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Estaba frustrado.

En primer lugar, parecía que los fotógrafos se escondían en cada esquina, debajo de cada roca y cada árbol. En segundo lugar, odiaba a Olivia. No solo estaba invadiendo su trabajo, su casa, sino también su vida personal, y por algún motivo, creía que Harry estaba contento con la idea de tener a un paparazzi sobre su hombro cada vez que iba al gimnasio o incluso pasaba por un café.

La situación ya era agobiante. Al principio, pensó que solo serían fotografías en la calle; ahora también tenían que ir a citas y pasar tiempo juntos, en parques, de compras o incluso en su barco. ¿Acaso la gente no estaba cansada de verlo en un yate con su "novia del momento"?

En tercer lugar, extrañaba a Sam, y eso era estúpido, porque Sam no hablaba con él y porque ella seguía sumergida en aquel sueño profundo. Sin embargo, su presencia ahora lo calmaba de una manera que ni siquiera podía entender. De alguna forma, el pasar tiempo con ella, el cantarle, leerle, hablarle o simplemente compartir momentos mientras escribía notas de futuras canciones, todo eso, hacía que se sintiera acompañado y más ligero, en un ambiente donde era él mismo y no la persona que deseaba todo el mundo que fuera.

Lo más triste, y lo que empezaba a preocuparle a Harry, era que, si en algún punto Sam despertaba, se sentiría sumamente angustiado si ella decidiera odiarlo o si se comportaba de forma abusiva, por quién era. Quizás había creado en su mente una amistad con una persona a la que ni siquiera le caería bien, y temía, realmente lo hacía, que la forma en la que él se sentía cuando compartía un espacio con Sam no volviera a sentirse jamás de la misma manera en cuanto la perdiera.

No era egoísta en no querer que ella despertara. Al contrario, Harry deseaba que ella recuperara su vida, pero de alguna forma extraña, tampoco quería perder aquella rutina y el único lugar en el mundo que parecía tranquilo y seguro, ahora que Olivia estaba ocupando cada espacio de su vida, como una peste que comenzaba a crecer y apoderarse de todo.

Acarició a Colazione y comenzó a tararear suavemente, con los auriculares puestos y los ojos cerrados, intentando no pensar en el hecho de que debía viajar por dos semanas y compartir el mismo espacio físico con la persona que detestaba.

Se suponía que sus vacaciones serían un momento lejos de todo el drama, lejos de los fanáticos, las cámaras y todo lo relacionado al trabajo, pero allí estaba, metido en el mismo avión que Olivia Wilde e intentando ignorar su presencia, mientras ella le hablaba por encima de la música intentando armar un itinerario de actividades en donde la cámara los pudiera captar juntos, en su visita a Italia.

Quería ver a Sam. Quería estar con ella y saber cómo habían ido los nuevos estudios. También tenía miedo de que aquellas dos semanas fueran demasiado tiempo alejados, que ella despertara y él no estuviera allí para ver sus ojos por primera vez.

Se quitó los auriculares y los dejó sobre la mesa del avión privado, dándose cuenta de que no había forma de que pudiera volver a estar en paz en presencia de Olivia.

— ¿Sabes qué significa cuando una persona se coloca los auriculares y cierra los ojos? Creo que no estás entendiendo muy bien las señales —. No quería sonar brusco, sin embargo, estaba demasiado molesto e incómodo con la situación como para fingir un poco de cordialidad.

— No seas grosero. Estoy intentando que el viaje sea productivo para ambos. Debemos llamar a TMZ para dar los paraderos y, si no lo hacemos, este viaje no tendrá sentido —, explicó la rubia, mientras repasaba las actividades en su computadora.

— El sentido de este viaje es que yo descanse. Así que solo van a vernos de manera ocasional y si yo lo quiero. Por lo pronto, voy a pedirte que te mantengas en tu habitación mientras estemos en el hotel y que no estés buscando problemas, porque realmente necesito descansar de todo, y eso te incluye a ti —. Rápidamente se levantó y se fue, dejando al pequeño gato en el suelo mientras se dirigía hacia la cabina de tragos, donde fue atendido rápidamente por un asistente de vuelo.

Tecló en su teléfono y se conectó a Internet, tomando rápidamente el teléfono de quien ahora estaba cuidando a Sam y pidiéndole las nuevas noticias, luego de los últimos exámenes que le habían hecho para verificar el funcionamiento correcto de sus órganos después de más de un mes en estado de coma.

Sin embargo, ningún mensaje fue recibido, haciendo que en su estómago se instalara un nudo del tamaño del país que estaba sobrevolando.

Intentó no pensar demasiado. Al fin y al cabo, estaba en medio de la nada, en un avión y sin mucha conexión wifi. Seguramente le responderían más tarde y todo estaría bien.

Bebió del gin tonic que le ofrecieron y se colocó una vez más los auriculares, abriendo su laptop y comenzando a navegar por las redes de Sam, en búsqueda de eso que nuevamente rondaba por su cabeza como un roedor, imposible de atrapar. Se deslizó entre las fotos de su Instagram y se quedó allí, colgado, observando la imagen. Una vez más era su rostro y su hermosa sonrisa; sin embargo, sus ojos estaban cerrados.

— Sam, en serio ¿qué es lo que pasa con tus ojos? —, murmuró, solo para él, observando un video bastante reciente de la muchacha.

Era un video grabado por otra persona. Allí se podía ver a la mujer con los brazos en alto mientras manejaban por los médanos de una hermosa playa, al atardecer. Lo único que se escuchaba era la risa de Sam y sus gritos, acompañando al motor del cuatriciclo mientras un hombre manejaba de espaldas a ella.

Entró al perfil del hombre y comenzó a revisar, cerciorándose de que su cuenta estuviera cerrada y fuera una secundaria la que hacía el espionaje. Revisó en cada foto, cada video y cada historia, pero era evidente que no había una sola imagen de los ojos de la mujer que yacía en el hospital.

— ¿Quién es este tipo, Sam? ¿Por qué no me has hablado de él? —, estaba siendo sarcástico, sin embargo, ahora no podía evitar hablar solo, como un loco, y comenzaba a perder el control de cuándo hacerlo.

Vio que en las fotos no aparecía Sam, sin embargo, cuando entró a ver sus etiquetados, logró ver fotos en las que él y Sam compartían fotos con otros amigos. Fotos antiguas.

— ¿Acaso este es tu ex? —, murmuró y sonrió cuando entró al perfil de Sam una vez más, revisando que no había otras evidencias de la existencia del muchacho. — Él fue un bastardo bastante afortunado, cariño, pero ahora estás conmigo.

The color of her eyes | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora