1.

1.6K 55 4
                                    

-¿Enserio me vas a dejar tirada?
-Como no te apures, si.
Le había prometido a mi tío ir a ver un partido. Él era entrenador, y pocas veces jugaban cerca de casa, por lo tanto había que aprovechar.
En esos momentos me encontraba a un lado de la puerta gritándole a mi primo, razonando con él para que no se fuera. Era cierto que me había levantado un poco tarde, pero llegaríamos con tiempo de sobra para el partido.
-André no me ralles, dame cinco minutos.
-Cinco minutos de reloj- advirtió.
Rodé los ojos y abrí el armario. Cogí un pantalón de chándal gris y un top básico negro. No necesitaba ir arreglada para ver a veinte chavales correr detrás de un balón. Por último hice una trenza y coloque los pelos que sobresalían de ella detrás de las orejas.

Perfecta.

Abrí la puerta y le di una sonrisa de boca cerrada a mi primo. Siempre habíamos sido muy unidos, conocía cada detalle de él, y ahora se le veía algo molesto.

-¿Nos vamos?

Se rió y revolvió mi pelo, como de costumbre.
-Serás cara dura- fue lo único que dijo antes de caminar hacia la salida.

Por el camino me dejó su móvil para poner las canciones que quisiera. No lo pensé mucho y puse a Rels B, un cantante que nos gustaba mucho a los dos. Cantamos todo el caminocomo si la vida nos fuese en ello, hasta que llegamos al campo de fútbol.

-Llegamos madame.
-Oui, monseur - respondí imitando el acento francés.
Entramos en el recinto y allí se encontraba ya mi tío. Lo supe justo en el momento que lo escuché gritar.
-Rodrigo, o cambias de ritmo o durarás diez minutos en el partido.

Mi primo y yo miramos el uno para el otro reprimiendo una risa. Cambiaba mucho verlo en casa que verlo entrenando a unos adolescentes.
Decidí acercarme por su espalda, a ver si conseguía meterle un susto.
-Ni lo intentes, bonita- advirtió él con tono relajado.
Lo abracé y besé su mejilla al instante en que se giró.
-¿Cómo van?- pregunté mirando el panorama.
-Con suerte meten algún gol, están en otro mundo hoy.
-No seas tan duro- me quejé.
-Soy realista, creo que necesito darles más caña, se están relajando.
-Bueno, mucha suerte mister- dicho eso besé su mejilla y subí las gradas hasta encontrarme con mi primo.
-¿Que te ha dicho?- curioseo.
-Resumidamente, que necesitan un golpe de suerte para que hoy hagan algo en el campo.
-Pues como siempre- respondió él.
No hablamos más y poco después entró el otro equipo en el campo. Se pusieron a hacer circuitos de calentamiento y parecían conejos saltando.
-¿Te estás riendo sola Jadie?- frunció el ceño mi primo.
-Es que se ven graciosos así.
-Eres de lo que no hay.
Cinco minutos antes del partido nos colocamos detrás de mi tío, por si necesitaba cualquier cosa. Ojeé el panorama por última vez y encontré una mirada fija en mi. Un chico del otro equipo, en concreto el portero.

-Ey André, ¿quién es ese?- curiosee apuntando al chico.
-Se llama Axel, el tío tiene bastante potencial y lo sabe el cabrón, sinceramente no lo vamos a tener fácil con él.
-Entiendo- asentí.
-¿Por qué preguntabas?
-Nada, simple curiosidad.

Segui sintiendo una mirada fija en mi, pero deje de tomarle importancia.

Poco después comenzó el partido y como era de esperar, nos estaban machacando. También cabe aclarar que llevábamos una clara desventaja, teníamos cuatro jugadores lesionados con baja médica.

A veces miraba hacia el tal Axel. No era para nada feo y la verdad jugaba bastante bien, no nos íbamos a engañar. Había parado la pelota unas cuatro veces sin ningún problema, a comparación con nuestro equipo era un genio.

Finalmente quedamos tres uno.

Nefasto.

Los jugadores de ambos equipos se saludaron y salieron del campo hacia el vestuario. Axel sonrió en mi dirección y yo rodé los ojos, vaya pesado.

𝘭𝘦𝘵 𝘮𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘪𝘴𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora