XV. Oficina

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Después de tomar el helado, Santiago se fue al balcón, está fumando relajado. Yo decido salir y unirme a él.

—¿Puedo fumar una pitada? —pregunto, señalando el cigarrillo.

Santiago arquea una ceja, con una leve sonrisa.

—No sabía que eras fumadora.

—No lo soy, pero a veces me da el antojo cuando veo a alguien fumando.

Santiago me ofrece el cigarrillo, con una risa sutil.

—Bienvenida al lado oscuro, entonces. —bromea.

Nos quedamos un rato charlando, de forma descontracturada de nuestras vidas. Hablamos de cómo fue nuestra primera vez fumando, de como él se ahogó con el humo y sus amigos se rieron.

Compartimos anécdotas de nuestras infancias, nunca antes habíamos tocado ese tema. Santiago fue criado con muchas comodidades, pero veía más a las empleadas domésticas que a sus papás; era una familia muy fría.

En un momento nos empezamos a hacer preguntas y confesiones, como cuando sos chica y jugas a verdad o reto con tus amigos.

—Cómo diputada, ¿alguna vez aceptaste una coima? —me pregunta con morbo, Santiago podría trabajar en LAM tranquilamente, es un chusma.

Yo me río y le digo la verdad.

—Nunca, ¿por qué lo haría? —le respondo sincera.

—Por la plata lo harías. —me dice con obviedad.

Me encojo de hombros.

—Pero, tengo un departamento re grande, como todas las comidas y tengo un auto. No necesito más nada, ¿para que quiero más plata?

Francamente no me falta nada, con el sueldo de diputada es más que suficiente.

—Ah, claro, porque todos sabemos que los políticos son conocidos por su desinterés en la plata. No sabia que vos tenias la filosofía de "tengo todo lo que necesito".

—¿Santi, vos que harías con más plata?

—Comprar una isla privada y escapar de todos.

—¿Hasta de mi? —le pregunto en tono burlón.

El me agarra por la cintura y me da un beso.

—Vos huirías conmigo, Eva. —me murmura sonriendo, a milímetros de mis labios.

Santiago se quedó a dormir en mi casa, a la mañana desayunamos juntos y me llevó a la oficina.

Mientras estábamos en el auto veníamos charlando.

—Amor, avisame a que hora terminas con todo, así te vengo a buscar. —me dice Santiago mientras maneja, una de sus manos está apoyada en mi muslo.

—No, deja. Después de laburar tengo que ir a la ginecóloga. Me manejo en taxi, tranqui.

Santiago me mira con una expresión de terror, lo escucho tragar en seco.

—Boludo, es para ver como vengo con las pastillas, como las volví a tomar hace poquito... no te asustes. —le aclaro, y veo que Caputo se vuelve a relajar.

—Eva, sos una pelotuda, me asusté. Pero si queres te llevo a la ginecóloga, yo no tengo problema.

Cuando llego a la oficina saludo a Clara, ella me prometió que iba a seguir trabajando hasta que yo encuentre una nueva asistente.

—¡Te traje un regalo! —me dice Clari cuando me ve.

El regalo es tierno, hecho a mano y con amor. Es un álbum de fotos y recuerdos de nuestra amistad.

Le agradezco mucho a mi amiga y nos pusimos a chusmear el libro. Clara me explicó que es un regalo de despedida, por esta etapa de trabajar juntas que cerramos.

Estaba en la oficina, tocan la puerta, es Axel. Nos saludamos.

—Evita, querías que nos veamos. —me dice con cierto rastro de culpa.

—Sí, Axel. Quería hablar de la actitud que están teniendo conmigo. Estoy cansada de que me miren mal todos ustedes. Si siguen dandome la espalda, me voy al partido de Guille. —lo último fue una amenaza hueca, para agregar dramatismo.

—Pero no seas boluda, mira si te vas a ir con Moreno, no digas incoherencias. Y perdón si sentis que te estamos dejando fuera del partido, pero estábamos muy enojados cuando salieron esas fotos.

Yo suspiro pesadamente.

—Todos ustedes son unos hipócritas de mierda, le han perdonado cada cosa a cada uno... yo no soy ni de lejos la más inmoral, me deberían perdonar.

Axel asiente.

—Es cierto, Eva. Ya está, te prometo que todo va a volver a ser como antes, yo me encargo.

—Y Axel...

—¿Sí?

—Que bueno que vayas a trabajar con Clari, ella es muy responsable y buena. —le digo con una sonrisa sincera.

El resto del día estuve revisando algunos curriculum de candidatas a asistente. Ya había filtrado a bastantes.

Salí del trabajo, y ahí estaba Santiago, apoyado despreocupadamente en su auto. El humo de su cigarrillo se mezclaba con la luz dorada de la tarde. Vestía con elegancia casual, como siempre, y su mirada está firme en mí. Él sabe exactamente el efecto que tiene en mí.

Al acercarme, su gesto se suavizó, y una sonrisa juguetona asomó en su rostro. Me abrió la puerta del auto, invitándome a subir.

. . .

Fue rápido encontrar una nueva asistente, ya hace 2 días esta trabajando conmigo y todo parece en orden. Es difícil acostumbrarme a ella, extraño a Clara.

En un momento de mi día, me percato de que me olvidé las llaves de mi casa en el auto de Santiago, hoy él me trajo al trabajo. Le pido que me las alcance por la oficina cuando pueda.

Empiezo a escuchar risitas fuera de mi oficina, salgo para ver lo que pasa. Veo a Santiago charlando con Anna, mi asistente.

Ella está sentada en su escritorio y el está enfrente, parado y con sus manos apoyadas en la mesa, inclinado. Anna juega con su largo pelo castaño mientras le dedica una perfecta sonrisa. No hay palabras para describir mi enojo.

—Amor, te traje las llaves. —me avisa Santiago cuando me ve.

Le murmuro que gracias.

—¡Me olvide de avisarte que llegó Santi! Es que nos pusimos a charlar. —me dice con rastros de falsedad Anna.

Creo que estoy perpleja, esta piba labura acá hace cinco minutos y ya le quiere chupar la pija a Santiago.

—Me tengo que ir ya, que llego tarde a una reunión. —avisa Caputo antes de acercarse a mi y darme un beso en los labios.

—Ay, ¿ya te vas? —le pregunta con cara de trola Anna.

—Sí, pero otro día paso a saludar. Un gusto haberte conocido Ani.  —le dice Santiago antes de darle un beso en la mejilla.

Respiro hondo para no hacer un escándalo, pero quiero romper algo.

"ANI" ¿SE CONOCEN HACE 2 MINTUOS Y LE DICE ASI? No entiendo cómo alguien puede ser tan caradura.

Cuando Santiago se va, Anna me mira con una sonrisa falsa.

—Entonces era cierto lo que dicen... estás con el asesor de Milei.





Enemies and lovers | Santiago CaputoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora