Harry siempre había intentado evitar este tipo de reuniones. La última vez que había estado en una, las cosas no habían terminado de la mejor manera, mucho menos la anterior, el día en que atropelló a Sam.
El conducir le traía cientos de recuerdos y, entre ellos, quería buscar el color de sus ojos. Sin embargo, no parecían querer volver a él; solo un color volvía a su mente: el rojo.
Había dejado de sentir culpa, pero aún así, un pequeño pinchazo en el estómago surgía cada vez que pensaba en la nueva situación clínica de Sam. Los médicos habían sido sinceros y muy específicos. Habían dado marcha atrás, y algunos de sus órganos habían dejado de funcionar. Aquello ocupaba su mente desde su regreso a América.
Ahora no era culpa, era ansiedad y preocupación.
Lo último que pasaba por su cabeza era el contenido de aquella reunión a la que lo habían citado. Aunque no era para nada estúpido, sabía muy bien las razones, pero estaba más que decidido a pasar por ella, dejando que la información pasara de una oreja a la otra sin una sola escala neuronal. No había forma de que aquello fuera un ítem en su vida que pudiera afectar en absoluto su decisión de estar junto a Sam.
Estacionó y bajó, colocándose bien la gorra que aplastaba sus rizos. Mientras sostenía el enorme bolso en su hombro, que había sido recientemente rellenado con nuevo contenido para pasar la noche con Sam, se dirigió hacia la puerta del edificio y, posteriormente, al ascensor. Marcó el número de oficinas, rezando mentalmente para que aquella reunión no le quitara más tiempo del debido.
Las puertas se abrieron frente a su nariz, e inmediatamente dio paso por el pasillo, el cual llevaba a aquella oficina de cristales que había sido testigo de tantos momentos en su carrera. Allí estaba Jeffrey, con Bobby a su lado, cabizbajo, y un enorme equipo legal, que observaba a una Olivia Wilde muy molesta.
No podía escuchar de qué hablaban, pero él no lo necesitaba; estaba bastante guiado respecto al tema de la conversación: El.
— Buenos días para todos — mencionó, en cuanto se puso de pie en la oficina. Entonces, se encargó de estrechar cada una de las manos, intentando al menos mantener las cordialidades.
Nadie respondió, pero él no esperaba que nadie lo hiciera.
En cuanto vio la única silla vacía de la mesa, tomó asiento, cruzó sus dedos encima de la mesa de cristal, acomodó sus hombros y abrió sus labios rojizos para hablar, pero la voz de Olivia lo interrumpió. Allí comenzó la reunión.
— Debido al incumplimiento del contrato, se impondrá una multa de 5 millones de dólares y una restricción de visitas para Samantha. Ya no podrás visitarla más que una vez por semana, y tendrás que asistir junto con Olivia. De lo contrario, tomaremos medidas más extremas — sentenció el abogado, y entonces Harry comenzó a reír.
Ante los ojos de todos, parecía que el estoico cantante había perdido la razón, sin embargo, estaba lejos de ser la realidad. Parecía que allí, la única persona que conservaba la cordura era él.
— No, puedo pagar 10 millones si así lo quieren, no es importante el dinero. Pero no voy a aceptar la restricción. Tengo una responsabilidad con—
Lo interrumpió.
— Tu responsabilidad es cumplir con nuestros acuerdos, Harry. No quiero tener que obligarte o levantar acciones legales, pero realmente estás incumpliendo con varios acuerdos del contrato.
— Contrato que yo no firmé bajo propia voluntad. Contrato que yo no acepté y tú firmaste sin consentimiento. ¿O debo recordarte cómo sucedió?
Vio a Jeffrey tragar saliva y negó con la cabeza, siendo observado por los doce pares de ojos.
— No es necesario. Pero como tu apoderado—
— Pondré un abogado y me aseguraré de romper ese acuerdo. A partir de ahora, la única persona que tiene el poder de responder por mí seré yo mismo.
— Aun así, el contrato está exigiendo que cumplas con la cláusula, Harry. Esto ya está estipulado y es necesario que—
Allí mismo, Harry estalló, golpeando con ambas manos la superficie de la mesa.
— Es necesario que aprendas a cerrar la boca y dejes de joderme. Estoy cansado de ti, Olivia, y honestamente preferiría perder el tímpano que volver a escucharte decir mi nombre otra vez.
La sala quedó en silencio, y él supo que se había pasado, pero su paciencia se había quebrantado hacía varios días, y estaba realmente lejos de querer tener una buena relación con la actriz.
— Sr. Styles, como su abogado, debo reconocer que la señora tiene razón. Tiene que cumplir con el trato y la cláusula. También debe empezar a cumplir con sus salidas con la Sra. Wilde y cumplir con el acuerdo que se realizó hasta el estreno de la película; de lo contrario, la productora puede levantar acciones legales hacia usted y, siendo honesto, tiene todas las de perder.
Todos hicieron silencio, y Harry entendió aquello como una sentencia final.
— De acuerdo, pero voy a precisar que se modifiquen con urgencia los poderes del Sr. Azoff y se busque inmediatamente un nuevo representante. Bobby, necesito que contactes a la discográfica e informes que, a partir de ahora, estoy a cargo de mi carrera.
— Bobby ha sido despedido de la firma, por lo que no puede recibir órdenes de ti.
— Sí, Harry, lo haré de inmediato — respondió el hombre, ignorando por completo la interrupción del manager.
— Muchas gracias, Bobby. Por favor, abogado Linzhen, tome el contacto de Bobby y realice un contrato como asistente personal privado. Sin intermediarios. Haga los papeles correspondientes.
— Harry, no puedes hacer eso — la voz de Jeffrey sonó indignada en medio de las órdenes dadas por el verdadero jefe en la mesa.
— Puedo hacer lo que se me cante, y si la disquera está de acuerdo, voy a estar feliz de poder encontrar una persona que reemplace el trabajo mediocre que has realizado en los últimos años.
— Tengo contrato hasta el cierre del tour, Harry.
— Mis abogados van a encontrar la forma, no te preocupes. Y si no es así, créeme que encontraré la forma de joderte, Jeffrey.
El británico se levantó, señaló a Bobby, y, de inmediato, indicó la puerta. Se fue tras ella, guiando a su asistente a seguirlo mientras ambos se dirigían hacia el ascensor que Harry había abandonado hacía menos de 20 minutos. Gracias a Dios, la reunión no había durado tanto, pero había sido una tortura, una que le arrancaba todo aquello que había estado deseando.
Una vez más, como un idiota, había creído que tenía al menos una soga en su mano, controlando al menos sus deseos privados. Sin embargo, todo el tiempo la había tenido en el cuello, dejándolo sin respiración y quitándole momento a momento la oportunidad de vivir. De realmente vivir.
— Harry, lamento ser quien lo diga, nuevamente, pero debes cumplir con la cláusula.
— Lo sé, Bobby, pero entre deber y hacer, hay varios pasos que uno debe dar.
Era evidente que él ya tenía una decisión tomada.
ESTÁS LEYENDO
The color of her eyes | Harry Styles.
FanfictionHarry se encuentra en un punto de su vida donde cree que nada funciona de la forma en la que debería. Su carrera está siendo controlada y ahora también, su vida privada. Nada resultó para el de la forma en la que soñó y aunque estaba agradecido po...