13. Misionero

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25 de febrero de 2022

-Hola...- me balanceé en mi isla de la cocina con una sonrisa- ¿Todo bien?- seguí.

-Hola- respondió- Si... Bien ¿Tu?- estaba nervioso, me daba ternura y a la vez me excitaba un poco. La verdad, no entiendo porque.

Silencio.

-Ok, no sé como hacer esto- soltó y me reí.

-¿Qué no sabes hacer?- pregunté.

-Esto... Juntarse para tener sexo- respondió.

-Te la haré fácil, principiante- empecé- ¿Quieres venir ahora a mi departamento?

-¿Qué? Espera, ¿ahora?- habló rápido y creo que bastante sorprendido.

-Si no estás ocupado y quieres, claro- contesté con simpleza.

-Eh... Ok.

-Te paso mi dirección. Nos vemos.

🤪🤪🤪

Unos veinte minutos después, tocaron la puerta y abrí con una sonrisa. Sentía hasta su perfume desde adentro, por Dios, que sexy.

-Pasa- le dije, mientras me movía un poco, dejándolo entrar.

Miró el departamento, mientras yo cerraba la puerta y me acerqué a él.

-¿Y ahora qué?- preguntó.

-Eres muy impaciente- aseguré, poniendo mis manos en su cuello.

Soltó una risa.

-Lo siento, esto es nuevo para mí- respondió.

-Espero te acostumbres- dicho eso, presioné mis labios con los suyos. Yo también era impaciente, ¿para qué mentir?

Me separé ni bien me lo devolvió y me miró confundido. Sonreí y lo agarré de la mano para llevarlo hasta mi habitación.

Lo besé de nuevo sintiendo todo mi cuerpo arder por eso solo. Tocaba mi cintura en una sintonía perfecta que combinaba con los labios.

Desabotoné su camisa con rapidez y, él mismo, la tiró al piso. Le di un empujoncito, para que cayera en el colchón y, sin pensarlo dos veces, me puse encima de él, moviendo las caderas.

Saqué mi top y volví a besarlo. Toqué su torso y desabroché su pantalón.

-Ya me estoy acostumbrado- suspiró en mis labios. Me agarró la cintura para darme vuelta y dejarme caer a mí en la cama, con él encima.

-Me alegra- murmuré.

Besó mi cuello, mi pecho, mi estómago y desabrochó mis shorts con una sola mano. Se deshizo de estos y volvió a mis labios varios segundos más.

Después, se fue su pantalón, nuestra ropa interior y agarré un condón de la mesita de noche que le ayudé a poner.

Entró en mí tan fácilmente, como la primera vez y yo me sentí igual de increíble que la primera vez. Había sido tan solo una semana atrás, pero... wow.

No paraba de besarme, no paraba de hacerme sentir bien, sintiéndose bien él también, me acariciaba, Dios.

Le pedí más y me lo dio y disminuyó la fuerza y velocidad, junto antes de que acabáramos, porque así lo hacía él, y a mí, me fascinaba.

Con Jace, el sexo era largo. No la parte de la penetración, eso es como siempre. Es todo lo que hay antes y todo lo que hay después. Él no solo entra en mí. Él hace un maldito ritual de placer.

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