XII. Comprensión

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Cuando llegué a mi casa, me puse una remera de Santiago y me encerré en mi habitación. Leí lo que decían de mi en Twitter hasta que se me sequen los ojos.

Me tocan el timbre, es un cadete. Le voy a abrir, estoy despeinada y con los ojos hinchados. Me trajo helado, eso fue raro porque yo no pedí nada.

En el departamento abro la bolsita, para poder sacar el pote de telgopor, cae una nota: "Evita, por favor hablemos en persona, todo tiene una solución." Firmaba Santiago.

Tiro la nota a la basura.

Recibo un mensaje de mi asistente: "Buenas tardes, me gustaría que conversemos mañana sobre un asunto laboral". La repentina formalidad de Clara me sorprende, y una sombra de preocupación se apodera de mis pensamientos, ¿Está considerando renunciar?

La necesidad de hablar con un amigo o amiga me invade, pero me doy cuenta de que las personas más cercanas a mí están atravesadas por la política, y el enojo de todos hacia mí me deja sintiéndome perdida. Las relaciones que creía sólidas se resquebrajan, y siento que algunos me rodean solo por mi ideología.

Con Santiago tenemos creencias políticas opuestas, pero con él, encontraba algo más allá de la política, alguien dispuesto a compartir momentos a pesar de nuestras diferencias.

La mañana siguiente, me dispongo a hablar con Clara, anticipando una conversación difícil.

Clara entra a mi oficina con una mirada seria, y puedo sentir la tensión en el aire.

—Eva, necesitamos hablar. —comienza, su tono denota decepción.

—Clara, ¿Qué pasa? —mi voz se quiebra un poco, anticipando que la conversación será difícil.

—No entiendo cómo pudiste vincularte con alguien como Caputo. ¿Sabías a quién representaba? ¿O simplemente no te importó por tus propios deseos personales?

Intento explicarle, abrir mi corazón a mi amiga y compañera de trabajo.

—Clari, él no es malo. Sí, tiene opiniones diferentes, pero eso no lo convierte en una mala persona. Hay miles de parejas y amistades que difieren políticamente, y eso no las hace menos válidas. No puedo limitarme a relacionarme solo con peronistas.

Clara me mira con dureza.

—Pero son opiniones que atacan directamente a los derechos que nosotros defendemos. ¿Cómo podés ignorar eso?

—No lo ignoro, Clari. Simplemente creo que, en lugar de cerrarnos, deberíamos intentar comprendernos mejor.

—¿Cómo crees que nos sentimos todos, tus compañeros, al ver que te asociás con alguien que representa lo contrario a lo que luchamos?

Mi ruego de comprensión choca con la frustración de mi amiga. Clara, con un dejo de tristeza en su mirada, continúa expresando su decepción.

—Evita, te tenía como mi referente...

Clara, a pesar de su desilusión, muestra compasión y busca comprender.

—Eva, necesito entender. ¿Qué hay entre vos y Santiago Caputo?

Me enfrento a la difícil tarea de explicar un vínculo que ni yo misma comprendo completamente.

—Clara, Santiago y yo... es complicado...

Clara asimila mis palabras, pero la incertidumbre persiste en sus ojos.

—No estoy pidiendo que compartas mi elección o que estés de acuerdo con ella. Solo pido que, como amiga, intentes comprender que las conexiones humanas son complejas y a veces van más allá de las etiquetas políticas. –le explico, con la esperanza de que me comprenda.

—Eva, sos mi amiga. Solo te pido que no te hagas daño a vos misma. Si verte con Santiago te hace feliz y no lastima a nadie más, entonces está bien. Aunque no comparta tus decisiones, quiero que seas feliz.

Las palabras de Clara me sacaron un peso de encima. Nos dimos un abrazo.

Después de la conversación con ella, reflexioné y recordé que siempre es mejor charlar las cosas. Por eso, decidí escribirle a Santiago, pidiéndole hablar con él en persona.

Mis pasos resonaban nerviosos mientras me acercaba a la casa de Santiago. El ambiente estaba cargado de incertidumbre y precaución. Al entrar, su mirada reflejaba una mezcla de emociones.

—Gracias por venir, Eva.

—Necesitamos hablar sobre nosotros y cómo seguir adelante, Santiago.

Él asintió y nos sentamos en el living.

—Esta situación nos afecta a ambos, Santiago. No sé si deberíamos seguir adelante o poner fin a esto para evitar más problemas.

Él me miró fijamente antes de hablar.

—Yo quiero intentarlo, Evita.

La honestidad en sus palabras me sorprendió.

—Pero tenemos que ser muy cautelosos, Santiago. No podemos permitir que esto afecte nuestras vidas públicas ni comprometa nuestros principios políticos.

—Ya sé, Eva.

A medida que conversábamos, acordamos establecer límites claros para proteger nuestra privacidad y evitar conflictos políticos. Ambos éramos conscientes de la delgada línea que estábamos cruzando y de las consecuencias que podríamos enfrentar.

HOLA

como les gustaría que siga la historia? Que tipo de dramas les gustaría ver?

Gracias totales a todas las personas que comentan y votan💗

Enemies and lovers | Santiago CaputoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora