero en ese momento sentía que era lo único menos cliché que podía hacer.
— Tu... ¿no te parezco ligeramente familiar? — si esperaban la otra pregunta no la haré, esa si me sonaba muy cliché y no. Sus segundos de silencio me detuvieron el corazón.
— No.
Esto no podía ser cierto. Entonces, ¿dónde quedaban todos aquellos recuerdos de cuando me enseñaba a preparar chocolates? ¿O la vez que llegó a mi departamento porque su conciencia le decía que no podía estar a gusto en la fábrica si yo no estaba? ¿O qué tal la vez en la que estuvimos bajo la luna platicando sobre su pasado? ¿Todo aquello se había ido al demonio? ¿Así de fácil? No podía ser más cruel y cierto.
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Una vida de chocolate (CANCELADA)
FantasySi no habías tenido suficiente con historias de transmigración, aquí te traigo una que sin duda será muy diferente a lo que habías leído. Todo en una vida llena de chocolates de los mejores chocolateros. Veras cosas dulces y otras no tan dulces. *...