♡ : CAPÍTULO VI

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Tenía ganas de llorar, de vomitar, de desmayarse y de tirarse de un puente.

Hyunjin estaba en casa, y lo más probable era que ya conocía a Yeonjun. ¿Qué rayos iba a decirle al verlo?

La marca jodidamente le ardía en ese momento. Tuvo que quitarse el abrigo grueso que llevaba puesto –debido a las heladas ventiscas que corrían aquella mañana–, porque la tela de este le rozaba la mordida e intensificaba el ardor, así que solo terminó vistiendo un abrigo ligero. Poco le importó caminar hasta su casa con el frío calando sus huesos, necesitaba llegar lo más rápido posible.

Deteniéndose frente a la puerta de su casa, lo primero que Jeongin sintió fue el aroma del Alfa. Respiró hondo, llenándose los pulmones con aquella esencia que hacía mucho no olía, sus piernas temblaron, y una corriente le atravesó desde su nuca hasta el final de su columna.

El aroma de su Alfa siempre será una de sus cosas favoritas en el mundo. Le recordaba a aquellos días donde vestía su ropa grande, con el fin de sentirlo todo el día hasta que él regresara de trabajar.

Oh, Jeongin realmente estaba batallando contra las lágrimas que querían brotar de sus ojos en ese momento. Su Omega tiraba de él para que entrara de una buena vez a la casa, y así lo hizo.

Fue recibido por Félix, quien le sonrió de una manera nerviosa. Cerró la puerta detrás de él y tomó su mochila, susurrándole que ellos se encontraban en la sala.

Jeongin suspiró, antes de dirigir su mirada al sofá grande del centro de la sala. Ver al Alfa sentado allí, y con su hijo en su regazo, hizo a su corazón dar un vuelco. Su cuerpo tembló y cerró los ojos un momento, girando sobre sus pies para dirigirse a Félix.

— Puedes ir a casa, Lix. Yo me encargaré durante el resto de la tarde. Te veo mañana a las siete.

— Sí, sí. Hasta mañana, Jeongin.

Al parecer, el Omega de hoyuelos ya tenía planeado irse, porque solo tomó un pequeño bolso, que yacía en el suelo, y se retiró de la casa sin decir nada más.

Jeongin pasó una mano por su cabello hasta bajarla por su rostro, el aroma fuerte del Alfa, flotando por el aire, comenzaba a marearlo. Caminó con pasos cortos hasta el sofá, sus ojos fijos en el rostro relajado del contrario, quien yacía con sus párpados caídos, sus labios sellados y su mandíbula visiblemente tensa. Tal vez no estaba tan relajado como creyó.

Se quedó muy quieto cuando Hyunjin abrió sus ojos, mirando directamente a los suyos. Enojo, molestia, rencor, odio... nada de eso vio, solo distinguió una mirada vacía. Sin vida.

Una punzada de dolor sintió en su pecho y desvió la mirada, acercándose nuevamente para tomar a su cachorro dormido en brazos.

— No — el Alfa le gruñó —. Lo llevaré yo.

Su voz ronca hizo que el Omega de Jeongin aullara necesitado, habían extrañado su voz, incluso ahora estaba un poco más grave.

Asintió en silencio, y, siendo seguido por el Alfa, se dio la vuelta para dirigirse a la habitación. Dejó la puerta abierta luego de entrar, acomodando un poco las sábanas para que recostara a Yeonjun.

Observó a Hyunjin acomodar con cuidado al pequeño sobre la cama, pero este se removió, aun estando dormido, con atisbo de llorar. Jeongin se acostó rápidamente a su lado, dejando besos en su frente, la punta de su nariz y en sus mejillas. Todo bajo la atenta mirada del Alfa.

El cachorro ronroneo volviendo a dormir, y él se levantó como pudo de la cama. Se sentía tan pequeño con la mirada seca y meticulosa que Hyunjin le dirigía, cuando él solo quería ser rodeado por sus fuertes brazos, respirar su aroma mientras se escondía en la calidez de su pecho, y sentir sus labios calmando el ardor en la mordida de su cuello.

I still want you ❁ HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora