3. Alineación coital

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11 de abril de 2022

Dylan 🥰: Hey, hey hey
Dylan 🥰: Estás en casa?
Dylan 🥰: Tengo ganas de pizza, qué hay de ti?

El elevador se abrió en mi piso, el séptimo, y caminé mirando el teléfono, a punto de contestarle. Pero, levanté la cabeza, notando a alguien justo en mi puerta.

-¿Ross? Hola, ¿qué haces aquí?- pregunté, acercándome.

Lo había visto pocas veces desde su cumpleaños. Varias fueron en enero, y después, alguna que otra vez. Por eso me sorprendía tanto.

-Es un poco obvio, ¿no crees?- sonrió pícaro.

Solté una risa.

-Me refiero a: ¿por qué viniste así como así? ¿Por qué no me llamaste?- aclaré.

-Lo siento, soy terrible organizándome- respondió apenado, me dio ternura- ¿Tenías planes? ¿Estás con algu...

-Tranquilo- lo interrumpí y lo aparté de la puerta para abrir.

Entramos a mi departamento. Ese simple espacio que no tenía nada: paredes blancas, una pequeña cocina que separaba un living con una barra. Un gran sillón, mesa ratona y la tele.

Volví al teléfono, dándome cuenta que no le había contestado a Dylan.

Lola: Holaaa
Lola: Más tarde? Estoy con Ross

-¿Puedo hacerte una pregunta?- soltó él, mientras yo dejaba mi bolso en en el sillón- No es personal- aclaró.

Me reí, yendo hasta mi habitación, con él detrás de mí.

-Claro, dime- contesté.

Me senté en la cama y se acercó, sacándose la camisa, quedándose parado frente a mí.

-¿Te gusta que venga seguido o prefieres llamarme tu?- Dios mío, que lindo que es.

Sonreí.

-Lo que tu quieras, Ross- respondí con sinceridad- Me encantas... Tu... Todo tu- agregué- Siempre es un... verdadero placer verte- jugué con las palabras y entendió, sonriéndome.

Me agarró las mejillas y se agachó para empezar a besarme. Bajó las manos, segundos después, hasta el final de mi camisa y tiró para arriba. Se separó solo para quitármela y no dejé que volviera a mis labios.

Empecé a besar su torso porque era lo más perfecto del mundo. Desabroché su pantalón sin parar y bajé más.

Agarró mi mentón y me separó de él, mirándome a los ojos con las pupilas dilatadas.

-No hace falta- susurró, sabiendo lo que quería hacer. Me dio un empujoncito para quedar acostada en la cama y él quedar encima.

A Ross le encantaba estar arriba, era muy tradicional, no he experimentado ninguna posición extraña y me parece genial, es clásico. Aunque, también le gusta cuando yo estoy arriba. Así que, en realidad, llegué a la conclusión de que a Ross, le encanta que yo esté cómoda.

Besó mi cuello, mi pecho y siguió por el estómago, deshaciéndose de mis shorts y mi ropa interior sin problema.

No se sacó los jeans, pero no me importó, se me quedó mirando a una corta distancia de la cara, haciendo que esa cadena que siempre tenía en él cuello, le colgará, me parecía lo más sexy.

Entró en mí con facilidad, es increíble lo hermoso y cómodo que puede ser el sexo, cuando es con alguien como Ross. No estoy tensionada, no me duele porque no es fuerte, al menos que se lo pida.

Solté el primer gemido pocas embestidas después, porque este hombre sabe que hacer, cuando, como y donde.

Nuestras respiraciones densas se mezclaban junto con nuestros jadeos. La cama se movía a un ritmo perfecto.

Hoy había algo que me estaba haciendo disfrutar esto de una manera inexplicable.

Noté a Ross a punto de venirse y yo estaba igual, después de menos de diez minutos.

Orgasmo él.

-¿Acabaste?- preguntó.

Orgasmo yo. Porque la forma en la que me lo preguntó, fue suficiente para llegar al punto máximo.

-Si...

Sonreímos, porque ambos habíamos tenido la mejor vez con el otro. Era mutuo. Tan simple, pero tan placentero.

Así es Ross.

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