23. Estrella

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17 de junio de 2018

Salí de la universidad ya de noche. Me anoté mal a una de las materias y estaba cursando tarde. Me agotaba, es la última vez que no me fijo cincuenta veces antes de apretar "aceptar".

Caminé por la vereda, camino a casa y muy cansada. Aunque, unas calles después, ví un solo auto estacionado con un chico gritándole al teléfono, caminado de un lado a otro.

-¡Mierda, contesta!- exclamó enojado y cortando finalmente.

Estaba molesto, y al acercarme más, lo ví mejor también: rubio, alto, ojos verdes, creo y... hermoso, increíblemente hermoso.

-Hola- dije sonriendo- ¿Está todo bien?

Me miró con una expresión enojada, pero la ablandó un poco al verme de arriba a abajo.

-Mi auto se quedó sin batería y nadie me contesta el teléfono- explicó- Digamos, que no tengo forma de volver a mi casa.

-Podrías llamar a la grúa y vendrían a ayudarte con el auto- le ofrecí una solución.

-Si, si tienes razón- asintió, sin dejar de mirarme- ¿Por qué no se me ocurrió?- soltó una risa.

-Cuando estás en situaciones desesperadas, tu cerebro se rompe o algo parecido- le respondí.

-También muy cierto- sonrió.

Por Dios, que hombre tan sexy. Cada cosa que hace, cada expresión, es simplemente tan sensual. Y esa sonrisa, por favor.

-Soy Lola- me presenté.

-Dylan- me extendió la mano y se la estreché con mucho gusto.

No se la solté hasta unos segundos después, donde compartimos una mirada.

-¿Por qué no llamas a la grúa... y yo me quedo contigo a hacerte compañía mientras esperas?- pregunté- Si quieres, obvio. Puedo irme...

-No, no- negó interrumpiéndome- Me gusta la idea.

🤪🤪🤪

No paraba de moverme encima de él en la parte de atrás de su auto. Jamás lo había hecho en un auto, siempre quise, he tenido ese deseo hace un tiempo, y finalmente se cumplió con el hombre más precioso de todos los tiempos.

Hacerlo en ese auto, hizo todo más extitante. La adrenalina de no saber cuando vendría la grúa, era algo que latía dentro de mí y hacía que me moviera aún más y más rápido.

Dylan, era el rey de las caricias. Acarició cada centímetro de mi cuerpo en menos de treinta segundos y lo hizo una y otra vez, insitándome a seguir.

Terminé con un gemido altísimo. Creo, que nunca había gritado tanto al llegar al orgasmo, pero esta vez, lo ameritaba.

Y esa noche, le di mi número y le dije que me llamara cuando quisiera. Y él, me dijo que no solía ponerse de novio, era casual. Y yo lo pensé, creo que yo tampoco, creo que podría acostumbrarme ser... casual.

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