21. Catarata

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Hoy

Después de haber hablado con Jace, habérselo también contado a Dylan y, por supuesto, una larga charla conmigo misma, supe lo que tenía que hacer.

Que, de hecho, siempre lo supe. Pero, tenía miedo, mucho miedo, aún tengo miedo. No puedo perder a la única relación estable, amorosa, gentil, divertida y duradera que he tenido en mi vida. No puedo abandonar la única cosa, a la que me he comprometido.

Tomé por sentado la amistad de Sabrina, pero cuando todo me explotó en la cara, realmente me di cuenta de lo que podría perder, que pasaría si no quisiera verme nunca más. Es un mundo horrible.

Pero, lo tenía que hacer.

-¡Al fin puedo comunicarme contigo!- exclamó, entrando a mi departamento- No te he visto realmente en semanas- cerré la puerta, y ella, fue directo hasta el sofá que estaba en mi living- La última vez que vine, estaba Dylan semidesnudo en el departamento y un chico afuera aterrorizado ¿Era... Jason?- explicó e intentó entender mi vida un poco.

-Eso no importa- le contesté inmediatamente- Necesito hablar contigo. Decirte algo- empecé.

-¿Todo bien?- ya, obviamente, se había dado cuenta que no lo estaba. Suspiré y me senté junto a ella, sin responder- ¿Estás embarazada y no sabes de quien es? Te dije que alguna vez...

-No, Sabrina...- interrumpí- No es eso.

-¿Qué pasa?- preguntó, ya un poco preocupada.

-Muy bien... Aquí está...- lo iba a decir, no lo podía creer- Te voy a contar algo que hice, lo cual no estoy para nada orgullosa, y me he sentido mal las últimas semanas por esto. Yo jamás me lo perdonaré y lo sé, sé que estas cosas me pasan por no hacer preguntas personales, pero nunca me imaginaría que podía pasar una cosa así- aclaré de entrada- Y si...- ya estaba a punto de llorar y no había dicho nada- Y si, quieres odiarme por el resto de tu vida... lo entenderé.

Sabrina, ya me miraba hasta asustada por todo lo que acababa de escupir, y lo peor ni siquiera había salido.

-Lola, por Dios. Jamás te odiaria... ¿Qué...?

-Tuve sexo con Josh- confesé rápido y cerré los ojos. No quería verla, no merecía verla. Los abrí segundos después, al no escuchar nada. Solo me miraba, parecía en shock- Pero, te juro que fue mucho antes de saber que era tu ex novio, Bri. No hubiera hecho absolutamente nada si lo hubiera sabido, y sé que esta justificación sin sentido, no arregla ni mejora lo que hice, así que...

-Detente- me interrumpió, negando la cabeza. Respiró y miró al piso varios segundos, procesando- Es cierto, nunca te conté de él. No éramos amigas- no sé en que tono me lo dijo, pero no la veía tan enojada como creí. O quizás, aún sigue demasiado sorprendida.

-Te lo digo, porque te mereces saberlo- insistí- Y quiero que sepas, que ni siquiera lo volveré a ver a la cara. En serio lo lamento, Sabrina.

Apretó los labios y asintió.

-¿Cuántas veces?- preguntó- La verdad.

-Seis- dije con honestidad.

Abrió los ojos otra vez, impctada. Lo estaba empeorando, pero tampoco es que hubiera algo para mejorarlo.

-¿El piano?- insistió y solo asentí- Sabe lo que hace- siguió- Y... yo no tengo tetas, pero si personalidad y... tu tienes las dos. Está como para escribir una canción sobre Joshua Bassett y su gran...

-Ok, Sabrina- la corté, negando con la cabeza y muy confundida.

-Iba a decir talento- aclaró- Aunque...

-¿No estás moelsta conmigo?- no me importaba nada más.

-Mira... aunque debes controlar tus impulsos sexuales. Te entiendo y... estoy algo... rara con la situación- empezó- Pero, no. No estoy molesta.

-¿Por qué?- pregunté- No estar con el ex de tu amiga, ¿no es la primer regla del código de chicas?

-Lo es- respondió- Pero estás exonerada. Si no lo sabías, técnicamente no hiciste nada moralmente malo... creo.

-Hice algo terrible- aseguré.

-Deja de castigarte. No es la gran cosa- volvió a decir, sonriendo esta vez- Sé que no te enamorarás de él, ni nada. Y es por eso, que quiero que sigas hablándole, si quieres. No te lo vuelvas a coger, pero no me molesta si aprendes música o algo así- agregó.

Sonreí ahora yo, con lágrimas de felicidad esta vez.

-Eres la mejor amiga, que un desastre como yo, podría pedir- le dije y me acerqué para abrazarla fuerte.

Me lo devolvió al instante y me sentí increíble por tenerla de verdad.

-Descuia, Lola... creo que tengo uno de los tuyos en vista y me devuelves el favor.

Me reí, porque fuera cierto o no, no me importaba. Solo la abracé más fuerte.

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