IX. Enojo

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Terminamos de comer, me paro y levanto la mesa, comienzo a lavar los platos.

Siento una respiración en la nuca, veo que un brazo tatuado pasa al lado mío y deja 2 copas en la mesada. Me doy vuelta y veo a Santiago.

–Te olvidaste de las copas. –me dice, está muy cerca mío.

No respondo.

–Me gusta cuando estás enojada. –Ladea su cabeza y me mira con una sonrisa pícara.

–A mi no me gusta estar enojada. –Respondo seca.

–Ya está, Eva.

Se acerca lentamente, como si estuviera esperando a que me corra, no me corro. Nos damos un beso lento.

A medida que el beso se intensifica, apoya sus manos en la mesada, dejando mi cuerpo acorralado.

Comienza a besarme el cuello.

–No, Santi... sigo enojada... –Digo entre suspiros.

Levanta la vista, su mirada es provocativa y llena de deseo.

–¿Entonces paro? –Me pregunta de forma cuidadosa pero sugerente.

–No, seguí por favor.

Me saca la remera, desabrocha mi corpiño con facilidad y sus besos comienzan a bajar hasta mis senos. Yo le saco su remera también.

Me sube a la mesada, le comienzo a desabrochar el cinturón, el desabotona mi short. Me saca la ropa interior.

Comienza a jugar con su lengua por mi clitoris, haciéndome arquear mi espalda. No puedo evitar gemir.

–Santi... seguí...

Saca un forro del bolsillo de su pantalón. Comienza a sacarse el pantalón y la ropa interior.

Con mi mano acaricio su miembro erecto y comienzo a masturbarlo.

Me penetra con fuerza, con cada embestida siento más placer. Agarra con firmeza mis caderas y siento mi cuerpo chocar con el mueble.

Santiago no habla, solo gime y suspira. Yo estoy tan extasiada que no salen palabras de mi boca, solo sonidos.

Siento mi cuerpo tensarse y una ola de placer, tengo un orgasmo. Santiago sigue con fuerza, no me da tiempo a recomponerme. Araño su espalda.

Al cabo de un rato vuelvo a tener un orgasmo y Santi también.

Quedo sentada en la mesada, con las piernas temblando. Caputo se sube el pantalón y saca un paquete Malboro de su bolsillo, se pone un cigarrillo en la boca.

–Voy al balcón a fumar. –Me avisa.

Me pongo la remera de Santiago y me acuesto en el sillón.

–¿Seguis enojada? –Vuelve Caputo y me pregunta con cara inocente.

–Sí, dijiste que la gente está cansada de políticos como YO. Obvio que voy a estar enojada. –Respondo molesta.

–Pero yo me refiero a la gente de tu partido, a los peronistas. –Dice mientras se acuesta junto a mi.

Lo miro incrédula.

–Pero boludo, vivis criticando a mi partido. Por eso me enojo.

–Flaca, vos también críticas a La Libertad Avanza y yo no me enojo... ¡Ah, ojo! Que nadie diga nada de Unión por la Patria. –Comenta lo último en tono sarcástico.

Me quedo un rato en silencio, apoyo mi cabeza en su hombro.

–Sí cada vez que te enojes vamos a garchar, voy a criticar a Perón más seguido. –Bromea Santiago.

–¿Te queres quedar a dormir? –Le pregunto.

–Bueno, pero yo elijo la película.

. . .

Hoy tengo una reunión con algunos dirigentes sociales, Santiago me llevó a la oficina.

Cuando entro saludo a mi asistente.

–Evita, ¿ayer viste al del audi? Te ves re luminosa. –Me pregunta la chusma de Clara.

Yo me río y asiento.

–¡Compré facturas! –Me avisa con entusiasmo antes de sacar una bolsita de panadería de barrio.

Enemies and lovers | Santiago CaputoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora