8.

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Era el día de la fiesta por la noche, y el aire estaba lleno de la emoción del carnaval. Las luces brillaban con intensidad, y la música resonaba en cada esquina.

-¿Dónde está ese chico? -murmuró mi madre, mirando el reloj nuevamente. Eran ya las once y media, y la impuntualidad de Axel comenzaba a frustrarla.

Yo, emocionada, me peinaba en el espejo. -Seguramente tuvo un imprevisto, mamá. No te preocupes tanto.

-No es solo un imprevisto, Jade. Ya hemos hablado de esto. La puntualidad es importante -respondió ella, cruzando los brazos con descontento.

-Mamá, no es el fin del mundo. Solo es un retraso.

--No es solo un retraso. Es una falta de consideración. Si realmente le importaras, estaría aquí a tiempo.

-Mamá, no hables así de él. A veces pasan cosas que no podemos controlar.

Mi madre suspiró, intentando calmarse. Pero la impaciencia seguía creciendo en su interior. -No quiero que te acostumbres a que alguien te trate así. Mereces a alguien que valore tu tiempo.

-Axel es un buen chico -defendi yo, sintiéndome cada vez más frustrada-. No siempre puedes juzgar a alguien por un retraso, recuerda que me ha ayudado más el que un psicólogo.

La discusión se intensificó, y el aire en el coche se tornó tenso.

Finalmente, mi teléfono vibró. Era un mensaje de Axel: "Lo siento, me retrasé un poco, pero ya estoy en camino". Sonreí al leer el mensaje, pero mi madre no pudo evitar soltar un suspiro.

De un momento a otro mi teléfono vibró: "Baja del coche estoy justo en frente*

Fije mi mirada justo donde él decía y efectivamente, estaba él disfrazado de ... ¿tiburón? No pude evitar pegar una risotada al verlo.
-Es ese, ¿puedo irme con él?- pregunté mirándola de reojo.
-A las cinco te quiero aquí.
-Perfecto - besé su mejilla y salí del coche.

Corrí hacia él y lo abracé. Necesitaba ese abrazo, hacia ya bastante tiempo que no lo veía.

-Estás preciosa- dijo él mirándome de arriba a abajo.

-Gracias- me sonroje- ojalá poder decir lo mismo de ti.

-Perdoname pero voy muy guapo.

-Si tú lo dices...

Comenzamos a caminar y juraría que íbamos en dirección contraria a la fiesta...

-¿Pero la fiesta no es por...- no me dejó seguir hablando.

De un momento a otro me tenía arrinconada contra un árbol y devoraba mi boca sin pudor alguno.

-Necesitaba hacer eso, y delante de tu madre no iba a ser.

-Vaya- sólo pude decir eso, no me salían más palabras.

-¿Y tú quieres ir a la fiesta? Yo pensaba que era excusa para estar juntos- dijo mientras pasaba un brazo por mis hombros.

-Mucho mejor plan la verdad.

Andamos un cacho más y llegamos a una finca. Él se sentó nada más tocar la hierba y yo me quedé mirándolo.

-Axel, la hierba está mojada- dije obvia.

-¿Y qué?- preguntó encogiéndose de hombros.

-Que no me pienso sentar ahí.

-Ya, por eso estoy sentado yo.

-No entiendo- dije yo confusa.

-Que te sientes aquí - señaló sus piernas.

𝘭𝘦𝘵 𝘮𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘪𝘴𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora