Cuatro días aprendiendo a hacer chocolate. Cabe decir que las enseñanzas de cada uno era MUY diferentes. Willy era paciente, amable y considerado mientras que Wonka era desesperado, mal genio y sarcástico. Pero ambos me estaban enseñando bien. Era ganancia.
Creo.
Se estaba volviendo rutina el tener las tres comidas al día juntos, casi como familia. Wonka ya no había mencionado el tema... aquel tema que se me había escapado de los labios por presuntuosa, ni Willy había mencionado nada sobre su pasado. Estos hombres no hablan mucho sobre su pasado. Aunque en las películas solo Willy lo hablaba muy poco.
— ¿Sigues estudiando? — deje de mirar la libreta donde llevaba varios apuntes chafas sobre lo que me enseñaban para ver a Wonka.
— Hoy no hay clases. O eso creí haber oído. — mire hacia otro lado intentando recordar si escuché mal o escuché bien.
— Que buena memoria. — sarcástico el muchachito. Se recargó en el muro de la puerta sin dejar de mirarme.
— ¿Gracias? Supongo. — volví la mirada a la libreta pero no pude volver a concentrarme.
— Quiero hablar sobre de antes.
— ¿Lo de antes? — mire al techo pensativa. No habíamos conversado mucho en la cena, a menos que se refiriera a aquel dato random que mencioné sobre las nutrias. — ¿Hablas sobre el por qué las nutrias se toman de la mano para dormir?
— ¿Qué? No. Y no es mano, es pata. — se acercó un poco más hasta quedar a un lado de la cama. — Nunca respondiste a mi pregunta sobre mi padre.
¡Hijo de su madre! ¡Ese tema! ¿Han visto en las series animadas o en los emojis esas gotas de incomodidad? Yo tenía como diez corriéndome por todo el rostro. Imaginariamente claro.
— ¡Mira! Aún tengo una duda sobre este proceso. — tome la libreta y la lleve hasta su cara. — ¿lo ves? Este procedimiento.
— Es un dibujo de una vaca de palitos. Y aleja eso de mi rostro. — Alejó con su mano la libreta hasta que quedamos frente a frente.
Me sentí como los padres cuando sus hijos les preguntan cómo llegaron al mundo. Solo que aquí no podía poner el ejemplo de las abejitas o la cigüeña. Para acabarla de amolar se sentó en mi cama cruzando la pierna esperando a que yo respondiera. ¿Qué tenía que responder? "Me sé toda tu vida porque la vi en una película" ¡Ni de chiste! Parecería una acosadora y una psicopata.
— Ok... — Pase mis manos sobre la colcha de manera nerviosa — ¿Y qué quieres saber exactamente? — es que claro, tenía que asegurarme de que era lo que quería saber. Si era él porque yo sabía o como me enteré o que era de su padre. Uno tenía que tener pistas para responder a una pregunta trampa.
— Todo. — eso no ayudó en nada de lo que tenía pensado. Maldito nerd inteligente.
— ¿Todo? Ósea, ¿todo?
— Me estoy impacientando. — vi como miro a otro lado y movió la mandíbula hacia adelante. En sus palabras yo estaba balbuceando cosas sin sentido, en mis palabras estaba tratando de salvarme.
— Yo — mire mis manos — no sé qué decirte la verdad.
— Empieza desde el comienzo.
— ¿Cómo sabes cuál es el comienzo y cuál es el final? — enarqué una ceja a lo que él también lo hizo pero no dijo nada. — ¿Quieres saber cómo se?
— Exactamente. Cómo y hasta dónde sabes.
— ¿Recuerdas lo que les dije que Dios me habló?
— No recuerdo que haya sido así pero continúa.
— Bueno, pues cuando Dios me habló me contó algo de tu pasado. Para conocerte un poco mejor. — y me desfunde. Dije lo que sabía y hasta donde conocía su historia.
Me prestaba atención como nunca antes había visto que la prestara a alguien. Estaba calmado, solo movía su pie en varios intervalos de tiempo. Cuando termine de hablar tan solo agradeció, se levantó, se despidió, deseo buena noche y se marchó.
Lo bueno es que Willy no sabía que yo también sabía sobre su madre.
Que bendición.
La tarde siguiente tenía que aprender de él el sutil arte de hacer chocolates. No hablo mucho. Ni me regañó. Eso fue extraño, incluso para Willy que también estaba allí ayudando a hacer un chocolate aparte. Cuando Wonka se quedó perdido en sus pensamientos Willy y yo nos miramos.
— Nunca lo había visto así. — me susurró Willy sin que dejáramos de ver a Wonka. Sí que tardaba en salir de sus pensamientos.
— Tampoco yo. No ha dicho nada sarcástico. ¿Será un milagro del universo? — aunque mi sonrisa denotaba alegría mis ojitos gritaban preocupación. Y si era para preocuparse. ¿Habrá sido mucha información lo que le dije anoche?
— Quizás darle un chocolate ayude. — Propuso ignorando mi comentario y encogiéndose de hombros.
— No creo que coma algún otro chocolate que no sea el suyo.
— Podemos darle uno suyo. ¡Tengo una idea mejor! — levantó su dedo índice. Esa mirada no me gustaba nada. — Puedes mostrar hasta dónde haz avanzado con tus habilidades.
— ¿Darle un chocolate mío? ¿De verdad? ¿No crees que sería más contraproducente que darle uno tuyo?
— Siempre es un placer para un maestro probar los chocolates de un alumno. — lo dijo con orgullo a lo que yo le miré sin poderlo creer.
— Si recuerdas que soy tu primera alumna y que nunca le has enseñado a nadie a hacer chocolates, ¿verdad?
— Buen punto. — reconoció sin perder su sonrisa.
Pero era una buena idea. Podía ser una magnífica broma, sería la venganza perfecta por todos aquellos gritos y palabras sarcásticas que me había dicho durante las clases. Fui hasta mi habitación y del jarrón de cristal que me regaló Willy para que pusiera todos mis esfuerzos de chocolate, según él para recordarme cuánto había progresado, tome el que estaba más arriba y lo lleve corriendo hacia el lugar donde estaba la maquinaria de los chocolates.
Para colmo Wonka ya había salido de su trance y estaba conversando con Willy algunas ideas nuevas para chocolates. Cuando me acerqué y le extendí el chocolate sucedieron dos cosas: primero me miró extrañado y confundido, su cara preguntaba todo "¿qué carajos era eso?" Y segundo, tomo el chocolate con la mano y lo inspecciono hasta que lo coloco en su boca y lo saboreo. Willy Wonka nunca probaba otro chocolate que no fuera el suyo y hoy fui la excepción.
Espere impaciente por su respuesta o su reacción. Willy me miraba orgulloso y también ansioso por saber la opinión de Wonka. Cuando vi a Wonka tragar me preocupé aún más.
— ¿Esperabas que lo escupiera? — soltó sin dejar de mirarme.
— Si soy sincera si. Eso era lo que esperaba.
— Un dulce nunca se escupe a menos que tenga veneno. Es una falta de respeto ante los creadores. — que buenas palabras. Eso lo apuntaré en la libreta. — Si buscas una opinión debo decirte que le falta sabor y pasión. Un chocolate hecho sin inspiración no es un buen chocolate, sino una mezcla de productos y ya.
— Eso es cierto. — segundo Willy con una mano en la barbilla — Un buen chocolate se hace con amor.
— Si. — Wonka hizo una mueca. Parecía bastante escéptico al amor. — Pero si buscas más un consejo te diría que midas bien la temperatura, los ingredientes y la forma en que se mezcla. Pero vas bien. Entonces continuemos.
Y se fue con Willy a seguir hablando. Había obtenido un consejo sincero del mejor chocolatero del mundo. Y además, ¡el mejor chocolatero del mundo que no come ningún chocolate que no sea suyo había comido el mío! Debo confesar que eso me provocó mariposas en el estómago. Mariposas enormes.
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Una vida de chocolate (CANCELADA)
FantasySi no habías tenido suficiente con historias de transmigración, aquí te traigo una que sin duda será muy diferente a lo que habías leído. Todo en una vida llena de chocolates de los mejores chocolateros. Veras cosas dulces y otras no tan dulces. *...